Personas de la capital | El autor del himno oficial de Canarias

140 años del fallecimiendo de Teobaldo Power

Entierro de Teobaldo Power en 1923.

Entierro de Teobaldo Power en 1923. / El Día

José Manuel Ledesma Alonso

Teobaldo Power y Lugo-Viña nació en Santa Cruz de Tenerife el 6 de enero de 1848, en la vivienda número 9 de la Plaza de la Constitución –La Candelaria–. A la edad de nueve años interpretó al piano diversas piezas en una velada artística celebrada en casa de Nicolás Alfaro, importante músico y pintor santacrucero.

Al año siguiente, el 16 de septiembre de 1858, sería presentado en el Teatro de Santa Cruz de Tenerife, interpretando una pequeña composición suya, Polca mazurca, y varios temas de distintos compositores. De este acto, la prensa publicaría: «Cómo ha podido ejecutar con tal brillantez, maestría, seguridad, limpieza y correcto estilo las obras interpretadas si no alcanzaba con sus pies a los pedales del piano».

En octubre del citado año, su padre fue destinado a la Diputación de Barcelona, como oficial mayor. En la ciudad Condal, Teobaldo comenzaría a estudiar armonía y composición con el afamado maestro Gabriel Balart, el cual le presentaría en la Escuela Nacional de Música y Declamación de Madrid, recibiendo elogios de los profesores asistentes al concierto.

Cuando tenía 14 años de edad, después de haber ofrecido un concierto en la casa del gobernador civil de Barcelona, al que asistieron diversas autoridades, la Diputación Provincial catalana le concedió una beca para ampliar sus estudios en el Conservatorio Imperial de Música y Declamación de París, donde recibiría, durante cuatro años, una sólida formación en armonía y composición, piano, contrapunto y fuga, siendo premiado en todas estas áreas.

Las vacaciones escolares del verano de 1864 las pasaría en Tenerife, donde estrenó una obertura suya titulada La Aurora, interpretada por la Banda del Batallón Provincial de Santa Cruz.

Una vez concluidos sus estudios en París, con tan solo 18 años, emprendería su carrera de concertista, actuando en La Habana desde 1866 a 1869. A su regreso, en París dirige una compañía de ópera, con la que realizaría una gira por tierras francesas hasta que estalló la guerra franco-prusiana (19 de julio de 1870).

De regreso en Madrid, pasaría ocho años de frenética actividad musical, pero también de dificultades económicas, lo que le obligaría a trabajar como pianista en los cafés El Prado y El Imperial, lugar de encuentro de artistas bohemios e intelectuales, tales como el poeta Gustavo Adolfo Bécquer y el músico Isaac Albéniz, con los que entabló amistad. Estos años serían muy fructíferos para su carrera musical, comenzando a ofrecer conciertos en los conservatorios de Madrid y París.

Esta agitada vida bohemia, excéntrica y aventurera que tan fecunda fue en su creación y su arte, le debilitaría su organismo provocándole una afección pulmonar, cuando tenía 30 años de edad.

Entonces, su buen amigo Tomás Zerolo le aconseja que regrese a Tenerife para recuperar la salud, a donde llega el 5 de diciembre de 1878.

El 7 de abril de 1879 se casa con su prima hermana Julia González Lugo-Viña, quien le acompañaría hasta su muerte, aunque no tendrían descendencia.

Una vez recuperado de su estado de salud, actuó en el Teatro San Carlos de Lisboa, con un éxito clamoroso, siendo invitado por el rey Luis de Braganza a su palacio, donde le nombraría Pianista de Cámara y tocarían juntos –a cuatro manos– La Gallina de Gottschalk. En agradecimiento, Power le dedicaría un concierto para piano, inspirado en aires de tanganillo de Tenerife.

Luego se desplazaría a Málaga, donde tenía concertados una serie de conciertos, los cuales tuvo que suspender al resentirse de su enfermedad, regresando de nuevo a Tenerife, instalándose esta vez en una casa del camino de Las Mercedes, actual número 242, para que el aire puro y sano del frondoso bosque le limpiara los pulmones dañados por su agitada vida.

En este bucólico lugar, en contacto con los campesinos y sus faenas cotidianas y con la colaboración de su amigo, el poeta Elías Zerolo Herrera, nuestro insigne músico se adentraría en el folclore de las Islas, creando Los cantos canarios, el gran poema musical en los que Teobaldo Power puso toda una gama de sentimientos regionalistas, de añoranza, e idealización de la propia tierra.

Durante este retiro, que duró tres años, solía bajar a La Laguna, al casino El Porvenir –actual Palacio Episcopal– donde le permitían utilizar su piano, de manera que el 5 de agosto de 1880, en la inauguración de la sede de la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia, actual Parlamento de Canarias, estrenaría Los cantos canarios. En Madrid los presentaría el 6 de junio de 1883.

Desde el 28 de abril de 2003, el himno oficial de las Islas Canarias es el Arroró, composición extraída de Los cantos canarios.

De vuelta a la Península

En abril de 1882, sintiéndose restablecido de su salud, Teobaldo Power vuelve a actuar en las ciudades de Granada, Córdoba y Málaga, en la que es nombrado profesor del Conservatorio.

En octubre del citado año gana las oposiciones a profesor de piano del Conservatorio de Madrid, frente a once competidores de prestigio, y también obtiene la plaza de segundo organista de la Capilla Real.

Dos años más tarde, cuando se encontraba en la cúspide de su carrera, su prestigio y su fama mundial se había consolidado como compositor, interprete y profesor, las editoriales publicaban sus obras y las orquestas estrenaban su música sinfónica, se agrava su enfermedad pulmonar y fallece en Madrid, el 16 de mayo de 1884, con tan sólo 36 años de edad.

Su muerte constituyó un gran duelo en la capital de España. Su féretro fue llevado a hombros por sus alumnos y profesores desde su casa a la Escuela Nacional de Música, donde fue expuesto y honrado con multitud de coronas de flores. A hombros llegó también a la Sacramental de San Lorenzo y San José, cementerio ubicado en el barrio de Carabanchel. La noticia de su fallecimiento fue recogida por la prensa de Madrid y Canarias, en las que se publicaron varios artículos necrológicos dedicados a este músico tinerfeño, figura universal.

Sus restos mortales llegan a Santa Cruz de Tenerife

Treinta y nueve años después de su muerte, una comisión de Santa Cruz de Tenerife lograría que el Ayuntamiento de Madrid permitiera que sus restos mortales fueran traslados a su ciudad, a donde llegaron el 25 de mayo de 1923, a bordo del vapor Atlante.

A la carroza fúnebre que transportaba el féretro, tirada por cuatro caballos, le acompañaban otras dos, cubiertas de preciosas coronas y ramos de flores. Detrás iba una gran comitiva, presidida por el ayuntamiento de la ciudad y las autoridades civiles, militares, eclesiásticas, centros oficiales y docentes, corporaciones, sociedades y miles de personas venidas de todos los rincones de la Isla que le dispensaron un sentido y multitudinario homenaje.

La primera parada tuvo lugar en la Plaza de La Constitución, frente a la casa en la que había nacido el artista, para que la banda municipal interpretara Los cantos canarios. Luego, la comitiva continuó por la calle Alfonso XIII (Castillo), Valentín Sanz, Pérez Galdós y Teobaldo Power, hasta llegar a la Diputación Provincial –actual Parlamento de Canarias–, donde tuvo lugar un solemne acto al que asistieron las representaciones citadas y un distinguido público que llenaba el salón y las galerías altas del edificio. Desde aquí fue trasladado a la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, donde recibió cristiana sepultura en la capilla de Santiago.

Los periódicos madrileños relataron que, al exhumar el cadáver, aún conservaba intactos el pelo y la barba y se encontraba vestido con traje de frac, camisa blanca y zapatos de charol.

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