El asesinato en la Escuela de Idiomas de la Verdellada: seis disparos que llevan seis años esperando un juicio
Fuentes judiciales indican que el asunto sigue en el Juzgado de Instrucción número 4 de La Laguna y que los abogados defensores han contribuido al retraso de la causa
La instrucción del caso por el asesinato del empresario herreño Carlos Machín Quintero en La Laguna se ha alargado de forma considerable. La ejecución a tiros ocurrió en la noche del 17 de abril del año 2018 en el aparcamiento de la Escuela Oficial de Idiomas, en La Verdellada. Y, poco más de un año después, el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional detuvo al presunto autor intelectual de la muerte, el abogado y empresario Evaristo González Reyes; al acusado de hacer los disparos, Ernesto Inocencio O.H.; al presunto autor de conducir el coche en el que se produjo la fuga, J.G., y otros cinco presuntos implicados en el asunto siguen en libertad provisional.
El asunto se juzgará por un Tribunal de Jurado. Pero todavía no hay fecha para la celebración del juicio, ni las partes han podido formular sus escritos de calificación. De hecho, el asunto continúa en periodo de instrucción en el Juzgado número 4 de La Laguna. Una vez que finalice dicha fase, la jueza, Ana Serrano-Jover, debe celebrar una audiencia de concreción de la imputación, pedir unas diligencias finales, realizar una segunda audiencia y, una vez concluida esta, dar traslado del asunto para que se pueda acusar.
Según fuentes judiciales consultadas, el retraso en el procedimiento supuestamente estaría relacionado con la labor desarrollada por los abogados defensores de los acusados. El secreto de sumario se levantó también en el año 2018, después de que los principales acusados ingresaran en prisión provisional.
En realidad, todo había empezado a planificarse unos cinco meses antes. Carlos Machín pasaba por problemas económicos en el mes de noviembre del año 2017. Y entonces, según el Grupo de Homicidios y la autoridad judicial, Evaristo González, alias Tito, abogado y destacado empresario de la noche lagunera, planeó acabar con su vida. Encargó comprar diez teléfonos. Uno se lo entregó a la víctima, con la que Evaristo hablaba con frecuencia. Y los otros nueve fueron cedidos a otros implicados en la trama para acabar con Carlos Machín. La noche del asesinato, la Policía Científica halló entre los efectos de la víctima un soporte de una tarjeta SIM de un teléfono móvil, que no era de los usados de forma habitual por Machín. Horas más tarde, su esposa halló en una gaveta de su vivienda un teléfono secreto, que no sabía que tuviera su marido.
Y ese terminal se lo entregó a los investigadores. En apenas cinco meses, Carlos Machín y Evaristo intercambiaron hasta un total de 788 comunicaciones.
Los agentes de Homicidios siguieron el rastro de ese aparato y supieron que fue adquirido, junto a otros nueve, en una tienda de un centro comercial por el hijo de un colaborador habitual de Tito.
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