La ULL alerta del riesgo de escorrentías y erosión tras el incendio de agosto en Tenerife

El Cablldo de Tenerife coordina acciones contra los efectos de la lluvia con los 12 ayuntamientos afectados  

Imagen del monte de Tenerife devorado por el fuego del pasado agosto

Imagen del monte de Tenerife devorado por el fuego del pasado agosto / María Pisaca

Los suelos volcánicos de Canarias son especialmente susceptibles a eventos de escorrentías y erosión de gran magnitud tras los incendios forestales como el sufrido el pasado mes de agosto en los montes de Tenerife que quemó casi 14.000 hectáreas, muy cerca del 8% de la superficie de la Isla, en un perímetro de 90 kilómetros de la corona forestal.  Así lo revelan diversos estudios desarrollados desde 2015 por el Área de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de La Laguna (ULL), en colaboración con los cabildos de Tenerife y Gran Canaria, el Gobierno regional y otras instituciones de investigación en Swansea (Reino Unido), el Servicio Forestal de EEUU o la Universidad de Melbourne (Australia). Este es el motivo de que la Corporación insular tinerfeña coordine con los 12 ayuntamientos afectados por el fuego -de 31- las acciones a llevar a cabo para evitar los efectos de la lluvia del invierno (cuando llegue) Ambas administraciones aplicarán medidas preventivas para evitar la erosión ante episodios de lluvia intensa.

El Cabildo de Tenerife mantuvo un encuentro con los municipios para coordinar las acciones y evitar los efectos de la lluvia en las zonas más afectadas por el fuego. La reunión contó con la presencia de la consejera de Medio Natural, Blanca Pérez, y el director insular de Seguridad y Emergencias, Iván Martín, así como técnicos del área, Protección Civil y Carreteras, además de miembros del Consejo Insular de Aguas y del Consorcio de Bomberos.

Durante la reunión se incidió en las consecuencias que puedan derivarse de la interacción de las primeras lluvias y están fundamentalmente relacionadas con la escorrentía, acarreos de sólidos y acumulación de cenizas (lodos). Al respecto, la consejera de Medio Natural, Blanca Pérez, indicó: "Queremos mantener el contacto con todos los ayuntamientos afectados por el incendio para identificar las principales amenazas y riesgos derivados por la posible aparición de episodios de lluvias intensas y las medidas preventivas a acometer".

Recordó Pérez que "el incendio ha producido un daño directo en la vegetación, pero hay que estar preparados ante la aparición de lluvias que también pueden acarrear problemas de erosión”. Así, se trata de identificar de forma preliminar las zonas con mayor afección por el incendio forestal (pérdida de cobertura vegetal del suelo y erosión) y el establecimiento de zonas identificadas con mayor riesgo hidrológico fundamentalmente en los ámbitos próximos al incendio. En los próximos días se establecerán las acciones a realizar en las diferentes zonas afectadas por el incendio forestal.

La visión académica

La serie de estudios de a ULL y los centros asociados ha abordado -según un artículo publicado el pasado día 20 de octubre por el gabinete de prensa de la institución universitaria- el efecto de los incendios forestales sobre la escorrentía, la erosión y la ocurrencia de riadas, así como movimientos de tierra en todo tipo de terrenos y, en particular, en suelos volcánicos. Los trabajos de campo, financiados por la Unión Europea (UE) y el Ministerio de Medio Ambiente del Reino Unido, han sido desarrollados en EEUU, Reino Unido, Australia y Canarias tras los incendios de 2015 y 2018 en Tenerife (Altos de Arafo y de Vilaflor y Madre del Agua) y en Gran Canaria (Artenara 2019).

Esta proclividad a las escorrentías y la erosión es especialmente cierta en zonas del norte de las islas donde las condiciones climatológicas permiten el desarrollo de suelos de gran profundidad que, en muchas ocasiones, se encuentran en áreas de elevada pendiente. El impacto del fuego en estas zonas suele ser severo, lo que incrementa el riesgo de avenidas y acarreos. Por poner un ejemplo, tras el incendio de Artenara en 2019, se cuantificaron hasta 6 toneladas de acarreos (suelos y piedras) en las zonas más húmedas afectadas por el fuego. En cuanto a los costes materiales, en el caso del incendio de Tenerife, que afectó a 14.000 hectáreas, se estima que ascenderá a 30 millones de euros en tres años, incluyendo los trabajos silvícolas en la zona afectada.

Efecto durante años

Uno de los investigadores de la Universidad de La Laguna responsable de estos estudios, Jonay Neris Tomé, explica que, si bien el efecto más notorio de los incendios es su impacto directo en la vegetación, existen otros que se aprecian incluso años después y, en algunos casos, en zonas que no han sido afectadas por el incendio. Es el caso del incremento de los citados procesos de escorrentía y erosión y las subsecuentes riadas y acarreos en los que se transporta gran cantidad de suelo. Eventos recientes en zonas afectadas por incendios forestales han mostrado que estos eventos, en conjunción con lluvias extremas, pueden tener consecuencias severas sobre las infraestructuras y la población que se sitúa aguas abajo de una zona afectada por incendios forestales en los años siguientes al incendio.

En zonas volcánicas

Esto es especialmente cierto en zonas volcánicas, donde las características de la geología (rocas volcánicas) unidas a las condiciones climáticas y la vegetación de la zona permiten el desarrollo de suelos de gran profundidad incluso en zonas de alta pendiente, como son los suelos de los montes canarios. Estos suelos, si bien son muy fértiles y estables en condiciones naturales, son muy inestables tras verse afectados por el fuego tanto por sus condiciones de profundidad como por su ubicación en zonas de elevada inclinación.

El experto cita, por ejemplo, que tras el gran incendio de La Palma en 2009 y durante las lluvias torrenciales en diciembre de ese año, hubo grandes movimientos de tierra desde las laderas afectadas por el fuego que produjeron cortes e incluso derrumbamiento de carreteras y afectaron varias viviendas y zonas de cultivo en la costa cuando el incendio se produjo a unos 800 metros sobre el nivel del mar. Eventos similares ya habían sido descritos en la Isla en 1973, 1979 y 1990. En 2020, tras un incendio de reducida superficie en Tenerife, se produjeron desprendimientos sobre la autopista TF-5 que obligaron al cierre de una vía con una intensidad de tráfico de 40.000 vehículos al día.

Costes directos e indirectos

Los costes directos e indirectos derivados de estas avenidas y acarreos, tanto para la restitución de infraestructuras como aplicación de medidas para reducir riesgos de escorrentía y erosión, suelen ser cuantiosos: el presupuesto para restitución de infraestructuras tras el incendio de 2009 en La Palma y la posterior riada ascendió a 8 millones de euros. Tras el gran incendio de Tenerife de 2007, el presupuesto para la aplicación de medidas para la reducción de riesgos ascendió a 7 millones. Y en el caso del incendio de este año Tenerife se estima que ascenderá a esos ya mencionados 30 millones de euros en tres años. La gestión postincendio incluye la aplicación de medidas para el control de la escorrentía y la erosión en las pendientes afectadas por el fuego para reducir el riesgo de avenidas y acarreos. En esta línea, la Universidad de La Laguna, junto con los cabildos de Tenerife y Gran Canaria y el Gobierno de Canarias, ha realizado estudios sobre la eficacia de diferentes métodos para su control tras incendios.

Estos estudios han aportado información sobre la eficacia de los métodos de control actualmente utilizados (principalmente fajinas) y han permitido proponer el uso de métodos alternativos de alta eficacia en la reducción de la escorrentía y la erosión, como el uso de astillas obtenidas a partir del material vegetal quemado, o pinocha como cobertura del suelo para mejorar la infiltración y reducir la escorrentía y el transporte de suelos, recomendable en ciertos escenarios. Los resultados obtenidos han permitido también la adaptación del modelo de predicción de la escorrentía y la erosión WEPPcloud, desarrollado por el Servicio Forestal de EE.UU, para Tenerife y, próximamente, el resto de islas. Dicho modelo, de libre acceso y diseñado para gestores forestales, permite predecir la probabilidad de ocurrencia y magnitud de fenómenos de escorrentía y erosión en cuencas afectadas por incendios forestales. En la actualidad, el Área de Edafología y Química Agrícola de la institución académica colabora con técnicos del Cabildo de Tenerife para diseñar las medidas de control de la escorrentía y la erosión en las zonas afectadas por el reciente incendio de Arafo de 2023, utilizando los resultados de este modelo.

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