Día de Canarias

Las tres fiestas de Canarias con origen guanche: del baño de cabras al pique de Los Realejos

Las tradiciones y la historia del pueblo aborigen sigue presente en algunas tradiciones del Archipiélago

Más de 400 cabras se bañan en el mar en Puerto de la Cruz

Más de 400 cabras se bañan en el mar en Puerto de la Cruz / Andrés Gutiérrez

Ocho islas y 88 municipios. Un reparto que lleva a Canarias a tener un sinfín de fiestas, tradiciones y actos. Como en el resto del país, cada localidad tiene su propia cultura, que en el Archipiélago estos días se convierten en un motivo recurrente para sacar el orgullo. El motivo: se acerca el Día de Canarias, el próximo jueves 30 de mayo, y en las Islas se presume de tierra.

Al margen del sol, del clima o de los paisajes, en la geografía isleña hay muchos motivos que marcan su historia y su idiosincrasia. Entre ellas su propia historia: conquistados por los Reyes Católicos en el siglo XV, los guanches siguen marcando parte de la actividad de Canarias.

No se trata solo de los nombres con los que aún hoy se sigue 'bautizando' a niños y niñas o incluso algunos términos aborigen que van ganando terreno en la simbología canaria. También hay actividades como el salto del pastor o el silbo gomero que siguen vivas.

Pero también hay fiestas, tan curiosas como populares, cuyo origen están en la cultura aborigen y que con el paso de los años se han convertido en tradiciones de ocio que cada año cuentan con más adeptos. Estos son algunos ejemplos:

Baño de las cabras en el muelle de Puerto de la Cruz

Baño de las cabras

Se celebra cada 24 de junio en Puerto de la Cruz, coincidiendo con las Fiestas de San Juan. Los animales son trasladados al mar para "purificarlos", siguiendo la tradición originaria en un ritual que parte de los guanches, quienes llevaban los rebaños a la costa para limpiarlos, desparasitarlos y prepararlos para el apareamiento, pues consideraban que favorecía su fertilidad.

Durante los 60, el auge del turismo en esa localidad del norte de Tenerife, el baño de cabras cayó en desuso: los visitantes consideraban inapropiado que se bañara a los animales en su presencia. Dos décadas más tarde, el Colectivo Cultural Valle Taoro logró recuperar esta tradición y mantenerla hasta la actualidad.

Aun así durante los últimos años también recibe numerosas críticas por parte de colectivos animalistas, que reclaman que se eviten las zambullidas bruscas de las cabras en el mar y, reconociendo el legado cultural que supone esta tradición, proponen que se les remoje.

Rama de Agaete

Tiene lugar en este municipio de Gran Canaria el 4 de agosto, dentro de los actos en honor a Nuestra Señora de las Nieves. En esta Fiesta de la Rama, los vecinos recorren el pueblo bailando y portando ramas de pino, brezo, eucalipto, laurel y mimosa. En ese recorrido además les acompañan los conocidos papahuevos y que suponen una representación de diferentes personalidades del Agaete.

A pesar de que el origen de esta festividad no está del todo claro, sí que hay cierto consenso en que se remonta a tradiciones del pueblo aborigen de la Isla. En concreto, apuntan a algunos ritos que llevaban a cabo las poblaciones nativas para pedir lluvias y que consistían en traer ramas de la montaña para golpearlas contra el agua mientras entonaban ciertos cánticos.

Cruces de Los Realejos

Es una de las tradiciones más reconocidas en Tenerife, sobre todo gracias a su espectacular pique de fuegos artificiales. Y aunque los guanches en Los Realejos no adornaban cruces ni tenían pirotecnia, el origen de esta tradición sí que se remonta a los tiempos de la conquista de la Isla.

La localidad ya estaba dividida en dos núcleos, Realejo Alto, donde se instaló el campamento de los soldados castellanos, y Realejo Bajo, donde vivían los guanches. En esa situación se mantuvieron durante los dos años de batallas, hasta que se produjo la rendición local y Tenerife se incorporó a la Corona de Castilla y se estableció poco después el 3 de mayo como Día de la Cruz.

En Los Realejos, las diferencias entre los núcleos poblacionales siguió vigente y durante los actos de las fiestas empezaron a competir para presentar los mejores enrames. Así fue hasta que en el siglo XVIII la rivalidad llevó a los vecinos a lanzar decenas de voladores y cohetes, lo que a la postre es el germen del pique de hoy en día en torno a la exhibición pirotécnica.