Opinión | En el camino de la Historia

A propósito de Michael Ignatieff

Michael Ignatieff.

Michael Ignatieff.

El jurado de la Fundación Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales del 2024 consideró otorgárselo a Michael Ignatieff, gran analista y estudioso del nacionalismo; sumada a su intensa y polifacética vida profesional por aplicar sus reflexiones sobre las exigencias de los sistemas democráticos. Además de desempeñar puestos de alto rango académico en distintas universidades, como Cambridge, Oxford, Harvard y Toronto.

Para el jurado la aportación de este autor constituye una referencia imprescindible donde los valores de la libertad, los derechos humanos, la tolerancia y la salvaguarda de las instituciones son su preocupación fundamental.

En un época donde los nacionalismos no han dejado de presentar pujanza siempre considera como fundamental una ideología dominante pero siempre dentro de una democracia autocrítica, colaborativa y abierta donde se debe respetar las instituciones, sobre todo, aquellas que están comprometidas por la polarización, por el odio establecido que amenaza la libertad muchos más allá de un país o de un continente determinados. Haciendo énfasis en que hay que evitar el odio ya que la historia del progreso tiene un sentido, una lógica que quizás no seamos capaces de ver pero que se reivindica por políticas que permanecen tras el velo de la sospecha y de la ignorancia que se ponen en práctica desde un falso mesianismo cuando se toman decisiones que no se someten a teorías de poder ya que dicen que así son los nuevos tiempos, con lo cual estaremos en un círculo que siempre gira al mismo ritmo. Vuelta y vuelve a empezar.

Muchos científicos sociales tienen claro y no han dejado de estudiar, entre ellos, Ignatieff, que el nacionalismo es una ideología potente que surgió a finales del siglo XVIII que considera que la nación es una entidad real que tiene sus fundamentos en la historia de los pueblos y la vida social de los mismos que forman una unidad homogénea que representa a importantes actores sociales y políticos del mundo moderno.

Pero cuando desde el cogollo de las democracias donde paradójicamente las decisiones que se toman se hacen de forma unilateral y dicen que se ponen en practica para fortalecer la misma, se puede caer en una forma de nacionalismos que se confunden con un populismo barato y peligroso ya que al considerar como una simple gota la que pasa por un río en el que tienen lugar movimientos en forma de ola que empiezan siendo poco más o menos que un goteo en su lugar de origen y van ganando fuerza por allí donde pasan engrandeciendo por supuesto el naciente del propio río.

Al igual que Ernest Gellner, Anthony Smith, Hobsbawm, Ignatieff, preclaros estudiosos e investigadores del nacionalismo consideran que las naciones son producto de los nacionalismos y que su razón política es un programa que si se aleja de la meta de crear un estado-nación el nacionalismo tendría escaso interés y muy pocas consecuencias.

Lo que a propósito del estudio hecho por estos intelectuales trayéndolo dentro de nuestro reducido espacio del nacionalismo canario caben algunas preguntas. ¿Por qué eludimos conceptos definitorios e identitarios del nacionalismo tales como soberanía, nación, estado? ¿No comprendemos que es el marco de un proceso que hay que iniciar? Puesto que en caso contrario se continuará instalado en un insularismo pertinaz. ¿O no tenemos claro que este insularismo funciona como dique de contención que impide romper las capillitas que han crecido en las diferentes islas dificultando la construcción de la razón política del nacionalismo canario que cada vez se orilla más por los nacionalistas que tienen poder para ponerlo en rodaje? Solo nos conformamos con verlas venir. Estando inconscientemente instalados en un pesimismo no activo.

Quizás deberíamos enfatizar lo que manifiesta Michael Ignatieff, que odia el pesimismo, su actualidad convencional pero que desde ese pesimismo proactivo se puede avanzar sin llegar a la angustia de Soren Kierkegaard pero que nos obligue a desempolvar la maquina del tiempo.