El mugido agónico de un sector ganadero tinerfeño en crisis sacude la fiesta de San Antonio Abad

Criadores y curiosos, sobre todo niños, dan vida a la feria anual junto al Mercadillo del Agricultor de Tacoronte 

La gran cantidad de vehículos en la carretera TF–16, que conduce a Tejina y Valle de Guerra, además de las dificultades para aparcar en el entorno del Mercadillo del Agricultor de Tacoronte alrededor de las diez presagian una jornada festiva y con mucho público. Lo fue porque, pese al frío de la mañana, gran cantidad de visitantes, tanto del municipio como de otros cercanos, acudieron a la explanada de tierra ubicada frente a la recova agropecuaria para disfrutar de la tradicional Feria de Ganado. El acto principal y colofón de las fiestas en honor de San Antonio Abad. Criadores, familiares, amigos y curiosos, sobre todo niños, disfrutaron de la bajada del santo al recinto, de la bendición de los animales o de la entrega de la collera de honor 2024 al productor de Agua García, Alejandro Basterra.

Parada previa en el Restaurante Mercadillo o Casa El Rubio, por el color del pelo de su propietario, Gregorio, para tornar un reconfortante café. Johnny, camarero profesional con mil batallas pese a su juventud no se extraña de la cantidad de gente porque «es igual cada domingo». Enfrente ya se reúnen 120 ejemplares de razas bovina canaria y unas cien cabras en dos rebaños situados a ambos lados del recinto. También perros, entre ellos algún presa canario. «Las vacas del pueblo ya se han escapado, riau, riau». La melodía tradicional navarra se mezcla con isas, folías y malagueñas en la megafonía de la cantina mientras las vacas son colocadas poco a poco con sus yuntas en los lugares dispuestos. Estos actos no serían lo mismo sin una buena cantina con carne y vino de la tierra. Pedro Tomé, secretario de la Asociación de Ganaderos de Tenerife (Agate) y el veterinario Pedro Samuel Miranda comprueban que todo esté bien en los sanitarios y lo administrativo. Prueba superada con ejemplares en un buen estado. Tomé valora:«Es un orgulloso que cuenten con nosotros».

Los niños disfrutan

Los que más disfrutan son los niños. Como Zuleima, de 6 añitos, que ha venido con su padre, Domingo. Le gustan las vacas, pero no las toca., Marcos, de dos años, está junto a sus papás, Pepe y Patricia; lo traen «para que aprenda» y está entusiasmado. Del otro lado están los sufridos criadores. Sumidos en la constante crisis de la subida de precios de la alimentación. Lo cuenta Raúl Calero, 18 años, que llega con dos novillos y cuatro vacas desde Guamasa (La Laguna). Para él, este es un hobby «que mantengo por una tradición de tres generaciones». Estudia Ingeniería Agrícola peo quiere ser veterinario. También Urbano López, 25 años, que viene con su rebaño de 55 cabras caminando desde El Torreón, mantiene su condición de cabrero como afición porque «esto no da a pesar de las subvenciones y el panorama es muy malo». Trabaja en una finca, donde entra a las seis y media de la mañana hasta la una y media de la tarde. Almuerza y se afana con las cabras hasta las once y media de la noche. Sacrificio en estado puro. También esto es un hobby para Juan Antonio Hernández, 25 años, de la calle Adelantado, en Tacoronte, y trabajador de la construcción. Trae ocho vacas. Da un ejemplo. «Un animal come al día tres kilos de pienso, cinco kilos de plátanos y de hierba lo que le eches». Multipliquen. Goyo León y Carmen Mendoza son un matrimonio veterano de Garimba (La Laguna). Vienen con Manzana y Hermosa, dos preciosas vacas de las seis que tienen. Comen chochos y toman vino con los animales de fondo, Una estampa costumbrista de esta tierra.  Hugo, 8 años y Carlitos, 7, conducen a dos burras que se convierten en las estrellas de la mañana. Su abuelo, Joaquín Valenzuela, los trae a pasarlo bien. Quiere vender los animales y le pone un cartel: los dos por 1.000 euros. Madre e hija, Guillermita y Estrellita pasean de un lado en sus lomos a los críos. 

Defensa del sector primario

Arsenio Gómez, concejal de Sector Primario de Tacoronte, subraya la importancia de mantener esta tradición de siglos para «poner en valor nuestras razas autóctonas en peligro de extinción y ayudar a sus criadores». La misa en la cercana parroquia de San Juan Bautista, precede a la bajada del santo al recinto con la banda Santa Cecilia acompañando a la imagen. El párroco, Macario López, bendice primero a las mascotas y luego al ganado. En medio, la entrega de la preciosa Collera de Honor, obra del artista Domingo Salcedo, tacorontero y «orgulloso de colaborar». Emocionan los versos del paisano Lázaro: «San Antonio Abad, patrón de los labradores, trabaja de noche y de día, y nunca siente dolores» El cura, micrófono en mano, termina con un sentido y coreado grito:«Viva San Antonio». Todo acaba bien, pero se escucha, ya de retirada y en la lejanía el mugido lastimero de la vaca que no solo es un producto de exposición. Es el grito de agonía de un sector en plena y grave crisis.