ARICO | Un ejemplo de turismo rural con premio

"Respira hondo y siente el silencio" en Las Vigas

Esta casa rural es un proyecto local, ubicado en la medianía de Arico, que aporta un valor añadido gracias a sus viñedos

«Respira hondo y siente el silencio» en Las Vigas

«Respira hondo y siente el silencio» en Las Vigas / Eduardo Cabellos

Eduardo Cabellos

«Respira hondo, siente el silencio y conecta con lo que te rodea». Es el eslogan de la Casa Rural Las Vigas, un proyecto de Pedro David Díaz Rodríguez y su familia. Se encuentra en el municipio de Arico, concretamente en La Florida, a unos 650 metros de altitud sobre el nivel del mar y en una zona de medianías agrícola, un emplazamiento que le aporta el plus de maravillosas vistas del litoral de Fasnia y Arico.

No solo ofrece alojamiento, también incluye experiencias para que los clientes disfruten de la estancia gracias a todo lo que han construido en su entorno. «Teníamos claro que no podíamos ofrecer solo la parte alojativa de la casa, había que darle un toque experiencial», asegura Rodríguez.

Pedro adquirió la casa hace doce años y, meses después, los terrenos situados alrededor de la finca. «La casa estaba totalmente en ruinas. Si no hubiéramos llegado, se desploma, como la mayor parte del patrimonio canario». Asegura que el proceso burocrático fue enorme.

Lo primero que hicieron fue remodelarla, manteniendo la estética principal. «Restauramos la casa con absoluto respeto, si no, no se podría considerar de turismo rural. Lo que hicimos fue reforzar los techos y darle un lavado de cara más actual. En aquellos tiempos no había ni cuarto de baño, hubo que adaptar todos esos servicios necesarios. Sigue siendo una casa rural, pero con las necesidades de hoy en día».

Se trata de una antigua casa canaria de 120 metros cuadrados, construida a mitad del siglo XIX, emplazada a 650 metros de altitud en la zona ariquera de La Florida. Los propietarios la rehabilitaron y respetaron de forma rigurosa el estilo y la tipología de esta zona de la Isla. En su reconstrucción se empleó toba volcánica, conocida comúnmente como tosca o jable, propia de la comarca. | e.d.

Se trata de una antigua casa canaria de 120 metros cuadrados, construida a mitad del siglo XIX, emplazada a 650 metros de altitud en la zona ariquera de La Florida. Los propietarios la rehabilitaron y respetaron de forma rigurosa el estilo y la tipología de esta zona de la Isla. En su reconstrucción se empleó toba volcánica, conocida comúnmente como tosca o jable, propia de la comarca. | e.d. / Eduardo Cabellos

Se trata de una antigua casa canaria de 120 metros cuadrados, construida a mitad del siglo XIX. Los propietarios la rehabilitaron y respetaron rigurosamente el estilo y la tipología de esta zona de la Isla. Para su reconstrucción emplearon toba volcánica característica de las «bandas del Sur», que se conoce comúnmente como tosca o jable.

El nombre de Casa Las Vigas se corresponde con el paraje donde se ubica. Pedro Díaz precisa que «nos remonta a la época del aprovechamiento maderero de los montes, para obtener las vigas empleadas en la construcción de viviendas y edificios tras la conquista de las Islas Canarias».

Por todo esto, el proyecto de Pedro David Díaz Rodríguez consiguió, el pasado 31 de julio, el reconocimiento a la excelencia de los Premios de Turismo Islas Canarias. El acto de entrega tendrá lugar el miércoles, a las 20:00 horas, en el Auditorio del Tenerife Espacio de las Artes (TEA). «Estoy desubicado. Por un lado, feliz, pero a la vez tengo la sensación de que es demasiado. Hemos alcanzado una cuota de protagonismo muy grande», explica al respecto.

Esta distinción reconoce cada año la labor que desarrollan personas, empresas e instituciones en la defensa, promoción, innovación y mejora de la calidad y sostenibilidad del destino. Díaz define su propiedad como «turismo comprometido» y destaca que Casa Las Vigas «muestra la ruralidad de manera honesta y orgullosa».

«Respira hondo y siente el silencio» en Las Vigas

«Respira hondo y siente el silencio» en Las Vigas / Eduardo Cabellos

Otra clave: el vino

Además, «restauramos el lagar y la bodeguita. Ahí hacemos visitas y algunas catas». En la oferta, el turista encuentra elementos diferenciadores, como la elaboración de vino. La finca en la que asienta la casa tiene 15.000 metros cuadrados, en los que predomina el cultivo de uva de la variedad listán blanco. De ella obtiene Pedro su Clarete de Las Vigas, nombre que recibe su vino, el producto en el que más dedicación y cariño invierte. «El camino para obtener una botella es largo. Lo hacemos todo nosotros, siguiendo los consejos de nuestros padres y abuelos, pero aplicando nuevas tendencias en materia de conservación y análisis», explica.

La base es la uva blanca acompañada de una mínima presencia de tinta que «le confiere ese peculiar color salmón». De aromas florales, es ligeramente ácido y de elaboración artesanal. «Nuestro recuerdo de la vendimia es mucho más que la recogida de la uva. Es un momento para vivir en familia y con amigos para compartir experiencias, historias y, sobre todo, aprendizaje», matiza.

«Hacemos partícipes a todo el que quiera vivir la experiencia del proceso. Nos pueden ayudar en el desfangado, la vendimia, el pasado a limpio o el control de fermentación», indica sobre las actividades que pueden realizar los clientes interesados.

Pedro define una estancia en Las Vigas como una oportunidad para que quien quiera se convierta en «embajador de esta parte de la Isla. Es una vivencia que, básicamente, supone estar allí y disfrutar de todo lo que conlleva».

Suscríbete para seguir leyendo