Una romería de punta en blanco para preservar la tradición en La Orotava

Con la Romería en honor a San Isidro, en La Orotava, culminan cuatro días de festejos en el municipio en el que no ha faltado comida, vino, bailes, música y reencuentros

Verónica Pavés

Verónica Pavés

«La romería es fiesta y tradición». Dos características que, en palabras de Calaya González, cada año ganan fuerza gracias al compromiso de los villeros con la cita ineludible de la Romería de San Isidro Labrador de La Orotava. González se ha reencontrado con la esencia romera casi cuatro años después de que estallara la crisis del coronavirus. El año pasado decidieron quedarse en casa. «Teníamos miedo porque había mucha gente», señala González, y tanto ella como su familia se sentían poco preparadas para afrontar el riesgo de contagio de covid. Esta mañana serán 35 en el tradicional paseo romero en una carreta «pequeña» pero coqueta, que celebra su décimo año poniéndose de punta en blanco para la ocasión. A ninguno de los asistentes les falta un detalle del traje típico. Y más les vale que así sea. «Es lo más importante», destaca González, que asegura que aquel al que vea con unas gafas de sol o unos tenis bajo las polainas o las enaguas se llevará una buena regañina por no cumplir las normas de vestuario.  

A lo mismo se refiere Elisa Martín, de la agrupación Folklórica Malvasía que ha puesto normas incluso para su propia carreta: «O vienes bien vestido o no vienes con nosotros». Y es que en La Orotava cuidan de cada uno de los detalles para preservar el mismo espíritu con el que nació esta histórica fiesta en honor a San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza, patronos del campo, en el siglo XVII. 

Una fiesta donde el traje típico se ha convertido en un símbolo indispensable para celebrar la tradición de manera correcta, aunque no siempre fuera así. Y es que el traje típico de La Orotava fue creado mucho después. Porque no fue hasta la década de los años cuarenta del siglo XIX cuando la casa Monteverde empieza a bordar esos trajes de vistosos colores rojos y amarillos. Es decir, unos 200 años después de que los villeros comenzaran a hacer suya la procesión y festividad de San Isidro.

Romería de la Orotava 2023

Romería de la Orotava 2023 / Carsten W. Lauritsen

En pleno siglo XXI, mucho después de que la tradición romera se consolidara -allá por el 1935 y gracias al que aún es el actual organizador, el Liceo Taoro-, no hay mujer que no esté ataviada con enaguas blancas que muestran bajo una falda de coloridas rayas gracias a la ayuda de 7 borlas de diferentes colores (representando las 7 islas); corpiños rojos bordados a mano con motivos florales sobre una blusa blanca; botas de piel beige para proteger sus pies; sombreros de hoja de palma o de paja acompañados de pañuelos amarillos para que la cabeza soporte el calor de junio, y capas verdes que se posan con gracia sobre sus hombros. Tampoco hay hombre que no muestre con orgullo sus polainas de lino, su pantalón de lana negro, su fajín rojo, su camisa blanca y su chaleco rojo en el que se ven bordadas espigas y flores. 

Cuatro días de compromiso

El compromiso de los villeros con la protección de sus tradiciones se ha podido palpar durante los últimos cuatro días. Desde el Corpus Christi hasta la Romería son miles los que disfrutan de la fiesta sin olvidar nunca las costumbres del pasado. Y aunque siempre es algo que han llevado por bandera, esta pretensión ha adquirido mayor sentido si cabe desde que los festejos fueron declarados de Interés Turístico Nacional. De hecho, las fiestas de la villa llaman la atención de cientos de curiosos que contemplan con fascinación la cuidada tradición y se empapan de la música, la comida y los bailes que representan el sentir canario. 

Cumplir con las expectativas es tan importante en la villa que incluso se establecen pequeños controles con los que se invita a los romeros a cumplir con la etiqueta. «Cuando pasamos, si no tenemos algo bien puesto nos lo comentan», explica Yéssica Pérez. Para incentivar el correcto uso del traje típico, algunos años se ha llegado a otorgar un detalle a los asistentes que mejor lo hicieran. 

Romería de la Orotava 2023

Romería de la Orotava 2023 / Carsten W. Lauritsen

Este año han sido 71 las carretas que han podido recorrer las calles del casco histórico villero, desde la Cruz del Teide hasta la Plaza de La Paz en El Calvario. «Este año son menos», le comenta un villero a otro tras brindar con vino de una de las cosechas familiares del valle. «Se comenta que es por la falta de ganado», señala el otro. 

Sea como fuere, las carretas se expanden por toda la Calle Salazar y recorren gran parte de la TF-324 junto a miles de personas. Y mientras el vino se mezcla con pan con chorizo y las brasas de las pequeñas -pero productivas- barbacoas empiezan a calentarse, Manzana y Palmita, dos vacas de 12 y 8 años de edad, esperan con paciencia en un lugar a la sombra. Les acompaña Moisés Galván, que asegura haberse dedicado a dirigir ganado durante toda su vida. «Es supersencillo», asegura. Él es lagunero, pero aprovecha ocasiones como esta para ver a sus amistades y ponerse al día. «Esto te tiene que gustar, y a mí me apasiona el olor a humo, la parranda y pasar el día con los amigos», insiste. 

Desfilan rondallas

Las carretas empiezan a rodar poco después de las 14:00 horas. Delante desfilan las rondallas que amenizan con bailes y música la travesía hasta El Calvario. Los animales tiran sin demasiado esfuerzo de las carretas para las que han sido escogidas y los más pequeños contemplan desde lo alto de las carretas el gentío que se agolpa por las calles empedradas de la villa para ver mejor el espectáculo. 

Romería de la Orotava 2023

Romería de la Orotava 2023 / Carsten W. Lauritsen

Cada carreta cuenta con un número variable de personas que transitan detrás de ella, picoteando pequeñas pellas de gofio amasado, huevos duros, papas arrugadas y pan con chorizo de perro. Delicatessen de la gastronomía canaria que no se olvidan de regalar también a los visitantes para hacerles partícipes de la feliz tradición. La carreta de alquiler de la agrupación folklórica Malvasía, que lleva ya un cuarto de siglo de romería, ha conseguido reunir a 150 villeros.

Pese a la cantidad de personas que debían ponerse de acuerdo para comprar, hacer comida y preparar bailes y música para la jornada, Elisa Martín asegura que no ha sido tan difícil conseguir que todos pusieran su granito de arena. «Tenemos un local en Cañeño donde todos cocinamos y ponemos a punto la carreta», destaca. Tanto ella como el resto de sus acompañantes han estado de fiesta desde el jueves, el día del Corpus Christi, pero no por ello disfrutan menos de esta última jornada. La fiesta, que para algunos ha comenzado a primeras horas del domingo, no decae hasta bien entrada la noche. Pese a que la romería haya coincidido con un día en el que no se ve ni una sola nube en el cielo y sol brilla con fuerza, los romeros siguen bailando, bebiendo y disfrutando de sus amistades y familiares exprimiendo cada segundo de esta experiencia que solo se repite una vez al año.