Entrevista | Jesús Zamora Filósofo y escritor

Jesús Zamora: "El cambio climático no es una catástrofe tan grande como la Segunda Guerra Mundial"

El exdecano de la Facultad de Filosofía de la UNED, Jesús Zamora (Madrid, 1963), sostiene que el cambio climático existe, pero no es un problema que vaya a causar el "colapso de la civilización", como afirma la narrativa que predomina en la sociedad y los ecologistas radicales. El filósofo ofrece mañana una conferencia basada en su libro, 'Contra Apocalípticos', en el centro grancanario de la universidad. 

Jesús Zamora

Jesús Zamora / LP/DLP

Néstor Santana

Néstor Santana

En alusión al título de la conferencia que imparte, Contra Apocalípticos: por qué es improbable el colapso de la civilización, ¿por qué es improbable el colapso de la civilización?

Los problemas a los que nos enfrentamos son reales, son muy serios y muy graves, pero solo en casos muy, muy improbables, pueden conducir a un verdadero colapso apocalíptico de la civilización. Seguramente el cambio climático, incluso en algunos de los peores escenarios, no supondrá una catástrofe tan grande, de tanta magnitud, como la Segunda Guerra Mundial. O sea, es difícil que se vayan a producir millones de muertes en muy poco tiempo, como edificios se destruyen en las guerras. Por ejemplo, la semana pasada, durante la sesión de investidura, Pedro Sánchez dio un dato interesante al hablar de este problema. Decía que la transición climática puede tener un coste aproximado del 3% del PIB mundial, en cambio, no enfrentarse a ella supondría el 30%.

Así, de primeras, entiendo que sería razonable poner en marcha políticas medioambientales.

Naturalmente, a la vista de todas las citas, es razonable que paliemos sus efectos porque es mucho lo que perdemos, pero también es verdad que el coste del 30% del PIB mundial dentro de un siglo implica que seguiremos teniendo el 70%. Es más, el PIB será más alto que ahora mismo, por lo que tampoco es que vayamos a caer en la miseria, de hecho, más o menos era lo que teníamos hace 30 o 40 años, no es una catástrofe. Y a esto quiero añadir que las estimaciones de fallecidos que podría causar el cambio climático a lo largo de este siglo son de aproximadamente unas ocho o diez millones de personas al año, que es una barbaridad. Sin embargo, es la misma cantidad de muertes que ahora se dan por las drogas, como el tabaco o el alcohol, y no se habla del apocalipsis de la droga. Quiero decir... Ambas cuestiones son de la misma magnitud, objetivamente hablando, pero que una nos parece apocalíptica y la otra no.

Aparte del cambio climático, en su libro Contra Apocalípticos, en el que se basa la ponencia, también nombra otras cuestiones.

Sí, bueno, el cambio climático seguramente es la más acuciante y más real a la que nos enfrentamos. Por suerte se están tomando medidas para intentar, si no solucionarlo del todo, al menos mitigarlo. Hay otros problemas que también pueden conducir a una crisis grave de la civilización, como la inteligencia artificial. Pero este caso es mucho más especulativo todavía, porque no tenemos ninguna idea clara de cómo podría causar el colapso de la civilización algo como la IA. Es ciencia ficción, no hay una teoría científica que nos diga qué va a pasar concretamente.

Todas estas narrativas en torno al fin del mundo, ¿quiénes las sostienen? ¿Los ‘apocalípticos’?

Hay muchos tipos de apocalípticos. A los que expongo en el libro sostienen, más que la idea de que nuestra civilización está a punto de colapsar, la idea de que nuestra civilización es tan malvada que se merece colapsar, que hemos cometido tantos pecados que la naturaleza se quiere vengar de nosotros. En resumen, son los colectivos que tienen la concepción de que la humanidad está corrupta, decadente, etcétera.

¿Y qué intereses esconden detrás?

No creo que se muevan por intereses. Quienes están convencidos de que la civilización va a colapsar, están convencidos honestamente. No es porque quieran engañarnos para conseguir algo de nosotros. Tienen una especie de fe irracional, religiosa o milenarista.

¿Usted considera que este tipo de mantras ahora mismo son los predominantes en nuestra sociedad?

A nivel narrativo, posiblemente sí. Es decir, si vemos la televisión, los documentales, el cine, los medios de comunicación en general… Es la idea que parece dominante, que es hasta un poco inmoral oponerse a ella. Pero si nos fijamos en la práctica cotidiana de la gente, a la mayoría le preocupa relativamente poco. No digo que no preocupe nada, pero no parece que la mayoría de la gente actúe de forma coherente con la idea de que el mundo se va a acabar dentro de muy pocos años.

Parece que lo moral está prevaleciendo sobre la lógica o la razón en este caso.

Sí, en este caso, efectivamente, la idea del libro es que se trata de una disputa moral, de una polémica moral. Hay gente que piensa que la sociedad actual es radicalmente inmoral y que tiene que cambiar. Entonces, los debates, en vez de centrarse en cuestiones técnicas y políticas, lo hacen sobre cuestiones morales y éticas.

¿La sociedad se está abrazando precipitadamente al posthumanismo que lleva por bandera todo este discurso moralista?

Bueno, eso es lo que me planteé yo al escribir el libro. A mí parece que el humanismo, que defiende que el ser humano tiene unas capacidades diferentes y más racionales que otros animales, y que por eso tiene unos derechos y unas obligaciones superiores a las del resto de seres vivos, es bastante razonable. Ha ayudado a que las sociedades actuales sean más democráticas, más prósperas y más tolerantes que las de hace unos siglos. Pero este humanismo se suele asociar con algunos graves problemas, como el colonialismo, la explotación, la contaminación, etcétera. Mucha gente piensa que estos problemas se resolverían si abandonáramos esta corriente de pensamiento y la sustituyéramos por el posthumanismo o transhumanismo, que no tiene ningún discurso claro, es todavía algo desconocido que incluye una gran variedad de puntos de vista.

Puede que ese ‘gris’ sea lo que atrae tanto, ya que favorece que cada uno pueda amoldarlo a su percepción.

Por desgracia, en la historia del pensamiento, ha pasado muchas veces que una filosofía con una visión del mundo, como diría yo, de lenguaje muy oscuro y enrevesado, oculta en el fondo el hecho de que cada uno puede interpretarla como quiera. Eso es lo que la hace muy atractiva.

Usted defiende en su tesis que el discurso de los posthumanistas, animalistas y ecologistas entraña contradicciones. ¿Cuáles son?

No hay ninguna filosofía que esté libre de contradicciones. Eso también es verdad. Pero, en el caso del animalismo, señalo en el libro la contradicción de que, mientras defienden los derechos de los animales, ellos mismos son los que violan esos derechos, ya que no se preocupan por su bienestar cuando otros animales les causan sufrimiento, por ejemplo, cuando son devorados en la selva, en el mundo salvaje… El sufrimiento de los seres en libertad parece que no preocupa nada desde el punto de vista moral, solo el de los que están sometidos al ser humano.

Al final del libro, hace una reflexión sobre el futuro que le espera a la humanidad a largo plazo. ¿Es optimista?

En cierto sentido, sí, porque es muy probable que la humanidad vaya a sobrevivir durante mucho tiempo. La civilización podrá experimentar muchas crisis a lo largo de la historia que tiene por delante, pero ninguna va a hacer que colapse, que vuelva a la edad de piedra. Hay un futuro bastante asegurado. 

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