CD Tenerife

«Me encerré en el baño mientras todos se iban»: así fue la noche del Tenerife-Ferrol que lo cambió todo en 2005

La visita del Ferrol en 2005 desencadenó una catarata de dimisiones de tal calibre que abrió una nueva etapa en el club

EL DÍA reconstruye lo acontecido en una jornada crucial para el representativo

Víctor Pérez Ascanio, a su salida del Heliodoro.

Víctor Pérez Ascanio, a su salida del Heliodoro. / Acan

Manoj Daswani

Manoj Daswani

Los cánticos de un Heliodoro casi huérfano de público propiciaron aquel martes lluvioso un giro crucial en la historia del CD Tenerife. Sin que nadie lo presagiara dentro ni fuera de la institución, llegó de repente y al filo de la medianoche una catarata de dimisiones imposible de pronosticar. Así, fue la del 20 de diciembre de 2005 una fecha clave porque todo lo que aconteció aquella noche dio paso después a la presidencia más larga de la historia de la institución, la de Miguel Concepción. Su mandato, con comienzo en 2006, tiene en realidad su origen en un partido de fútbol. Un Tenerife-Racing de Ferrol. Fue el partido que todo lo cambió.

«¿Te refieres a la noche que había cuatro gatos en el estadio?», ironiza uno de los protagonistas de la desdichada contienda (1-2 para el Racing de Ferrol, el rival que regresa al Heliodoro este domingo). Fue una derrota tan fatídica que casi nadie se atrevió luego a hacer declaraciones sobre la misma. Además, ocurrió todo en plenas fechas navideñas, a cuatro días de la Nochebuena, de modo que todos se fueron de vacaciones «con la incertidumbre de saber qué pasaría», revela otro de los jugadores que estaba aquella vez sobre el terreno de juego.

Hubo por aquel entonces un elocuente silencio entre los futbolistas, los técnicos y hasta los consejeros que aquel día dimitieron todos a la vez, golpeados por una impulsiva determinación del entonces presidente, Víctor Pérez de Ascanio. EL DÍA ha tratado de reconstruir la historia con los testimonios inéditos de los que vivieron en primera persona el resultado que abrió en canal a todo el tinerfeñismo. Algunos prefieren no recordar. Otros es que apenas tienen presente lo que ocurrió aquella noche. «Me acuerdo más de los compañeros que del partido en sí«, responde desde Fuerteventura el exfutbolista Héctor Sánchez Cabrera.

«Yo tengo más presentes los momentos felices. En aquella etapa estaba yo recién llegado al primer equipo y sí puedo decirte que la plantilla tenía buenos mimbres», describe tras enunciar algunos nombres de aquel equipo como Toni Moral, Edu Moya o César Belli. «Pero no sé qué decirte, aquella tempoarda acabamos los quintos por la cola y aquel Tenerife-Ferrol no fue un buen partido», atestigua.

Cuando el árbitro Teixeira Vitienes pitó el final y se consumó la derrota, el representativo sumó su undécima jornada consecutiva sin vencer. No ganaba desde la séptima jornada liguera y la situación era peliaguada. La prensa y el entorno ponían el foco en un consejo que había aterrizado para regenerar al representativo y se había visto desbordado por una deuda gigante (48 millones de euros), pero también por sus propias desavenencias, las dificultades de convivir los dirigentes provenientes de dos planchas diferentes –la de Pérez Ascanio y la del fallecido Quico Cabrera, que había probado las mieles de la gloria con el Tenerife Marichal– y la errática serie de resultados sobre el verde.

Tras fracasar con diferentes apuestas para la secretaría técnica o el banquillo, aquel grupo de consejeros se había encomendado a un agente local de futbolistas como asesor deportivo (Olaf Bonales, ahora representante de Ayoze Pérez, Moleiro y otras figuras relevantes del balompié canario) y para el puesto de entrenador viviría durante aquel año funesto un auténtico carrusel de destituciones tras la primera y más dolorosa, la del Tigre Barrios, que llegó a poner líder al equipo blanquiazul. A su cese se puso al mando de las operaciones de forma provisional Quique Medina (un partido) y a renglón seguido vino Antonio López tras un rápido proceso selectivo donde se manejaron nombres de lo más rocambolescos.

«Como solución de emergencia se trajo a este hombre, con tan mala suerte de que con él no ganamos ni un solo partido», precisa con una memoria prodigiosa la única mujer de aquel consejo de administración, María del Carmen Saavedra. «El día del Ferrol volvimos a perder y se confirmaron los augurios y la mala dinámica en la que estábamos», aduce.

Afluencia de espectadores

Es llamativo que todos los protagonistas de aquella noche recuerdan mucho más la floja afluencia de espectadores (por la lluvia, el pésimo momento deportivo y el escaso tirón del rival) que el resultado del partido: 1-2, con tanto inicial de Toni Moral (3'), empate con reacción rápida a cargo de Baha para el Racing (10') y golpe mortal de necesidad en el segmento final de la contienda con Granón (83') como verdugo del Tenerife. Y de su presidente.

«No me gustó nuestra forma de dimitir», revela ahora la consejera Saavedra. «Fue una noche desagradable. Estábamos poniendo todo de nuestra parte y buscando la manera de sacar al club adelante. Lo que yo recuerdo es que nos convocaron de urgencia a toda la junta directiva para decir que nos íbamos. Se estuvo valorando quedarse o no hacerlo, pero Víctor Pérez era el presidente y él dijo no iba a seguir más», agrega.

Lo más sorprendente es que la decisión cogió por sorpresa incluso a los propios compañeros de viaje del ingeniero lagunero. «Fue todo a bote pronto porque no se había meditado, tampoco se había dicho que nos fuésemos a ir en caso de derrota», enuncia Saavedra. «Ahora, mucho tiempo después, puedo decirte que nos cogió a una parte de la directiva con el pie cambiado», añade. De Ascanio se sabía de su carácter ciclotímico; de hecho, semanas atrás un rotativo local había publicado la errónea información de su intención de dimitir, desmentida tajantemente por el propio club.

«A mí siempre me ha gustado decir la verdad. A nosotros nos hicieron acoso, todo el mundo, para después a la larga reconocer que dejamos un patrimonio; eso hay que valorarlo», concluye en su relato Saavedra. En la imagen de la dimisión múltiple aparecieron varios consejeros y también Olaf Bonales, si bien éste último no estaba de acuerdo con irse de aquella manera. Se ubicó en la foto a regañadientes, a un lado, y fue uno de los asuntos que mayor controversia generó en los días sucesivos, pues el asesor reclamó de forma legítima una indemnización por despido al consejo entrante y hubo voces que se alzaron para denunciar que no la merecía porque él también había dimitido.

En la imagen de la salida por agotamiento no estaba Eduardo Chinea Suárez, otro de los consejeros de aquel nuevo Tenerife que se había conformado tras las elecciones que perdió Javier Pérez por la confluencia de las planchas de Ascanio y Quico. «Lo único q se puede decir es que Victor fue honesto; siempre dijo que si le pitaban en el Estadio, él se iría. Es lo que hizo. La primera vez que le pitaron, fue coherente, consecuente. Eso en el fútbol ya no lo hace nadie. Y después hay otro hecho relevante, que tanto que le criticaron por la venta de los terrenos, y la salvacion económica y de lo que presumieron después fue gracias al cambio de uso que logró su consejo de administración», relata Chinea, que había dimitido siete meses antes.

El equipo

En el Tenerife de aquel día formaron Kelemen bajo palos; Cristian Álvarez, Edu Moya, César Belli (expulsado por doble amonestación a los diez minutos de la segunda parte), Almirón, Héctor Sánchez, Toni Moral, Toñito, Jesús Vázquez, William Fabro y Cristo Marrero. El entrenador López, que vivió –sin saberlo entonces– casi su último episodio a escala profesional en España, tiró de tres canteranos como recambios de emergencia: Hormiga, Ayoze García y Aarón Darias. Justamente el testimonio de éste último es de los más sorprendentes: «Lo que recuerdo de aquel partido es que llegábamos con una mala racha tremenda y que semanas atrás le había costado el puesto a Barrios. Todo eso sumado a una gran incertidumbre en lo económico. Yo era joven en aquel vestuario pero sí detectaba que algo ocurría por el vaivén continuo de conversaciones entre capitanes y gente del club. En lo personal estaba contento porque con la llegada de Antonio López estaba teniendo minutos y aquella noche fui el primer cambio en entrar. El partido empezó bien pero nos empataron rápido y el runrún fue enorme;era mucha la tensión y eso se palpaba. Cuando nos hacen el 1-2 estalla todo;y ya en los últimos minutos notabas que el partido era lo de menos. Con el tiempo hablé con un futbolista del Racing (Moisés Pereiro) y me contó que hablaban entre ellos para no hacer más sangre porque veían lo que había. La anécdota mía es que al entrar al vestuario me metí en uno de los baños por buscar algo de soledad y bajar pulsaciones, y estando allí, se produjo todo: los entrenadores se marcharon, el presidente entró y delante de todos compartió su decisión. Lo hizo ante todos, pero no conmigo, que no salí de aquel baño hasta que el vestuario quedó en completo silencio». Una escena para la historia.