Triunfo del Tenerife en Oviedo y permanencia virtual

El equipo blanquiazul vence en el estadio Carlos Tartiere gracias a un gol de Jérémy Mellot en la primera mitad y suma 49 puntos a falta de cinco jornadas para el final de la Liga

Julio Ruiz

Julio Ruiz

Con cinco jornadas para llegar al final del calendario, el Tenerife alcanzó la cifra de 49 puntos, una cantidad que le da la permanencia virtual en Segunda División. No era la meta marcada inicialmente, pero, dadas las circunstancias, convenía cruzarla cuanto antes. No habría sido posible sin la ruptura de la mala racha a domicilio. Casi cinco meses después, el equipo blanquiazul volvió a ganar fuera de casa. Lo hizo en un Carlos Tartiere en el que no vencía desde 2013 y ante un Oviedo bloqueado como candidato al ascenso. El 0-1 fue producto de una notable resistencia defensiva y del acierto de Mellot en el único tiro a puerta.

El Tenerife empezó con dos delanteros, Ángel y Gallego –algo poco habitual–, pero no por ello quiso propiciar un partido de ida y vuelta. El plan inicial consistió en intentar que pasaran pocas cosas, sobre todo en el área propia. El equipo llevó el control a su manera, dejó que reposara el fútbol y quedó al acecho de cualquier despiste del rival para poder acercarse al gol. Se suponía que el Oviedo estaba obligado a arriesgar más, por su condición de aspirante a entrar en la promoción de ascenso. El Tenerife tendió la clásica trampa del visitante. Y los locales tampoco pusieron mucho de su parte para evitar que la tarde avanzara bajo un ritmo lento, sin picos intensidad. En realidad, las señales fueron las de un Oviedo con el freno de mano puesto, sin la seguridad que se supone que debe tener un competidor que opta a subir a Primera. Quién sabe, puede que esa fría respuesta tuviera su origen en el empate con el Mirandés en la anterior cita en el Tartiere y la posterior derrota en Cartagonova. Mal de alturas cuando queda poco para el final del curso.

El orden de prioridades del Tenerife puso la protección por delante de la elaboración. Una fórmula que no está reñida con el triunfo, sobre todo cuando, como pasó esta vez, no se cometen errores graves. Garitano optó por una línea defensiva formada por Mellot, José Amo, Loïc Williams y Buñuel. A este último le tocó ocupar el lateral izquierdo a pierna cambiada.Casualidad o no, el Oviedo insistió por ese lado, explotando la velocidad de Viti. Precisamente por ahí se produjo la primera llegada del equipo de Luis Carrión, una falta lateral lanzada por Colombatto directamente a puerta. El balón se enredó en un bosque de piernas y se marchó a córner.

Los blanquiazules –esta vez de rosa– apenas pasaban apuros. La exigencia estaba solo en algunos centros procedentes de los costados, como el que prolongó Luengo en el 12’ para dejar a Alemao con la miel en los labios. La producción oviedista tampoco estaba siendo alta en un partido plano.

El Tenerife no renunciaba a estirarse, pero le faltaba precisión, una mayor conexión entre las líneas. Aún así, Roberto acertó a colgar un balón en el área al que no llegó por poco Rahmani (15’). No fue gran cosa, pero al menos sirvió para avisar que el Tenerife no se iba a conformar con el 0-0.

Tampoco el Real Oviedo, que insistía a cuentagotas. Sebas Moyano probó suerte con una volea desde la frontal del área, fácil para Soriano. El portero sí quedó totalmente expuesto en el minuto 29 por un remate de cabeza de Luengo, tras ganarle la posición a Ángel. La pelota tropezó en el palo.

En medio, Mellot había mostrado su perfil ofensivo con una recuperación en el centro y un apoyo con Roberto López, cuyo pase al corazón del área no pilló el francés por cuestión de centímetros (26’).

Jérémy saldó esa cuenta poco después con el 1-0. El balón circuló rápido, al fin, con pases a un toque de un lado el campo a otro para que el lateral recibiera con espacio, entrara en el área y armara un disparo con el que coló la bola en la portería de Leo Román, cerca del poste más alejado. Premio para el Tenerife en su primer remate.

El Oviedo acusó el golpe y se aferró al intermedio para buscar soluciones. Carrión decidió quitar a Jimmy y poner a Masca. El efecto se notó enseguida. A los 10 segundos de la reanudación, el sustituto contó con una ocasión de gol. En el minuto posterior cayó en el área, presionado por Amo, y reclamó penalti. Rafael Sánchez López abrió las manos dando a entender que no había visto nada.

La reactivación del Oviedo dio para más. El siguiente en aparecer fue Alemao con un remate a la media vuelta dentro del área. Solo su falta de puntería evitó el gol.

Tras una breve tregua, los asturianos perseveraron, finalizando con desesperación, subiendo las revoluciones de su fase ofensiva. Ahora sí, el Tenerife lo estaba pasando mal. Seoane puso a prueba al portero sevillano con una volea desde la frontal del área. Juan despejó con apuros (54’). A renglón seguido, la amenaza llevó el nombre de Sebas Moyano. Su espectacular golpeo se estrelló en el palo derecho de la meta isleña. La frecuencia estaba siendo creciente y el empate se veía venir. Con la intención de conservar la ventaja, Garitano realizó los primeros cambios en el minuto 56:José León y Sergio González por José Amo y Gallego. El Tenerife pasó a defender con una línea de cinco. Con media hora por delante se extremaron las propuestas. El Oviedo se volcó, todavía más, en su propósito de marcar. Los visitantes centraron sus esfuerzos en contrarrestar. Ejercicio de resistencia.

De entrada, el Tenerife consiguió frenar el ímpetu de un adversario que captó el mensaje de que su momento emergente ya había pasado. El cronómetro corría a toda velocidad en su contra, y a favor de un Tenerife que refrescó dos posiciones en el 66’. Luismi Cruz cogió el relevo de Roberto y Nacho se situó en el puesto de extremo cedido por Yanis. Unos instantes antes, Carrión había añadido más madera con Bastón y Millán. Pero la sensación era que se estaba jugando más a lo que le interesaba a los tinerfeños. El Oviedo, de manera atropellada y más por acumulación que por profundidad o desborde, se resistía a firmar la rendición. Así lo corroboró Masca con un remate de cabeza, un regalo para Juan Soriano (73’).

El Tenerife tenía domada la situación, pero también estaba sujeto a cualquier giro, como la acción en la que el Oviedo pidió penalti por un supuesto agarrón de Buñuel a Borja Sánchez. El árbitro no pitó nada en el momento y tampoco cuando fue invitado por López Toca a revisar la jugada en el monitor. Alivio isleño en el 84’.

Por si quedaba alguna duda de que el partido estaba para el Tenerife y no para el Oviedo, en el alargue de 9 minutos, Loïc Williams despejó un balón bajo palos y Luengo perdonó en un claro testarazo tras un saque de esquina.

El duelo se fue apagando con el único sobresalto –por llamarlo de alguna manera– de la expulsión de Asier Garitano. Una anécdota para arreglar la temporada con la permanencia virtual en Segunda.