Alonso Fernández-Del Castillo, el 'padre' del Cabildo moderno

Fue decisivo como secretario en el cambio a la estructura jurídico-administrativa democrática

Alonso Fernández-Del Castillo, en el Instituto de Estudios Canarios.

Alonso Fernández-Del Castillo, en el Instituto de Estudios Canarios. / ED

El pasado día 4 de marzo fallecía a los 94 años Alonso Fernández-Del Castillo Machado, arropado por su esposa, Gutta, y sus hijos, Pablo y Miguel, junto al resto de la familia. Puede que el nombre no sea reconocible, pero la Isla le debe mucho a quien recibió el título de Hijo Predilecto de Tenerife el 20 de junio del año pasado. Merecido, porque este lagunero, nacido en 1929 y licenciado en Derecho por la ULL, pergeñador del Régimen Económico y Fiscal (REF) de Canarias puede ser considerado el padre del Cabildo moderno a cuyo servicio dedicó 25 años de su vida (1969-1994). Primero como Oficial Mayor y luego en el cargo de secretario, donde su papel fue decisivo para adaptar la estructura jurídico-administrativa de la institución al cambio que supuso la transición y la etapa democrática.

Jurista experto –profesor de Derecho Administrativo–, además de amante de la música clásica, unió ambas pasiones durante su carrera profesional al dar un decisivo impulso al carácter insular del Conservatorio Superior –luego cedido a la Consejería de Educación– y a la Orquesta Sinfónica.

En Madrid preparó la oposición a Secretario de Administración Local de Primera Categoría. Residió en el célebre Colegio Mayor César Carlos, donde coincidió con compañeros que, con posterioridad, se convirtieron en figuras de la transición política como José Luis Sampedro, Raúl Morodo, Ramón Tamames o Alejandro Nieto.

José Antonio Duque Díaz, secretario del Cabildo tras Fernández-Del Castillo, con el que compartió muchos años, recuerda una anécdota que permite calibrar su figura: «Iba hacia su despacho y veo que hay una persona esperando fuera. Cuando me di cuenta era nada menos que José Luis Sampedro (1917-2013) – escritor, humanista, economista y político de enorme relevancia–». Añade: «Me dirijo a él y me dice, tras la sorpresa inicial, que estaba esperando a su intimo amigo Alonso que estaba ultimando un documento».

Serio y muy riguroso en su trabajo, pero cordial y respetuoso con todos. Cambiaba radicalmente cuando ejercía de secretario respecto a su trato a la gente en la calle. Ahí mostraba su faceta más alegre y distendida. Lo dicen quienes le conocieron en el Cabildo, como el ordenanza Esteban Pérez, con tres décadas de trabajo en el Palacio Insular. Recuerda; «Leía El País todos los días, yo iba a comprar el periódico al quiosco y se lo llevaba al despacho».

Después de finalizar los estudios su primer destino profesional fue en el Ayuntamiento de Güímar. Posteriormente, obtuvo la plaza de Oficial Mayor del Cabildo de Tenerife en 1969 para acceder más tarde a la de vicesecretario general y luego, en 1991, ser nombrado secretario general, puesto que desempeñó hasta su jubilación en 1.994 –hubiera querido pero no pudo seguir hasta los 70–. Así pues, 25 años al servicio de la primera institución de Tenerife. En aquel organigrama solo estaba por detrás del presidente, cargo que ocuparon en aquello tiempos, entre otros ilustres, José Miguel Galván Bello o el recientemente fallecido Andrés Miranda.

Fundamental en el REF

Cabe destacar la participación activa de Alonso Fenrnández-Del Castillo en la aprobación de la Ley del Régimen Económico y Fiscal (REF) de Canarias, la 30/1972. Duque lo califica como un pilar fundamental en el germen de la Comunidad Autónoma, un auténtico precursor de la autonomía.

Tomó parte asimismo en la redacción de la normativa y estatutos de instituciones u organismos en los que la corporación participaba, lo cual contribuyó a una gestión más ágil en la respuesta a problemas en distintos ámbitos. Desde los polígonos industriales al Consejo Insular de Aguas o el Instituto Tecnológico y de Energías Renovables, entre otros. Pero es que también jugó un papel en el desarrollo de los aeropuertos del norte (Los Rodeos) y del sur (Reina Sofía).

O en la construcción del Hospital General y Clínico que posibilitó la creación de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Laguna y que los estudiantes de la Isla no tuvieran que desplazarse a la península para estudiar medicina. Sin olvidar el Plan Insular de Residuos Sólidos (PIRS), primera experiencia de asunción de competencias municipales para dar respuestas a nivel insular al grave problema del tratamiento de los residuos urbanos.

En el ámbito cultural, fue también decisiva su participación en la asunción por la Corporación insular del Conservatorio Superior de Música y de la Orquesta Sinfónica de Tenerife (OST) ( y su consolidación) tras la conversión de la de Cámara de Canarias. También fue presidente del Ateneo o director del Instituto de Estudios Canarios. Una vida al servicio del Cabildo y de la Isla.

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