Tradición | Romería en El Rosario

La Esperanza celebra su romería entre bandejas de carne

Mientras las autoridades iban vestidas de típico, los maceros las custodiaron por el recorrido; en una de las casas sacaron hasta una pértiga para pedir comida a las carretas

Humberto Gonar

Humberto Gonar

El Rosario celebró la romería en honor de la Virgen de La Esperanza -alcaldesa honoraria- que reunió a miles de personas, en uno de los desfiles de tipismo y colorido –que diría el periodista Domingo García Barbuzano– más generosos en cuanto a reparto de comida se refiere. Y eso lo saben propios y extraños, hasta el punto que ya es habitual que desde una de las casas que se localiza donde tiene lugar la tradicional ofrenda de frutos, a los pies de la plaza del ayuntamiento viejo, se pertrechan de una pértiga –eso sí, típica, porque la sacan todos los años y porque está rematada con una cereta– que, cuando llegan cada una de las carreteras, al grito de «¡arriba, ¡arriba!» reclaman la atención para que depositen en ella la degustación gastronómica que aporta cada una.

La romería comenzó con la celebración religiosa en el templo y, a su término, marcó el inicio del trayecto que sale ya rodado gracias a la pendiente de la calle. Nada más finalizar la misa e impartido la bendición, el cura procedió a marcar el inicio del culto en la calle y gritar, con la fuerza propia de un arrorró el «¡viva la Virgen de La Esperanza!».

La presencia del trono de la Patrona a la plaza despertó los comentarios de vecinas del pueblo, que hacías apuestas sobre si el traje que lucía la Virgen era nuevo o no, asunto que las incondicionales de la iglesia resolverían después, a la llegada a la plaza del Ayuntamiento, cuando le plantearon la cuestión al párroco. En 25 esta es la segunda vez que luce este traje verde brocado y con bordados que realza la belleza de la imagen. A la puerta de la iglesia, Goya Alonso, dirigente vecinal de Afur, en el interior de Anaga, que no se da tregua. El sábado, en Taganana y este domingo, en La Esperanza, donde aprovechó para tomar recortes. «La iglesia está muy guapa arreglada. La Mía –dice en referencia a la imagen de su Virgen– va a estrenar el próximo año», cuenta con la satisfacción de haber tomado ideas. Pero eso ya será para el próximo año.

En la plaza de la iglesia, el trono se coloca a la espera de que alonguen las autoridades, donde contrasta el alcalde, Escolástico Gil, y su primera teniente de alcalde –a la derecha, Fátima Gutiérrez–, con el resto de la Corporación vestidos de trajes típicos y que contrasta con los maceros que a izquierda y derecha custodian a las autoridades con su vestimenta oficial. Las dos imágenes, tradición y gala, en una misma romería.

Atrás queda en el recuerdo la banda de música que también tocaba el Himno Nacional ataviados con traje típico. Escolástico Gil, poco a poco, ha dado giros para que la romería de La Esperanza sea precisamente una exaltación de las tradiciones. En esta edición la apuesta se llama Bentahod, grupo foclórico llegado desde la Villa de La Orotava, que abre el repertorio tocando corazones. Ni himno nacional, ni canario, sino el Pasodoble Islas Canarias, con música y letra a la que se suma el puñado de participantes que espera la salida de la romería en la plaza.

Bentahod –el término significa mensajeros del valle– se fundó en la Villa de La Orotava hace veintitrés años y está dirigido por Carlos González en la actualidad. Todavía hoy tiene en sus filas a algunos de sus fundadores, como Domingo, Pancho, Juan, Chicho, Toño... «Hemos participado en alguna romería y sobre todo en bailes de mago», explica Pancho, que interrumpe la explicación para colocarse en formación parrandera y comenzar el Pasodoble. 

¡Fuerte manto bonito!

Entre ¡viva la Virgen de La Esperanza!, se desliza casi un grito de ¡fuerte manto más bonito!, mientras Maite, que esperaba la salida de la imagen, se levanta del banco más próximo a la puerta de la iglesia, deja a su marido y echa mano del móvil para inmortalizar el momento. «Ella es la fotógrafa», cuenta con satisfacción Manuel, que hacen el trayecto de la romería como si fueran un miembro más del grupo foclórico Bentahod, que tampoco pone difícil seguir el repertorio, desde Andrés, Andrés, repásate el motor a otros clásicos populares que entonan.

Mientras la comitiva se iba armando en la plaza, un jeep de Protección Civil hizo de papa móvil para facilitar el traslado del cura que, con su muleta, bastante esfuerzo hizo con cruzar la plaza, máxime habida cuenta la pendiente de la calle.

Y más ¡vivas! a la Virgen de La Esperanza en el trayecto de bajada de la cabecera de la romería hasta las escaleras de la playa del ayuntamiento, con la parsimonia suficiente para que la responsable de protocolo no pierda la vez y le colocó el chaleco al alcalde.

Aunque inicialmente parecía que la reina de las fiestas iba en segunda fila, fue una simple confusión con la joven concejala de Igualdad, Participación Ciudadana y Patrimonio, Irene Villar. Y es que la corte de honor de la romera y el romero mayor fueron precisamente en las primeras carreteras, como ocurrió con Gabriela Delgado y Alfredo Rodríguez, con sus respectivas cortes de honor.

La romería continuó entre canciones de verbenas y hasta de fanfarria, por el uso de vientos y hasta acordeón, el discurrir de la cabecera de la romería hasta llegar a la plaza del ayuntamiento viejo, donde fue instalado el trono de la Patrona de La Esperanza. Y justo delante, a los pies, se habilitó una tribuna con tres butacas, dos para otros tantos curas, y otra para la hermana mayor de la hermandad. Todo bajo la atenta mirada de Manuel Asensio y su equipo de seguridad.

Tras la primera ofrenda, a cargo del alcalde y su número dos, Fátima Gutiérrez, se sucedieron las actuaciones de los grupos folclóricos que se alternaron entre las carretas, como los amigos de La Esperanza, Cumbres Gomeras, Aires Isleños, Virgen de Fátima, Princesa Iraya y hasta el grupo de Amigos Isleños, llegados desde la isla de Gran Canaria.

En el devenir de la romería, primero Bentahod, para seguir un barco que navegó en asfalto, cuando se incorporó desde la calle que está junto al ayuntamiento nuevo, junto a la Danza de Guamasa; luego, otro barco, esta vez con Cumbres Gomeras, para llegar las carretas de romeras y romeros flanqueados por los Amigos de La Esperanza y Aires Isleños y la Escuela de Folklore e Ilusión Canaria.

Carreta, grupo; carreta, grupo

En esa exaltación de la apuesta por la cultura de la tierra, carretera y gripo: agrupación Venturrey; otra carretera y agrupación Leopoldo Morales... y se hizo al algarabía cuando llegó una de las carrozas más esperadas, la de Montesano, por la generosidad. Entre gritos de «¡aquí, aquí!» o «¡arriba, arriba!», con pértiga en mano, repartían productos cárnicos, reivindicando en la romería el compromiso que mantienen durante todo el año por tener la sede de la empresa en este municipio. Y para ayudar al disfrute, carro de sangría, al ritmo de la agrupación Virgen de la Alegría; carreta y Danza El Candil; carreta y Agrupación Santa Cecilia... y llegó la segunda de las carreteras que se busca en la romería de La Esperanza, la que patrocina Egatesa, la otra empresa de productos cárnicos. Y a su lago, agrupación Princesa Iraya, para continuar con la Asociación Cultural Tamaragua, llegada de El Tablero, y El Tonique; carreta y Agrupación Sangre Marina; carreta u parranda de Amigos Isleños, para seguir con el carro de Eugenio y a partir de ahí ampliar la representación animal. Junto a los rebaños cabríos, burros de Llano del Moro, con las cabras de Román; ovejas de Eulalio, y más cabras, gracias a Petra y Hilario que alimentaron la exhibición del sector primario en las calles del casco de La Esperanza.

Durante el recorrido, vecinos y visitantes compartieron la satisfacción de la temperatura con la que se desarrolló la romería. «Anoche –por la del sábado al domingo– hasta tuve que ir a casa a coger la rebeca», le explicaban a Milagros, hasta el punto de que alguna vecina aseguró que llegó a llover un poco. En momento, tregua en la conversación para atender el reparto de carne que, en el caso de las carretas de Egatesa y Montesano, se sirven en bandeja, otra de las características en este tipo de exaltaciones del folclore.

Y de la romería, a la verbena, con dos clásicos de los escenarios: las orquestas Revelación, de Barranco Hondo, y la Wamampy, mientras algunos aprovechaban el tumbo en las carretas ya aparcadas al término del trayecto; y es que La Esperanza puede presumir de ser una romería con más comida que participantes, y no porque acudan pocos. Este lunes se ofrecen varias rutas guiadas por el bosque del Adelantado, como un guiño o brindis del alcalde por la nueva Esperanza que toca ya a la puerta en forma de plazas.

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