Opinión | A babor

Prometer

Ribera se ha reunido con Clavijo en Las Palmas de Gran Canaria para informar sobre ayudas de geotermia

Ribera se ha reunido con Clavijo en Las Palmas de Gran Canaria para informar sobre ayudas de geotermia / Europa Press

Fernando Clavijo y la ministra Teresa Ribera se vieron ayer y hablaron de descarbonización y otras yerbas similares. Ribera ha dicho que la de las islas estará liquidada en 2040, es decir, cuando ella no sólo no esté gobernando, sino que el personal no recuerde ni quién era. Prometer a tan largo plazo es como jurar la luna. También ha prometido la ministra dar los pasos necesarios para evitar en el futuro el colapso de nuestros sistemas energéticos, que no vuelva a ocurrir nunca lo que pasó en julio en La Gomera, que no haya más apagones en las islas. La ministra estaba ayer rumbosa y repartió además megavatios por las islas como un rey mago reparte caramelos: a Gran Canaria le lanzó un goloso puñado de 120 megavatios, a Tenerife otro de 80 y a Fuerteventura (es de suponer que con Lanzarote, porque el sistema de las dos periféricas orientales es conjunto) hasta 50 más. Y eso es sólo el principio: la ministra adjudicará antes de 2030 450 megavatios más para Tenerife, 360 para Gran Canaria, 350 en Lanzarote y Fuerteventura, 52 en La Palma, 9 en El Hierro y dos y medio en La Gomera. Por si eso fuera poco, se apuntó también la inmediata implantación de energía eólica marina –este año–, el desarrollo del gran potencial de Canarias de sistemas de energía marina generadas de las mareas o de las olas, el estudio de un futuro y masivo despliegue en Gran Canaria de la energía eólica, y la implantación de estaciones geotérmicas en las islas. La ministra traía su bocata de geotermia palmera bajo el brazo, con la publicación –ayer mismo, qué casualidad– de una propuesta para poder adjudicar 120 millones de euros en proyectos sobre geotermia profunda. De los 120, 14 son para Madrid, y el resto vendrá a las islas, dijo la ministra, y Clavijo ponía cara de que esta vez sí, vaya, que va a ser verdad, y Ribera soltó su frase: «La energía geotérmica en nuestro país tiene acento canario», léase: dulce, suave y seseante, como el ruido que hacen los tendidos cuando sopla una ligera brisa.

Ribera prometió que los proyectos iniciales comenzarán ya antes de que acabe este año, y estarán funcionando en 2026. Es mucho prometer, ministra. Yo no me creo ya una higa, y no es por ser de natural pesimista, pero es que uno ha visto tantos ministros y ministras que inician su mandato prometiendo el oro y el moro, y a la vuelta de la esquina no dan ni los buenos días. Por eso no está ya uno para creerse nada. Recuerdo sin ir más lejos las cuatro veces que el ministro Soria presentó con toda seriedad su plan de obras eléctricas en Canarias, del que nada de nada se ha sabido nunca. Y eran un saco de millones que le quitaría el hipo al que ahora se anuncia…

Las promesas sobre grandes inversiones energéticas en Canarias nos acompañan desde hace más de treinta años. Pero hace veinte que no se cambia un tornillo de nuestros seis sistemas eléctricos, especialmente para dotarlos de mayor capacidad de producción. En Tenerife seguimos purgando el error de Vilaflor, donde los pinos no nos dejaron ver el bosque, y lo que había que hacer quedó a expensas de ser recibido con aplausos por todo el mundo. Algo que nunca pasó, nuestros no a todo son tenaces y duros de pelar. Desde entonces, Tenerife soporta un sistema de distribución eléctrica que parece diseñado para espantar al personal. Una red sobrecargada hasta el límite, varios intentos de implantar el gas que no llegaron a ninguna parte, y el atentado al paisaje de las enormes torretas rojiblancas que custodian como comparsas la autopista del Sur en sus últimos tramos. Son la herencia combinada de las protestas de Vilaflor y el desastre del Delta, cuando cayeron una detrás de otra hasta cuatro docenas de obsoletas torres de Unelco, como cae un castillo de naipes.

Ahora viene esta señora tan agradable y nos dice que el ministerio se va a poner las pilas, y que va a trabajar codo con codo con el Gobierno de Canarias para reducir «de forma muy importante» la importación de combustible, mientras se garantiza la cobertura del suministro a las islas. Paparruchas. El contador está en marcha desde hace treinta años y esta región –que fue en su día pionera en el uso de energías renovables, tanto eólica como solar– está hoy a la cola, como en casi todo.

La única buena noticia real es la comunicación de Hacienda que permite compatibilizar el uso de los fondos europeos con la aplicación de las ventajas fiscales del REF en proyectos energéticos. A ver si cunde. Pero de todas las ministeriales promesas, yo me quedo con una que sé que sí se va a cumplir: la aprobación de un decreto para ampliar los plazos de ejecución de los proyectos amparados por el programa Next Generation. Y lo van a aprobar porque el Gobierno de España –como el de Canarias– tampoco ha dado la talla. No les queda otra opción que ampliar los plazos. O eso o ponerse a devolver dinero.

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