Emergencia por la sequía | Medidas contra la crisis hídrica

Un plan para acabar con la pérdida de agua en las redes municipales de Tenerife

El Consejo Insular de Aguas batalla contra las fugas en la red de abastecimiento como la principal iniciativa frente a la sequía

Imagen de archivo de una tubería para transportar agua regenerada al sector primario del sur de Tenerife.

Imagen de archivo de una tubería para transportar agua regenerada al sector primario del sur de Tenerife. / Andrés Gutiérrez

Acabar o reducir al máximo las recurrentes pérdidas de agua en las redes municipales para lo cual se dibujará un plan, previo informe de los ayuntamientos. Es la principal medida global, junto a la optimización del riego agrícola, así como las desaladoras y depuradoras en marcha, para paliar la sequía del campo en Tenerife, origen de la declaración este mes de la emergencia hídrica. Javier Davara, gerente del Consejo Insular de Aguas, entidad dependiente del Cabildo, desgrana las iniciativas propuestas. Entre ellas, las más destacadas de las 34 obras hidráulicas a impulsar –por un valor global de 420 millones de euros– o las 14 acciones para equilibrar la oferta y la demanda. Davara vaticina: «No prevemos cortes en el agua del grifo en el próximo verano». Señala que «hay que tener en cuenta las singularidades de un sistema interconectado para todos los usos, abasto y riego».

El gerente de la entidad encargada de gestionar la declaración de la emergencia hídrica por la sequía en la Isla, matiza respecto a la posible restricción al consumo humano que «pudiera darse en algún momento puntual en zonas altas o salir con menor presión como ocurrió el año pasado en el casco de La Laguna durante las olas de calor, pero sin cortes en el suministro humano».

Valora quien es un experto en el ciclo integral del agua que «ante una situación de emergencia como esta no solo puedes actuar desde el punto de vista de la oferta en generar más sino también de la demanda» porque «cuanto más en el mercado, más se consumirá si no tomas medidas tarifarias o de fomento del ahorro porque por mucho que produzcas nunca será suficiente». Apunta que «las iniciativas tomadas van dirigidas a eso». Indica Davara que «parece que se ha mejorado en la eficiencia del riego en los últimos años; no hay a manta sino solo por goteo o por aspersión». Una de las claves estaría en disminuir la demanda, pero no por las necesidades básicas sino por optimizar.

También resulta fundamental y es otra pata del problema en Tenerife, paliar las pérdidas de agua que se dan en las redes municipales. «Los ayuntamientos saben lo que tienen que hacer, pero deben ponerse manos a la obra o pedir ayuda para acometer la tarea», subraya Davara. Valora que «los grandes municipios han minimizado las pérdidas los últimos años, pero en los pequeños son elevadas y otros medianos como Icod reconoce que llegan al 50%». Por eso, explica, «hemos solicitado los informes a los ayuntamientos». En base a ellos se procederá a diseñar algún plan que permita de la mano con la administración local y con las empresas privadas de gestión indirecta que los ayudan a paliar o a eliminar esas pérdidas.

Davara no considera que el consumo del sector turístico juegue un papel clave en la sequía. Por contra, estima que los 21 hectómetros cúbicos sobre los 197,2 de demanda total es asumible. Sentencia; «Se nutre de desaladoras y regeneradoras; es decir, que mientras haya energía habrá agua». Añade que en muchos casos «se autoabastecen». Lo ideal sería que pudieran hacerlo con renovables». Un dato preocupa: el crecimiento demográfico en los últimos años. El consumo de aguas blancas (subterráneas) más regenerada se mantienen en el histórico 2010-2020, «pero todo puede haber cambiado en este último periodo». Recuerda Davara al ingeniero Juan José Braojos «que fue compañero» y «establece que el acuífero se mantendrá y estabilizará en torno a los 100 hectómetros cúbicos». Eso «con unos niveles de pluviometría normales que no se dan en estos últimos años».

La declaración de la emergencia hídrica en Tenerife por la falta de lluvia y la escasez de agua para agricultores y ganaderos pone estos días el foco en problemas que sufre la Isla por, entre otras cosas, las mencionadas pérdidas en la red pública y la falta de culminar las infraestructuras. Javier Davara incide en las soluciones y desgrana las principales obras a afrontar para aliviar la sed de campo isleño entre las 34 programadas .

Desaladoras. Además de módulos portátiles a distribuir por la geografía, la ampliación de tres desaladoras permitirán a corto plazo dar un salto adelante. El agua desalada solo supone 40 hectómetros cúbicos de los 198 de producción global. El agua subterránea (pozos y galerías) supone todavía 140 –como dato, el consumo anual de La Laguna son unos 9–. Las infraestructuras son las de Granadilla de Abona, Adeje-Arona y Fonsalía (Guía de Isora). También cabe resaltar en este ámbito la ampliación de la Desaladora Metropolitana de Santa Cruz.

Regenerada. El agua regenerada es «la gran esperanza blanca». Básicamente para el riego del campo. Ahora solo supone 17 de los 198 hectómetros cúbicos de la oferta. Clave en este aspecto es que culmine la obra de ampliación de la Estación Depuradora de Santa Cruz. Permitirá doblar los actuales 20.000 metros cúbicos diarios –otros tantos se pierden en el mar– para llevar el agua al sur. Dos infraestructuras están culminadas y empiezan a dar frutos. Por un lado, la de Valle de Guerra, en La Laguna, acabada en 2019, aunque en pleno rendimiento desde 2022 que nutre al Noreste (Aguere Norte, Tegueste y Tacoronte). Por otra parte, la ampliación de Adeje-Arona culminada este año. Javier Davara espera que en 2024 se entreguen otras tres: las de Güímar (abril-mayo); Los Letrados, en Granadilla. muy importante para acabar con los vertidos en El Médano, y la del Oeste, de Los Gigantes a Playa San Juan. En estos dos últimos casos, la entrega al Consejo se prevé para julio.

Equilibrio oferta-demanda. El diseño de acciones para equilibrar oferta y demanda define catorce propuestas, que inciden en la mejora de la eficiencia del uso del agua por parte de las explotaciones agrarias. En primer lugar, incentivar la instalación de sistemas de riego adaptados a las condiciones limitantes del suministro. También fomentar campañas de auditorías en fincas en busca de posibles fugas o procurar el mejor manejo de las instalaciones de riego mediante campañas de formación. Otra medida es adaptar el riego a la capacidad del suelo para retener agua y así evitar pérdidas. El objetivo es promover para ello la automatización y asegurar el riego según las dosis indicadas en las recomendaciones semanales de los técnicos. Resulta imprescindible el apoyo y asesoramiento específico e individualizado en materia de riegos y su gestión eficiente por parte la Oficina del Regante.

La declaración condiciona el otorgamiento de ayudas públicas en materia de regadíos al seguimiento de compromisos, prácticas de control y auditorias de las instalaciones o facilitar ayudas agrícolas con destino a la automatización, monitorización, sonorización y técnicas que reduzcan la evaporación. Otros objetivos son controlar el uso proporcionado del agua de riego que abastecen las redes públicas, instar al estudio detallado de los consumos agrícolas de medianías, campañas de formación en el manejo de aguas regeneradas en previsión de la inminente ampliación de la red insular o facilitar ayudas a la conservación de la biodiversidad cultivada de medianías que se encuentra en riesgo alto de erosión debido a la sequía, principalmente papas, frutales templados, cereales y leguminosas autóctonas.

También se propone el análisis de los precios públicos del agua de riego y el estudio de estructura tarifaria por bloques, en función de las eficiencias de riego.

Por último, se insta a los ayuntamientos a establecer bandos dirigidos al uso racional del agua de la población evitando los no prioritarios como el baldeo de calles, fachadas o aceras, llenado de piscinas, lavados de vehículos en la vía pública, etcétera.

Fundamentos de la sequía. El pasado día 1 el pleno del Cabildo de Tenerife aprobaba la declaración de emergencia hídrica en la Isla por la sequía. Fue ratificada posteriormente por la Junta del Consejo Insular de Aguas. La base del decreto que la proclama está en varios artículos de la Ley de Aguas de Canarias y del Reglamento del Dominio Público Hidráulico. En concreto, los artículos 107 de la Ley 12/1990 y 106 del Decreto 86/2002  del Reglamento aclaran que en caso de descenso grave de los caudales disponibles, o de las reservas hídricas, producido por circunstancias previsiblemente transitorias, que pongan en peligro la producción y el abastecimiento de agua de una isla o zona, el Consejo Insular podrá declarar para toda o parte de ella la situación de emergencia por tiempo determinado (seis meses), que podrá prorrogarse periódicamente mientras las circunstancias lo exijan. Por su parte, el artículo 197 del Reglamento del Dominio Público Hidráulico establece que declarada la situación de emergencia, el Consejo Insular podrá efectuar asignaciones de aguas a usos y zonas específicos; imponer la venta forzosa a determinados destinatarios al precio autorizado; determinar trasvases forzosos; acudir a la puesta en explotación de instalaciones no rentables; y ordenar el empleo de agua almacenada y demás medidas conducentes a lograr la necesaria disponibilidad del agua. Los perjuicios singularizados que cause su actuación, se indemnizarán conforme a la legislación de expropiación forzosa.

Si la emergencia conduce al desabastecimiento o la sequía resulta excepcional el Consejo podrá imponer restricciones al consumo de agua sin perjuicio de la inmediata puesta en marcha de las medidas extraordinarias que se precisen para garantizar el mínimo necesario para usos sanitarios y domésticos, que se adoptarán en coordinación con Protección Civil.

El Consejo Insular podrá adoptar las medidas que, para la superación de esta situación, sean precisas, con independencia del título de los aprovechamientos.