DÍA DEL PADRE

Un ejemplo en Tenerife de los nuevos 'padrazos 4.0': involucrado hasta en los vídeos de TikTok de sus hijas

El isleño José Luis Conde destaca el valor de compartir actividades con sus dos hijas: va a su academia de baile y hace vídeos con ellas, algunos de ellos con más de 30 millones de visualizaciones

Daniel Millet

Daniel Millet

«Recuerdo que de niño lo típico era regalarle a los padres un cenicero hecho por nosotros mismos con barro. Un cenicero, qué curioso...». El Día del Padre apenas ha cambiado pero los papás sí empiezan a adaptarse a los nuevos tiempos, como el tinerfeño José Luis Conde López, de 48 años, al que sus dos hijas Leire y Aroa no le regalan ceniceros como hizo él de pequeño con el suyo.  

El Día del Padre sigue siendo una jornada comercial sin más profundidad que la de lanzar al mercado regalos específicos para ellos, la mayoría relacionados con perfumes, vinos o licores. Las celebraciones de este año en los diferentes municipios de Tenerife se han basado de hecho en eso, en campañas comerciales con descuentos y regalos extras.

No hay más contenido. Apenas ha habido otras actividades especiales en la Isla para este fecha que se cumple este martes 19 de marzo dedicada a los progenitores. Solo hay una pero tampoco se sale mucho de este guión: el Ayuntamiento de La Laguna anunció que los cinco cementerios del municipio permanecerán abiertos de manera ininterrumpida, desde las 8:00 hasta las 17:00 horas de hoy, con motivo de la celebración del Día del Padre.

Ni el más mínimo rastro de debates sobre el papel de los padres, sobre la formación que precisan para mejorar la educación de sus descendientes, sobre los nuevos desafíos que afrontan junto a las madres. José Luis Conde admite en ese sentido que no ha tenido más formación para cuidar a Leire y Aroa que «la vida misma». Pero sí ha entendido muy bien una cosa: «Hay que involucrarse en su educación, vivirla con ellas, compartir actividades dejándoles siempre un espacio y un tiempo».

José Luis Conde y su hija Leire González, en el paseo marítimo de Cho Vito, en Candelaria.

José Luis Conde y su hija Leire González, en el paseo marítimo de Cho Vito, en Candelaria. / Andrés Gutiérrez

Gracias a ello, pero sobre todo a sus avances en las redes sociales para comprender mejor a las menores, se le puede considerar uno de los nuevos padrazos 4.0. Por ejemplo, José Luis Conde comparte academia de baile con la pequeña de sus hijas, Leire, y además graba con ella, la mayor, su mujer, Dory González, y otros miembros de su familia vídeos divertidos en TikTok. Ha sido tal el éxito que en su cuenta (_joseluiscl_) particular ya tiene más de 15.000 seguidores y uno de los vídeos, Cuando mamá ya es abuela, la petó con más de 7,3 millones de visualizaciones. «Ha sido una pasada, aunque hay otros dos que superaron los 34 y 16 millones».

«Recuerdo que de niño lo típico era regalarle a los padres un cenicero hecho por nosotros mismos con barro. Un cenicero, qué curioso...»

José Luis Conde, que reside en Las Caletillas con su familia y trabaja como gruista, asegura que no se siente un padre diferente. «Si le soy sincero, muchas de las cosas las hago porque me lo piden mis hijas», reconoce mientras el sol ciega su vista en el paseo de Cho Vito, en plena costa de Candelaria. Eso sí, enfatiza algo para él fundamental: «Hay que compartir con las hijas e hijos sobre todo la diversión; tenemos que divertirnos con ellos».

Por eso está tan ilusionado, como él mismo asegura, con que vaya a acompañar a Leire en las próximas semanas a las competiciones de baile urbano. Conde va más allá: también se ha animado a competir. La historia la cuenta él mismo con alguna precisión de Leire. «Mi hija mayor, Aroa, que ahora tiene 17 años, se apuntó de pequeña en una academia de bailes urbanos que se llama En Paralelo y que tiene una sede aquí, en Candelaria. Luego lo hizo la pequeña, Leire, que tiene ahora 12. La academia decidió que además de los grupos de menores y adolescentes debía montar otro formado por los padres y las madres. Ya el año pasado me entraron ganas de apuntarme pero no pude por el trabajo. Este año sí he podido y estoy encantado».

Mientras Leire González se entrena generalmente cuatro veces en semana, José Luis Conde lo hace una vez. Eso sí, mientras su hija participará en los campeonatos de su edad, él lo hará en representación de la misma academia en el de los papás y mamás. «Los viernes, cuando ella acaba los ensayos, me espera porque luego nos toca a los padres y madres. Está siendo una gran experiencia. Pronto empezaremos las competiciones».

«Hacer actividades con ellas me ha permitido comprenderlas mejor y mejorar mucho nuestra relación», subraya. Leire asiente mientras lo escucha atentamente. Es la clave del nuevo padre 4.0. Incluso hay un programa internacional, desarrollado por la organización Be Foundation, que se llama así. Su misión: ayudar a los padres y madres a fortalecer sus capacidades para ser actores relevantes en la garantía de los derechos de niños, niñas y adolescentes.

José Luis Conde y su hija Leire González.

José Luis Conde y su hija Leire González. / Andrés Gutiérrez

Las materias que aborda este programa van desde la mejora de las relaciones entre las familias y los centros educativos hasta la involucración de los padres en las actividades de los menores, la formación en sexualidad con un lenguaje apropiado, el fomento del uso responsable de las tecnologías, la promoción de estilos de vida saludables, el desarrollo de la autonomía, la apuesta por el cuidado personal y una educación que incida en la convivencia, la paz y la igualdad.

Este padre candelariero no ha tenido que pasar por ninguno de estos programas para darse cuenta de que debía compartir tiempo de calidad con sus hijas, divertirse con ellas, entender sus mundos para aconsejarles mejor. «La educación que les damos a nuestras hijas e hijos debe procurar que sepan con claridad por encima de todo qué cosas se pueden hacer y qué cosas no, qué cosas son malas y qué cosas son buenas. Y para conseguirlo hay que comprender sus mundos, sus complejidades».

Este padre candelariero no ha tenido que pasar por ningún programa de formación para darse cuenta de que debía compartir tiempo de calidad con sus hijas, divertirse con ellas

José Luis Conde habla por ejemplo de la tecnología. «Hay contenidos a los que no deben acceder. En ese sentido, creo que los padres y madres debemos involucrarnos y controlar los contenidos a los que acceden. Hay que vigilarlos, sobre todo al principio, cuando empiezan la formación», explica.

Él conoce otros padres que hacen lo mismo pero no se atreve a valorar si son muchos o pocos. «En el grupo de la academia hay de hecho algunos papás como yo. Cada padre y cada familia tiene sus problemas, sus limitaciones, sus circunstancias. No soy capaz de asegurar que hay muchos o pocos que hacen esto o lo otro. Yo hago lo que considero que tengo que hacer. Entiendo que si otros padres y madres no pueden involucrarse tanto en las tareas de sus hijos e hijas es porque no pueden, porque no tienen tiempo, porque deben trabajar para garantizar la estabilidad económica de los suyos».

Algo sobre lo que también incide este tinerfeño es «en la necesidad de que los hijos también comprendan a los padres». «Mi padre, por ejemplo, era severo con nosotros. Nos pedía que estudiáramos. Y eso también es necesario: que las hijas e hijos sepan que lo fundamental es formarse para construir un futuro mejor», matiza José Luis Conde.

Leire no sabe lo que le va a regalar hoy a José Luis por el Día del Padre. «No lo sé todavía», asegura con una mirada pícara. Un cenicero no va a ser. Le suele regalar otras manualidades con un toque artístico y auténtico. El año pasado tocó una camiseta muy especial con mensaje incluido. Tampoco será una colonia o una botella de vino, regalos clásicos de un Día del Padre que se remonta en España a 1948.

José Luis Conde y su hija Leire González.

José Luis Conde y su hija Leire González. / Andrés Gutiérrez

Una profesora de Zamora, Manuela Ferrero, propuso celebrar el Día del Padre aquel año coincidiendo con el día de San José. El objetivo: que sus alumnas «hablaran con más intensidad de su cariño, recordando sus sacrificios», tal y como contó la propia maestra. Con el paso de los años, y con el apoyo de varias cadenas de centros comerciales, hicieron que la idea del Día del Padre cobrara fuerza y adquiriera el sentido que hoy sigue teniendo.

Según las estadísticas, cada familia española gasta una media de 60 euros en regalos para el Día del Padre. Casi ocho de cada diez compran solo un regalo. Ocio y experiencias originales son los detalles más elegidos ahora por los hijos. José Luis Conde bromea asegurando que ya es hora de que le regalen un coche o un yate. Pero al instante se pone serio. «No hay mayor regalo que llevarme bien con mis hijas, ayudarlas en todo lo que puedo y ver cómo se desarrollan para que sean buenas personas».