Crisis hídrica | El sector primario da la voz de alarma

El campo de Tenerife tilda la sequía de «dramática» y teme por la cosecha de papas y plátanos

Espera acciones inmediatas para paliar los efectos de la escasez de agua para el riego durante el verano

La advertencia es que, sin soluciones, la agricultura corre peligro

La reserva de agua para el riego desciende más del 30% en Tenerife durante el último año, de forma que las balsas se encuentran a casi el 40% de su capacidad. El nivel de preocupación en el sector primario en la Isla es tal que, de persistir la falta de lluvia, «tendremos un serio problema de alimentación». Las producciones de papas y plátanos son las que se encuentran en situación de riesgo más grave y la perspectiva no genera optimismo.

La situación de sequía extrema o declaración de emergencia hídrica que está a punto de acordar el Cabildo de Tenerife implica adoptar medidas de urgencia para atenuar los efectos de la escasez de agua antes de la llegada del verano. «Sufrimos una situación límite, con las balsas a un nivel nunca antes registrado» tras un año «dramático, hasta el punto que este febrero hay zonas con restricciones de agua para el riego».

Theo Hernando, secretario general de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Canarias (Asaga), espera «acciones inmediatas» por parte de la Corporación insular ejecutando algunas de las medidas incluidas entre las 14 actuaciones pactadas por el sector y el Gobierno insular. «Intentan rascar algunos metros cúbicos de determinadas infraestructuras en toda la Isla, pero lo fundamental es agilizar la construcción de la depuradora de Santa Cruz de Tenerife, vital para derivar agua hacia el Sur y el Norte», defiende Hernando.

Theo Hernando Olmo, secretario general de Asaga. | | CARSTEN W. LAURITSEN

Theo Hernando Olmo, secretario general de Asaga. | | CARSTEN W. LAURITSEN / J. A. Medina

La desesperación en la que se encuentran los agricultores les lleva a plantear una medida similar a la que se aplica entre Sagunto (Valencia) y Cataluña –allí para consumo doméstico–, «utilizando barcos para traer agua desalada que se inyectaría a la red de bombeo desde Santa Cruz hasta la balsa Valle Molina, en Tegueste, con el fin de mantenerla a un nivel superior al que ahora tiene».

Entre los cultivos que se cosechan en el campo tinerfeño, «en los productores de papas hay una preocupación tremenda, porque nos veremos en una situación bastante problemática de mantenerse las temperaturas actuales. Ya se habla de una cosecha al 40%». Algo similar sucede con el plátano, al que el calor acorta los ciclos y aproxima las producciones, por lo que «tumba el precio» de la fruta. Las dificultades se registran ya. «Los empaquetados están a pleno rendimiento para sacar en torno a 9,5 millones de kilos a la semana, pero con estas temperaturas es un problema», sostiene Theo Hernando Olmo.

La urgencia en el desarrollo de actuaciones para paliar los efectos de la sequía que se avecina en la agricultura tinerfeña requiere diligencia para materializar las obras planteadas. «La situación está fea. Si no hay agua en el campo, no hay comida y con la barriga vacía estamos jodidos», reflexiona Manuel Marrero. A sus casi 77 años, el presidente de la cooperativa comarcal Cumbres de Abona (Arico) lleva más de 30 años demandando infraestructuras para garantizar el agua de uso agrícola, «sobre todo en las medianías, que es donde está la despensa de las Islas, las hortalizas, los frutales, la ganadería... En la costa están los cultivos de exportación, como plátanos y tomates, papayas y aguacates».

No hay que esperar al verano, «ahora mismo al agricultor le dan el agua dentro de tres meses, cuando ya ha perdido el cultivo». Los olivos de Cumbres de Abona producirán este año 247.000 kilos, un cultivo recuperado hace pocos años en el que Tenerife es el mayor productor de Canarias. En ese marco, «vamos a tener que empezar a abandonar el olivar por falta de agua».

Marrero Reyes tiene claro que «no hay agua por falta de voluntad política» y asegura que «se tira la que se puede reutilizar y no se desala en la medida necesaria para aportar agua a la medianía». Agricultor de toda la vida, su solución es «sencilla: poner una desaladora en el Polígono Industrial de Granadilla y con impulsarla al canal intermedio se abarca toda la medianía. Está fácil de solucionar».

El caso de la producción de cereales, que en Tenerife se concentra en la zona Norte y Noroeste –entre los municipios de La Orotava y El Tanque–, la escasez de agua genera un estado de preocupación extremo. «Fatal» es el término que utiliza Isabel Cabrera, presidenta de la Federación de Cereales de Tenerife (Acete), para definir la situación. «Fatal, con todas las letras», enfatiza. Lo explica con sencillez: «Echamos el trigo y según pega a salir, pega a secar porque no llueve nada».

El método que «toda la vida» se ha utilizado en la producción de cereales (trigo, sobre todo) en la Isla apenas incluye el uso de agua para el riego, sino el aprovechamiento de la lluvia. De ahí que la mayoría de las fincas –las emplazadas en las zonas más altas, en especial– no disponen de red de riego, pero en las que sí hay «no tenemos agua para regar». En todo caso, «tampoco podemos sacar una cosecha a base de riego, porque sería mucho gasto».

Febrero, y los primeros días de marzo, es el periodo del año en que se siembra el trigo. «En mi caso, estoy esperando a últimos de mes a ver si cae algún sereno para echarlo, porque si no, ni saldrá», explica Isabel Cabrera. «Si el tiempo sigue así, no sabemos qué podremos hacer. Ya el año pasado se nos dio mal, pero si esto continúa un par de años más terminará la agricultura, en general». La presidenta de Acete promoverá un encuentro con las autoridades competentes para abordar soluciones específicas para este subsector.

«Si no llueve vamos a tener un serio, serio problema de alimentación», apunta el ganadero Blas Manuel González, para quien la coyuntura configura «un problema más gordo de lo que se piensa. Es necesario buscar alternativas y, a día de hoy, no hay respuestas positivas desde las administraciones». La carencia de agua repercute en un sector «productor de alimentos que tiene unos costes más elevados».

La falta de lluvia encarece los pastos «y hay que importarlos, los insumos tienen un coste mayor, las ayudas directas son pan para ahora y hambre para mañana... Durante la pandemia fuimos necesarios, pero después se olvidaron de nosotros. Los grandes importadores tienen un monopolio en Canarias. Hay que sentarse a hablar y pronto», sentenció.