Mujeres que regalan vida

Cuatro profesionales del Hospital Universitario de Canarias (HUC) del servicio de Ginecología y Obstetricia cuentan el día a día en un espacio dominado por ellas

Erika Padrón Pérez, Katia Padrón Bocanegra, María Dolores González Pérez y Sonsoles Rodríguez Fiestas, en uno de los pasillos del HUC.

Erika Padrón Pérez, Katia Padrón Bocanegra, María Dolores González Pérez y Sonsoles Rodríguez Fiestas, en uno de los pasillos del HUC. / María Pisaca

Las cuatro comparten espacio de trabajo y la experiencia de ser madres. Todas han vivido, en mayor o menor grado, las complejidades de la conciliación y las asperezas de un oficio que ejercen en los paritorios del Hospital Universitario de Canarias. La doctora Erika Padrón, la bióloga Sonsoles Rodríguez, la enfermera María Dolores González y la matrona Katia Padrón viven su profesión en la primera línea de la vida.

Los niños no vienen de París, tampoco los traen las cigüeñas a casa. Eso es mentira. Los problemas de natalidad no están asociados a una grave crisis de conectividad o a los efectos colaterales que el cambio climático pueda ocasionar sobre la fauna. El trabajo y las múltiples incertidumbres económicas son las causas fundamentales de un descenso que ellas constatan a pie de paritorio. La doctora Erika Padrón Pérez, la bióloga Sonsoles Rodríguez Fiestas, la matrona Katia Samantha Padrón Bocanegra y la enfermera María Dolores González Pérez son las protagonistas de una charla que se anuda al Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

«Hace 20 años una compañera salía de una guardia y a la mañana siguiente volvía a parir»

Erika, Sonsoles, Katia y María Dolores son cuatro referencias del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario de Canarias (HUC) en el que la vida fluye a diario. Con menos intensidad que hace tres décadas, como apuntan las referencias más veteranas de este reportaje, pero con la misma felicidad. Las cuatro son madres y tienen claras las emociones y los miedos con las que una mujer de parto se pone en sus manos. «Sin querer crear ningún tipo de polémica, hoy en día ésta es una sección en la que la presencia femenina es mayoría», coinciden en señalar en la recta de salida de un debate que tiene cuatro puntos de anclaje:la complicidad entre mujeres, la conciliación familiar, el auge que están teniendo las técnicas de reproducción asistidas y el significado que le dan al 8M.

«¿Me puede atender una mujer?»

Bien sea por vergüenza, bien por el simple hecho de sentirse más cómodas, no es un secreto que muchas de las mujeres que se presentan en un centro hospitalario por un problema o consulta que afecta al servicio de ginecología se muestran más tranquilas si el profesional que las atiende es de su mismo sexo. «En el pasado ésta era una especialidad de hombres», avanza la doctora Erika Padrón, en la actualidad jefa del Servicio de Ginecología y Obstetricia del HUC. «Esto no es nada malo, porque yo me pongo en su papel y entiendo que esa circunstancia les da más confianza a la hora de contar lo que sienten». La reflexión anterior es refrendada por Sonsoles [«También las mujeres preferimos trabajar para otras mujeres»] y Katia [«Hay compañeros que están de servicio y asumen un ingreso o consulta sin problemas, pero si la paciente pide que la atienda una mujer siempre hay alguien que puede hacerse cargo del caso»]. María Dolores, por el hecho de tomar más protagonismo tras el parto, toma el testigo de los profesionales que han llevado el peso en el paritorio una vez el bebé descansa junto a su madre. «Ahí ya se relaja más la cosa y comienza el turno de preguntas», responde sobre las diferentes técnicas que usan los padres para procesar la información que se llevan a casa. «Mi misión es facilitarles las respuestas que ellos van a tener que aplicar de inmediato». Ahí, lo normal, es que aparezcan las primeras pistas sobre un trabajo en el que las cargas deben estar compartidas.

«A partir de los 35 las posibilidades de ser madre por primera vez caen en picado y aparecen las prisas»

«A los pacientes hay que tratarlos como nuestros clientes y facilitar su paso por el hospital», sostiene Erika Padrón Pérez en una fase del diálogo en la que abiertamente declara que «mi objetivo siempre ha sido que la familia participe en todo el proceso, que no sea una cuestión limitada al paciente y a los sanitarios. Creo, sinceramente, que esta unidad fortalece los vínculos entre las partes y hace que todo sea un poquito más fácil».

Ésa esa una de las grandes transformaciones que Erika, Doli y Sonsoles han experimentado en primera persona con respecto a cuando les tocó dar a luz: «Hace 20 años una compañera salía de una guardia y a la mañana siguiente volvía a parir». Una situación idéntica le ocurrió a la actual jefa del servicio de Ginecología y Obstetricia: «A mí me pasó», interrumpe a media voz. «Yo fui madre [dos hijos] en mi etapa de residente y aguanté hasta el final... A mi marido sólo le dieron dos días libres y me vi sola». Sobre esa cuestión existe una coincidencia generalizada que Katia [«Hoy se dan más permisos que pueden ser aprovechados por la madre o el padre»], Sonsoles [«Las madres solteras que recurren a una fecundación in vitro cuentan con ciertas ventajas»] y María Dolores [«En nuestro ámbito laboral se puede optar a una reducción de horario»] aceptan como un avance irrenunciable.

Otra de las cuestiones que aparecen en el intercambio de preguntas y respuestas con el equipo del HUC tiene que ver con la decisión de retrasar la maternidad.

La reproducción asistida

A partir de una edad el deseo de ser madre se complica. Ésa es una realidad que impulsa a muchas mujeres a buscar un plan b. «Los niveles de calidad de los óvulos y embriones desciende, hay menos óvulos y todo es un poquito más difícil», expone Sonsoles Rodríguez sobre un primer análisis que lleva la firma de la doctora Padrón Pérez [«Hace dos décadas un embarazo a los 40 estaba considerado de alto riesgo, pero hoy la sensación de peligro ha ascendido a los 48, 49 o 51 años»] que entra en el mismo molde en el que está un comentario de Doli: «Igual, una de las medidas para reactivar la natalidad pasa por mejorar la red nacional de guarderías y ofertar más plazas públicas... Las que hay son pocas y no están al alcance de una familia de nivel medio». Katia, por último, refuerza los posicionamientos de sus compañeras destacando las «piruetas» que hay que hacer en el seno de una familia para colocar a los niños en determinadas ocasiones». La unanimidad es total cuando sobre la mesa se pone la idea de que «las mujeres somos unas buenas solucionadoras si aparece una situación que altera nuestras rutinas».

Que el programa público de reproducción asistida sólo cubra los tratamientos hasta los 40 años, además, convierte en una contrarreloj los planes de ser madre porque los tiempos están muy ajustados. «El reloj biológico no se puede detener, a pesar de los avances de la ciencia y los buenos resultados que ofrece el programa de reproducción asistida de este hospital», utilizan como idea final antes de abordar el tema estrella del 8M: la igualdad.

«Quedan cosas por hacer, pero el rol de la mujer es cada vez más relevante en la sociedad: ha costado»

El denominador común a la hora de medir los niveles de igualdad en 2024 vuelve a poner de acuerdo a Erika, Sonsoles, Katia y María Dolores. «Claro que podemos estar mejor y que hay determinadas profesiones en las que aún no se da la paridad, pero negar todos los cambios que se han logrado no es justo». Para Doli «el problema empieza cuando se quiere politizar la propiedad de una celebración que no es de un partido u otro». Eso sí, en este punto la doctora Erika no evita hacer un guiño a las personas que han estado a su lado cuando se volcó en busca de sus objetivos: «Han sabido respetar mis tiempos y esperarme... Creo que tengo lo que he buscado y no ha sido nada fácil llegar hasta aquí», confiesa sin dejar de lado que en este largo trayecto ha tenido que enhebrar sus aspiraciones profesionales y obligaciones como madre.

A pesar de los pasos que se han dado en busca del equilibrio, Katia admite que «hay casos, no en el sistema público, en los que un hombre y una mujer con la misma titulación no cobran el mismo salario». Otra de las «batallas» que se trasladan a un escenario más familiar tiene que ver con lo que el discurso que Sonsoles mantiene con su hijo. «Aquí las tareas se comparten, todos arrimamos el hombro». Ése es el camino más recto, y en ocasiones el menos largo, para vivir en igualdad: la clave de 8M.

Erika Padrón Pérez

Erika Padrón Pérez / El Día

Erika Padrón Pérez

Jefa del servicio de Ginecología y obstetricia

«Una médico entiende mejor lo que es una regla dolorosa o un parto»

Completó la carrera de Medicina en la Universidad de La Laguna e inició su residencia en el HUC en 1990. Desde hace diez años es la jefa del Servicio de Ginecología y Obstetricia del complejo hospitalario lagunero: la doctora Padrón Pérez se convirtió en la primera mujer en asumir un cargo de esta responsabilidad en el Archipiélago. Ocupó la presidencia de la Sociedad Canaria de Ginecología y Obstetricia hasta que se renovó su junta directiva en una asamblea celebrada en Aguere tras la pandemia. Erika tiene a 52 profesionales a sus órdenes en puntos estratégicos que, a su vez, se ramifican en bloques que cuentan con un jefe de la sección de oncología, un jefe de ginecología orgánica, una jefa de reproducción y un jefe de diagnóstico prenatal. En medio de este laberíntico cuadrante hay una sección de suelo pélvico. Su vida es un 24/7, es decir, que siempre tiene el móvil en cobertura a la espera de una posible alerta. «Me paso el día resolviendo asuntos vinculados con los niveles de calidad asistencial que proporcionamos, evitando conflictos con los usuarios y el centro o intentando que no se den entre compañeros, asistiendo a comités de expertos [tumores o situaciones de riesgo] y, sobre todo, procurando que la rueda no se pare», subraya de una agenda abundante que no impide que siga acumulando horas de quirófano. Por si fuera poco, también es profesora de la ULL. «Me agrada mantener el contacto con las personas que acuden al hospital; eso es algo que busco cuando el papeleo administrativo me lo permite... Estar al lado de una mujer que va a tener un bebé es algo a lo que no renuncio porque es lo que justifica lo que llevo haciendo durante tanto tiempo», reivindica de un servicio compuesto en un 95% por mujeres. «Una médico entiende mejor lo que es una regla dolorosa y los miedos que se pasan en un parto», abrevia sin querer establecer una distinción de género. «En un paritorio las emociones fluyen en ambas direcciones y se crea una complicidad entre los sanitarios y la mamá. Ese entorno de seguridad entre iguales que busca una embarazada al pisar urgencias es un buen punto de partida para que todo termine con alegría». Y es que el júbilo que estalla con el primer llanto siempre es el mejor aliado.

Sonsoles Rodríguez Fiestas

Sonsoles Rodríguez Fiestas / El Día

Sonsoles Rodríguez Fiestas

Bióloga de la Unidad de Reproducción asistida

«Si no puedes conciliar, nadie se lanza a la aventura de tener un hijo sola»

Obtuvo la titulación de bióloga en 2001, justo una década después de la puesta en funcionamiento de la Unidad de Reproducción Asistida del Hospital Universitario de Canarias en la que abrió su periodo de prácticas. Tres años después se alistó en un proyecto privado en Las Palmas de Gran Canaria del que formó parte hasta su vuelta al HUC en 2019. Madre de un joven de 16 años, timonea su vida laboral y personal haciendo equilibrios. «Lo llevo a clase a las siete la mañana, regreso a casa y me vengo al trabajo en tranvía», detalla aliviada por borrar de su rutina el estrés de no tener que buscar un aparcamiento en una zona próxima a un centro sanitario. «Un problema menos», apunta la integrante de una unidad en la que el 99% son mujeres [sólo hay un hombre]. Sonsoles convive con pacientes que han retrasado la maternidad mientras buscaban una estabilidad profesional y económica. «Si no puedes conciliar, nadie se lanza a la aventura de tener un hijo sola... Muchas veces antepones tu progresión en una empresa hasta que te planteas en serio la oportunidad de ser madre». Ella y otros cuatro biólogos más se ocupan de tareas como la microinyección espermática (ICSI), la captación y análisis de óvulos, el estudio de embriones, la preparación seminal y la congelación y descongelación del material genético que se utiliza en un proceso de fecundación in vitro (FIV). El trabajo en equipo se hace aún más necesario cuando toca realizar un diagnóstico genético preimplantacional (DGP). Ella lo compara con el cometido de unas «hormiguitas de laboratorio» que debe estar perfectamente coordinado para tratar de acercarse lo más posible al éxito: un embarazo. «Ser madre hace que comprendas la situación emocional por la que está pasando una paciente que recurre a este servicio como una última oportunidad», admite sobre unos procedimientos y un baile de siglas que se han convertido en el pan nuestro de cada día. La ciencia, pues, es una pieza clave a la hora de empezar a trazar los cimientos de una familia, una planificación que en su caso encontró alguna que otra piedra en el camino: «Cuando tienes un bebé las guardias son un problema, pero a medida que crece la cosa cambia: los contratiempos son los de un adolescente».

María Dolores González Pérez

María Dolores González Pérez / El Día

María Dolores González Pérez

Enfermera

«Una madre debe estar con su bebé todo el tiempo que quiera y pueda»

Diplomada en enfermería por la Universidad de La Laguna en 1991, María Dolores trabaja desde hace más de 32 años en el Hospital Universitario de Canarias. Los primeros siete estuvo adscrita a la Unidad de Vigilancia Intensiva (UVI) y de ahí saltó al nido tras una especialización pediátrica. «No es algo matemático, pero ellos [enfermeros] suelen optan cuando empiezan a trabajar a destinos en los que hay un poquito más de adrenalina... Eso no quiere decir que no haya compañeros en este servicio», advierte con naturalidad y dejando claro que «en esta área, como en las del resto del hospital, existe una igualdad de contratación y, por lo tanto, cuando hay que cubrir una plaza no se mira el sexo del aspirante». Doli, como la conocen sus referencias más próximas, es una especie de guía para las madres primerizas. Ella es una de las especialistas que las asesora en las horas posteriores al parto en materia de cuidados básicos y lactancia. «Muchas desconocen lo que les espera y en el hospital les damos una primera aproximación para que se puedan manejar ante determinados supuestos al volver a casa», simplifica sin profundizar mucho más en cuestiones que conforman su hoja de ruta habitual: higiene, «trucos» para consolarlos cuando aparecen las rabietas o los pasos a seguir en la lactancia, ya sea materna o artificial. En este punto aparece uno de los secretos para llevar de la mejor manera posible un estreno tan especial: «Una madre debe estar con su bebé todo el tiempo que quiera y pueda», argumenta e introduce un dato básico: «En el periodo de lactancia no puede existir una discriminación entre las mamás que optan por darle el pecho y las que prefieren el biberón... El objetivo final es el mismo y ésa es la razón por la que no se puede facilitar todos los derechos en un caso [pecho] y menos en el otro [biberón]». Madre en tres ocasiones, dos de ellos ya en la etapa universitaria, la lagunera tiene un máster en lo difícil que es conciliar en un trabajo con unos turnos tan complejos. «Criar a tus hijos al tiempo que desarrollas esta actividad implica un agotamiento físico y mental que al final te pasa factura...». Con esa tarea encarrilada, cuando cuelga el uniforme participa en los cuidados de una madre dependiente (96 años).

Katia Padrón Bocanegra

Katia Padrón Bocanegra / El Día

Katia Padrón Bocanegra

Matrona

«Conciliar y poder hacer lo que me apasiona es un gran regalo»

Estudió enfermería en la ULL y, tras diplomarse en 2009, trabajó en varias unidades del Hospital Universitario de Canarias antes de activar una aventura peninsular en Igualada. En tierras catalanas ganó una plaza y consolidó su formación como matrona. En 2013 volvió a casa, directa a los paritorios del HUC, para disfrutar de una profesión que le sigue «regalando» buenos momentos. Y es que uno de los silencios más llamativos de este diálogo a cuatro bandas se produjo en el intervalo en el que Katia Samantha habla del bebé que tuvo hace dos años y que es, sin duda, su mayor apoyo. «Mi pareja murió dos meses después del nacimiento [pausa]... Hasta que pedí la baja siempre estuve en primera línea, pero llegó el día en el que ya no podía trabajar en el turno de noche y empecé a plantearme mi futuro». Tramitar un turno adaptado hubiera sido el paso a seguir, pero antes de que se iniciaran los trámites le ofrecieron una plaza en el área de supervisión del servicio al que se incorporó a principios de este año. «Me lo dieron justo antes de que lo tuviera que rogar», relata con un gesto de agradecimiento que ilumina su cara. «Me han hecho el mejor regalo posible» [alguna de sus compañeras contiene una emoción atrincherada en el brillo de sus ojos]. Su día a día comienza de madrugada repasando las tareas del hogar antes de llevar a su hijo a la guarde. «Hago cosas por hacer para mantener la cabeza entretenida», cuenta sin dar más detalles. «Antes de regresar me estaba planteando qué iba a hacer con mi vida, pero volvió la luz... Conciliar y poder hacer lo que me apasiona es un gran regalo», repite antes de repasar algunos de sus nuevos cometidos: «Me paso el día apagando fuegos... Mirando que no falte nada en los paritorios, revisando listas de compras, vigilando que toda la medicación sea la correcta y que no haya productos caducados», aclara sin evitar confesar que es difícil contener al que lleva el oficio en vena. «Yo estoy de aquí para allí viendo lo que hacen los compañeros, de vez en cuando preparo un registro y casi siempre llega alguna amiga o conocida que viene a parir... Eso continúa aquí dentro, aunque ahora realice labores de intendencia... Alguien tiene que hacer esa tarea, ¿no?», concluye con una sonrisa cómplice.