Opinión | Bajo los focos

Ana Bernal-Triviño

Convertir en estrellas a Alves o a Rubiales

El exjugador brasileño Dani Alves y su mujer, Joana Sanz.

El exjugador brasileño Dani Alves y su mujer, Joana Sanz. / EFE

El mundo del fútbol lleva semanas intensas dando titulares, incluidos los del intolerable racismo que persiste. Hace días, tras la salida del exjugador Dani Alves de la cárcel y ser puesto bajo libertad provisional, la pregunta era quién le había facilitado el dinero para pagar la indemnización. La periodista Marisa Martín Blázquez desveló la incógnita y puso el objetivo sobre una conocida revista brasileña, con proyección internacional. Según esta fuente, el medio ha desembolsado esa cantidad de dinero a cambio de un extenso reportaje del exfutbolista condenado.

Rubiales ha sido otro de los protagonistas del fútbol estos días. De forma principal, al ser investigado por presuntas irregularidades en contratos con la Real Federación Española de Fútbol que él presidía. Pero, entre medias de estos titulares, salió otro donde diversos medios apuntaban que una productora norteamericana prepara un documental sobre la vida de Rubiales, pasando de puntillas por el caso Hermoso. Él niega que incluso le hayan dado un adelanto económico.

Salvando las distancias entre los dos casos, y se materialicen o no esos acuerdos, llama la atención lo que esto representa simbólicamente. Porque quizás ese reportaje o película no se acaben realizando pero solo el mero interés en ello es un síntoma. Alves, una persona condenada por la justicia por agresión sexual. Rubiales, ahora imputado por presuntos delitos de corrupción, administración desleal y blanqueo de capitales, además del caso Hermoso, acusado de un presunto delito de agresión sexual y coacciones.

En las dos circunstancias, dos personas cuestionadas públicamente y con casos aún abiertos ante la justicia, son reconocidas y tratadas como estrellas. A uno, un posible reportaje. Al otro, una peli. Sus seguidores dirán que ya eran dos personas de éxito, pero lo cierto es que sus casos ante la justicia cambiaron su percepción social. Pero siempre están ahí los medios para que vuelvan a relucir, para subir su autoestima y su ego, para limpiar su imagen, para que cuenten lo que quieran y se vendan como víctimas de una cacería. Recuerdo, con sus diferencias, la entrevista realizada a Carlos Navarro El Yoyas siendo prófugo, la propia entrevista a Alves en la cárcel y tantos más con casos que, aunque no hayan sido condenados, a veces por una justicia ciega, sus informes expuestos en juicio hablan por sí solos.

Pienso en cuánto cambiaría el mundo si en lugar de convertir en protagonistas a quienes solo deberían de responder ante la justicia, se diera ese espacio a las mujeres afectadas. Dirán que Hermoso ya ha tenido voz, pero quizás lo bueno hubiese sido escucharlas cuando las llamaban «caprichosas» o niñatas. De la misma manera que reportajes centrados en cómo tienen que superar el trauma víctimas de acoso, agresión o cualquier violencia machista nos harían más sensibles como sociedad ante todo esto. Pero no, a pesar de todo, es a ellos a los que se les pone el micro delante y la autoridad. Luego, el cuento de que no hay machismo.