Opinión | El recorte
La invasión de los ’influencers’
Me siento identificado con la ecológica indignación del PSOE en el Cabildo de Tenerife. Con el cabreo que tienen contra los actuales dirigentes insulares por dejar subir al pico Teide a un famoso inflluencer, que es el palabro que se utiliza ahora para definir a una persona con un gran número de seguidores en alguna de las redes sociales.
Todo el mundo sabe que el periodismo es un océano de conocimiento con un milímetro de profundidad. Y los primeros que lo sabemos somos los periodistas que, por término general, expresamos opiniones pero nos cuidamos mucho de decirles a los demás lo que tienen que pensar, lo que deben comer o cómo tienen que vestir.
Un inflluencer, en cambio, es un prescriptor de sabiduría. Lo hacen tan bien, los jodidos, que tienen una millonada de fieles seguidores. David Cánovas Martínez, más conocido como TheGrefg, tiene más de diez millones y colgó un vídeo de su experiencia subiendo al Teide. Pero ¿para qué necesita Tenerife una promoción como esa? ¿Es que acaso la isla vive del turismo? ¿Estamos locos o qué? Los ecologistas y la oposición hacen bien en liarla parda. Por cada foto que se sube a las redes se seca un tajinaste. Y por cada vídeo que se cuelga se le cae la cresta a un tabobo.
Y es que la isla de Tenerife parece estar bajo el ataque organizado de un ejército de inflluencers. El año pasado otra famosa de las redes, la rusa Anyuta Rai, con tres millones de seguidores, se sacó unas fotos haciendo como que acampaba (con sábanas blancas y todo) en una zona prohibida del parque nacional del Teide. Y en octubre pasado, otro influencer se metió por un sendero prohibido, el llamado Telesforo Bravo, y se sacó una foto en un cráter que subió a las redes sociales «poniendo en peligro el ecosistema» según denunciaron algunos expertos en fotos y ecosistemas. Al parecer que hablen bien de un lugar aumenta el riesgo de que lo visiten. Adiós pues a Fitur y a la Wordtravel.
Pero no solo el Teide está en riesgo. La Marina Rivers subió unas fotos pegándose un baño en la Cueva del Tancón, en Santiago del Teide, que es un bufadero donde la han palmado varias personas a pesar de las señales que advierten del peligro. Claro que en internet puedes leer cosas como esta: «El Charco del Tancón en Santiago del Teide, un lugar para disfrutar de la naturaleza (…) Es un lugar perfecto para relajarse, disfrutar del sol y bañarse en las cristalinas aguas». ¿Alguien debería añadir que también para ahogarse?
En fin, que nos invaden. Y encima hablan bien de la isla. Indignante ¿Verdad? Menos mal que alguno sí tiene calados a los aborígenes. Como una muchacha que se cabreó porque un policía local de Santa Cruz le llamó educadamente la atención por lavarse la cara en el charco de la Plaza de España. Altamente indignada escribió en las redes sociales: «Qué isla de mierda es Tenerife. Ojalá el volcán del Teide entre en erupción y se los lleve a todos». Hija mía, solo es cuestión de esperar. Pero yo diría que antes de que lo haga el Teide ya se encargarán del trabajo los propios tinerfeños.
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