Opinión

El Sahel, epicentro mundial de la violencia yihadista

Una aldea del Sahel cerca de Tombuctú (Malí), al borde de la Gran Muralla Verde.

Una aldea del Sahel cerca de Tombuctú (Malí), al borde de la Gran Muralla Verde. / FAO

En palabras de Beatriz Mesa, profesora en la Universidad Internacional de Rabat, «las crisis del Sahel, con sus múltiples frentes, obligan a los Estados de la región y a los del Magreb a plantearse una cooperación Sur-Sur y a tres bandas con Europa en materia política y de seguridad».

En escritos anteriores siempre he mencionado que para nuestra seguridad y defensa necesitamos en Europa, particularmente en la costa mediterránea, en España (y más en Canarias por su cercanía), que la Unión Europea (UE, Unión) tenga una fuerza militar propia, independiente de la Alianza Atlántica (OTAN), que nunca ha puesto en marcha su propuesta sobre un Frente Sur (Cumbre de Madrid de junio 2022) hacia el Sahel, ocupando solo su Frente Este en la defensa de Ucrania.

Lo dicho hasta ahora es para poner en valor el proyecto de la UE de crear la llamada «Brújula Estratégica», y digo bien, pues no ha dejado de ser un proyecto.

Ya en marzo de 2022, el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores, nuestro compatriota Josep Borrell, se dirigió al pleno del Parlamento Europeo en un discurso memorable, pidiendo «una capacidad de acción mucho más poderosa, consistente y unida para hacer frente a las fuerzas del mal...», «una Europa que debe aprender el lenguaje del poder», «una Europa geoestratégica desvinculada de la Alianza Atlántica (OTAN)». Abundando en este tema, en reunión posterior de los 27 jefes de Estado y de Gobierno de nuestra Unión, acordaron reforzar los planes de su autonomía y soberanía, imponiéndose deberes para el Consejo Europeo, que irían en dos prioridades: estudiar las capacidades defensivas actuales y las necesarias para en un futuro alcanzar la soberanía estratégica, en la citada Brújula Estratégica, aumentando el gasto en defensa en el desarrollo de capacidades conjuntas; y la autonomía energética, libre de carbono. La crisis económica tras la pandemia Covid-19 y la guerra en Ucrania ha traído que los avances en este proyecto se hayan retrasado.

Otra cita importante, que fundamenta lo dicho hasta ahora, es la de mi compañero Ignacio Fuente Cobo, coronel artillero, analista principal del Instituto Español de Estudios Estratégicos, que dice «en un entorno de seguridad en el que la OTAN prioriza la defensa territorial frente a una Rusia considerada en el Concepto Estratégico de Madrid (junio 2022) como enemiga, y la necesidad de abordar el desafío sistémico que supone China, no hay demasiado campo para el sur, particularmente para África, cuya responsabilidad parece descargarse en la UE en unos momentos en los que esta busca convertirse en un actor global».

Entrando en el problema real, el Sahel se ha convertido en el epicentro mundial de la violencia yihadista. Aquella defensa organizada, la Fuerza Conjunta del Grupo de los Cinco del Sahel (FC-G5S), integrada por Mauritania, Mali, Burkina Faso, Níger y Chad, «para su seguridad cercana y para crear un entorno favorable a su desarrollo económico», en un par de años ha desaparecido totalmente. Ha cambiado el panorama geoestratégico.

Veamos, entonces, aquellos más importantes, ya citados, Mali, Burkina Faso y sobre todo Níger.

-Mali. Vive dentro de la espiral de un conflicto armado desde marzo de 2012, donde el ejército dio un golpe de Estado contra su gobierno al considerar que éste no había hecho frente con eficacia a la nueva rebelión de los independentistas tuaregs en el norte del país, explotado después por grupos yihadistas cercanos a Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), que llegaron a consolidar en la zona una base operativa del terrorismo islamista y del crimen organizado.

Pasados diez años, la situación cambió plenamente. En 2022, tras el abandono de África por los EE.UU., en una nueva estrategia exterior en la etapa de los presidentes Barack Obama y Donald Trump, la ocuparon los rusos con sus mercenarios Grupo Wagner, como supuesto apoyo al ejército maliense en la defensa del terrorismo yihadista, filiales de Al Qaeda (AQ) y Estado Islámico (EI o Daesh), enfrentados entre sí por el control de las vías de comunicación, particularmente en la región de Tombuctú.

Más tarde, en agosto de este año, ante la situación anticolonial contra Francia, su presidente Macron decidió abandonar el territorio maliense tras nueve años de presencia en el país, y se retiraron también las fuerzas de la Misión de la Naciones Unidas (Minusma).

-Burkina Faso. Hechos similares a su vecino en 2022, cuando se sucedieron los golpes de Estado y los estados de excepción. En enero, el primer golpe derrotó al presidente Kaboré y en septiembre el segundo golpe, en el que el teniente coronel Damiba fue derrocado por otro militar, el capitán Ibrahim Traoré. Lo que se suponía era una crisis puntual pasó a ser ya definitivo, permanente. El hecho es que hoy siguen en el poder y amenazan con intervenir en apoyo de su vecino Níger, si se produjera una intervención militar extranjera, tras la nueva situación creada en este país.

-Níger. Su situación, como reflejo de lo que viene ocurriendo en toda la zona, en estos dos últimos años sufren también el grave problema del terrorismo yihadista, aquí llamados «Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes» e incluso al más conocido por su peligrosidad «Boko Haram».

Hace unos meses, en julio pasado fue detenido el presidente democrático Bazoum y todo su gobierno, haciéndose cargo del poder una Junta Militar, que se consolida, tema que ha sumido al país y a toda la región en un escenario de consecuencias imprevisibles.

Su importancia le viene por la enorme cantidad de reservas de uranio que contiene. Es un país clave para Francia y la estabilidad de todo su entorno.

Por una parte, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao), que representa a quince países de la zona, ha mostrado su rechazo al golpe y amenaza con intervenir militarmente para restaurar al presidente depuesto. Y Francia, como consecuencia del golpe, que mantenía un contingente importante (unos 1.500 soldados) frente a ese terrorismo, anunció la retirada de sus tropas antes de finalizar este año.

Mientras, en el bando opuesto, los vecinos Mali y Burkina Faso, dirigidos por líderes afines a los golpistas, han afirmado que verían cualquier intervención de la Cedeao como una declaración de guerra contra ellos, apoyados, además, por los mercenarios Wagner desplegados en Mali. De momento parece que hay paz.

Y nuestra UE, discutiendo todavía cómo financiar el proyecto que podría hacer frente a esta grave amenaza: la Brújula Estratégica.

Y la OTAN, en otros frentes.

Suscríbete para seguir leyendo