Opinión | En el camino de la Historia

Un verso suelto, desinflamar y ahora… hiperventilar

La dialéctica y el vocabulario que muchos políticos manejan es más bien pobretón y si tienen sus propios recursos por profesión o lecturas, la mayoría no es que inventen nuevos conceptos o términos lingüísticos sino que simplemente los copian unos de otros; y lo hacen para dar la impresión que están en la onda de la modernidad y que tienen la capacidad intelectual que se les supone, sin percatarse que la originalidad del discurso se encuentra precisamente en ser de uno, sin trampas ni cartón.

Ejemplos a lo largo de la historia parlamentaria, y me refiero a la española y la autonómica, sin dejar de lado a la canaria , hay innumerables, que en un determinado momento se ponen de moda, y deben ir por ese carril al ver como pasa el tren sin subirse.

Por ejemplo no podemos olvidarnos cuando en una refriega política en el ámbito, ya sea el orgánico de cualquier organización política o parlamentaria, alguien le espeta a otro que no tiene ni idea de lo que dice y que, además, no contribuye en nada con su discurso al progreso ideológico o constructivo del argumento que se destaca acometer; y no me refiero a la canción del cantautor, Luis Eduardo Aute, Un verso suelto, ni siquiera que con esta nominación se rescate la corriente anarquista de Bakunin o de Federica Montseny, simplemente se le increpa a alguien que dice o hace lo que le viene en gana sin respetar las pautas que haya marcado el grupo, sin importarle las estridencias que se pueden originar entre compañeros. O sea, como se sabe un verso suelto es aquel que se queda sin rima dentro de un poema en que los demás si riman.

Y tras agotar el concepto plástico de esa conceptualización definitoria aparece en el espectro de la dialéctica política un término que ya no se toma de las normas gramaticales-literarias sino del campo de la medicina cual es «desinflamar» que se utiliza para «desinflamar la política catalana», O sea que la política catalana no está complicada, enrevesada, difícil de encajar en el marco constitucional o aun en el europeo sino que hay que desinflamarla; y para ello, según los que manejan el lenguaje con el que nos quieren impresionar nos lo ponen fácil puesto que con un antiinflamatorio, llámase ibuprofeno o corticoide de ultima generación, se podrá acometer, no desde el campo de la política sino de la medicina.

Lo cual nos parece más factible que darle vueltas y mas vueltas ya que solamente se tendría que ir a la farmacia de la esquina, previa presentación de la debida receta medica, eso si, con letra clara eludiendo la ininteligible letra de medico, para no tener confusión alguna en el pacto que se haya firmado.

Y sin esperarlo nos llega otro latinajo que se deja oír no solo en las voces parlamentarias o políticas sino en las de algunos comunicadores que presumen de estar al día una vez que asumen la palabrita que circula por cualquier tribuna de opinión, cual es «hiperventilación».

Y volvemos de nuevo a usar términos médicos cuando los fenómenos que se observan motivan recurrir a esa definición científica.

Híperventilar es estar bajo los influjos de una respiración rápida y profunda que nos deja una sensación de falta de aliento. Entonces habrá que actuar rápidamente y el objetivo es elevar los niveles de dióxido de carbono en la sangre con lo cual si no se corrige se podrá sentir aturdimiento, tener latidos cardiacos acelerados, taquicardia, motivando cierta ansiedad.

Eludiendo lo de está usted cabreado, es un malcriado, es un bocazas, hay que ir más allá, demostrar la originalidad constante de algunos sin percatarse y repensar la frase de Azorín que menciona que la elegancia del discurro está en la sencillez, dejando atrás los fárragos y utilizar la delicadeza de la quintaesencia .

Suscríbete para seguir leyendo