Opinión | En el camino de la Historia

Comunidad autónoma o nación (I)

Muy oportuna y necesaria la portada de EL DIA del domingo 10 de septiembre porque es un debate que se debe abrir en el escenario político del nacionalismo que obligaría a repensar Canarias, enfatizando conceptos que son fundamentales con las definiciones, con la idea y con el futuro que se desea para esta denominada, estatutariamente, «nacionalidad» que unos ven y definen desde posiciones contrapuestas hasta de la concepción que tienen sobre nacionalismo. Lo cual no deja de ser curioso y rutinario.

Por tal motivo pretendo desbrozar y apuntalar conceptos y dar respuestas a preguntas tales como ¿el nacionalismo es una ideología o un sentimiento? ¿Qué es una nación? ¿Canarias lo es ?

¿Qué es el nacionalismo? Unos manifiestan que es un sentimiento, un estado de emoción y otros, entre los que me incluyo, una ideología. Lo que si está claro por prestigiosos investigadores sobre esta cuestión, científicos sociales y estudiosos de filosofía política es que el nacionalismo tiene un objetivo claro cual es conseguir la independencia o la autonomía política y cultural de la nación ya existente y proyectada, como enfatiza el sociólogo fundador del Centro de Análisis y de Intervención Sociológicos, Alain Touraine: «El nacionalismo es un autor no moderno que crea modernidad». Eric Hobsbawm, considerado un pensador clave de la historia del siglo XX, describe como protonacionalismo una fase incierta y anterior a la nación (fase en la que estamos ahora), la cual tiene que sustentarse en dos componentes estructurales decisivos y perfectamente definitorios.

Una estructura cultural que debe estar implantada en el desarrollo de la «conciencia nacional»; en este caso la canaria, tendente a la reconstrucción y afirmación de nuestra identidad, lo que lleva implícito la necesidad de combinar la memoria, el proyecto, la herencia cultural y la racionalidad. Así como una estructura política, que viene a ser la prolongación de esa conciencia nacional encaminada a obtener máximas cotas de autogobierno.

¿Y el nacionalismo es una ideología o un sentimiento? Pregunta clave que carece de la unanimidad de la respuesta de los que transitan o practican el nacionalismo desde el poder y la discusión política. Un concepto tan potente como el de nacionalismo debe ser estructurado en el marco de las ideologías, aunque el sentimiento puede acompañarlo como dispositivo psicológico de cada cual.

La ideología hace posible que se pospongan fines e intereses particulares ante un objetivo común. Como diría Gramsci, «es el resorte principal del real drama humano».

El núcleo de una ideología es el compromiso con un ideal y las consiguientes acciones para alcanzarlo. Y esa ideología surge de las necesidades por encontrar sentido a situaciones sociales y políticas. Es la necesidad lo que domina e impregna el intelecto de las personas.

El nacionalismo como ideología intenta ordenar un universo desordenado, maniatado, tergiversado, un universo sobre el cual no se dispone, donde nos encontramos extraños, un universo en busca de su dimensión política y espacio cultural.

¿Qué es una nación? Otro galimatías y confusionismo que no cesa. No obstante, tanto Noam Chomsky, lingüista y politólogo universal, como Ernest Gellner, director en Praga del Centro para el estudio del Nacionalismo, manifiestan que se podrá definir como una entidad histórica que aparece en determinadas circunstancias históricas y que ante otras distintas puede desaparecer.

¿Cuál es la base fundamental que define una nación? La más acertada y aceptada generalmente es la de Monserrat Guibernau, doctora en Teoría Social y Política por la Universidad de Cambridge y catedrática de Ciencia Política en la Universidad de Londres que define a la nación «como un grupo humano consciente de formar una comunidad que comparte una cultura común, se siente ligado a un territorio concreto, tiene un pasado común y un proyecto para el futuro y reivindica el derecho a la autodeterminación».

Y sobre ese derecho la ambigüedad y la ausencia de consecuencia política-nacionalista en programas y ponencias ideológicas es una constante en las organizaciones nacionalistas canarias.

Derecho que ha sido aprobado por mayoría tanto en el Parlamento catalán como en el Parlamento vasco. Y en el Parlamento canario ni está, ni se le espera. Derecho recogido en el Pacto Internacional de los Derechos Civiles, Políticos y las Libertades insertado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas, que si bien en su articulo 1 en 1960 se refiere a los pueblos colonizados, en 1966 se amplía este derecho a todos los pueblos de la tierra. Entró en vigor en 1976 y ratificado por España y por la Jefatura del Estado en 1977.

Y tras estas consideraciones ¿podemos considerar a Canarias como nación?

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