Opinión | Artículos de broma

Amando de Miguel

Fue un inquisidor gramático que enseñaba mucho, para mi gusto mejor que Fernando Lázaro Carreter y sus dardos en la palabra

Muere el sociólogo Amando de Miguel, padre de la sociología moderna en España

Muere el sociólogo Amando de Miguel, padre de la sociología moderna en España

Murió el sociólogo Amando de Miguel en una posición tanto o más conservadora de la que nació, lo que hace que no se le haya despedido en todos los medios de comunicación con similar dedicación. El mismo que fue condenado por criticar una homilía de un sacerdote castrense en el franquismo (un nacional catolicismo de sustento militar) murió dándole ideas a Vox. Medio siglo no pasa en balde ni a todos por igual.

Durante la década de los ochenta del siglo pasado lo leí con provecho, cuando sus próximos de izquierdas no entendían qué le estaba pasando ideológicamente al sociólogo más eminente de la democracia. Le debo cosas de mi oficio: su interés por los periódicos me previno de evitar el politiqués (la jerigonza suedotecnocrática de sus señorías) y me alejó del estilo almidonado y gélido en las informaciones periodísticas durante el monoteísmo faraónico de la pirámide invertida. Fue un inquisidor gramático que enseñaba mucho, para mi gusto mejor que Fernando Lázaro Carreter y sus dardos en la palabra.

De su oficio, la sociología, a base de leer sus libros más ligeros y cercanos al vulgo que sacaba y presentaba con la cadencia asombrosa de una escritura incesante, creí sacar una forma de mirar sin necesidad de ser obediente a su forma de ver. Explicó muchas cosas de sus compatriotas y los míos, de nuestros defectos y virtudes con los datos que recababa en las encuestas, las biografías que estudiaba, los libros de educación que criticaba y las novelas del siglo XIX que pasaba por su mirada sociológica. Fue un gran divulgador, encantado de que la radio le uniera a señoras que le admiraban sin haberle leído una sola letra.

En él aprendí a mirar con distancia el socialismo casi unánime surgido de la mayoría absoluta y a mirarle con distancia a él cuando su punto de vista hacía ojitos descarados a la derecha. Hace 30 años que enfrié mi relación lectora con él por razones de intensidad ideológica, más suyas que mías, pero nunca olvido la deuda contraída en lecturas estimulantes y felices.

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