Opinión | En el camino de la Historia

El simulacro como protagonista de la política

Borja Sémper.

Borja Sémper. / PI STUDIO

El escenario que se observa en la tramoya de la política no es real sino que pertenece a la simulación porque se trata de interpretar falsamente la realidad, la cual es necesaria ocultar, por lo que se argumenta y pone en cuestión lo verdadero y lo falso, lo real y lo imaginario fabricando un camino pleno de fantasía sin valor epistemológico.

Se tiende a salvar la realidad entre bambalinas donde se deslizan los argumentos de la precampaña del PSOE y PP construidos de mentiras que se funden apareciendo el simulacro, donde con sus ansias de victoria desaforada, como diría Jean Baudrillard, la realidad no es necesaria puesto que el territorio ya no precede al mapa ni le sobrevive. En adelante será el mapa el que preceda el paisaje.

Así, en el espacio del simulacro cobra fuerza, como ejemplo, el plató de televisión que se ha instalado en la tarima de Ferraz donde aparece el secretario general del PSOE o el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, según se vea a sí mismo, interpretando el papel de periodista entrevistador a sucesivos ministros, a la vez que se oye el estruendo de los aplausos que suenan de manera desaforada desde el patio de butacas.

Los ministros ante las preguntas que están incrustadas con las mismas respuestas donde da la cara en sus voces la exquisitez y los alegatos de sus triunfos incuestionables de eficaz y eficiente política, como si fuera un gobierno que no tiene nada que comentar en su contra sino que desde la atalaya agobiante y vergonzante se responde a sí mismo huyendo de la realidad, motivando a una gran mayoría una carcajada universal de los que arrastran sus palabras hacia el camino de una hiperrealidad dormida que despierta las escandalizantes palabras donde el simulacro es el único recurso que se tiene a mano actuando como si no les diera vergüenza ajena.

Estamos en un tiempo donde el gobierno que intenta llegar a la gente que sufre miles de carencias estas las adorna de un falso triunfalismo que conduce a tratar al personal como inculto, considerando que su talla intelectual y de reflexión apenas levantan unos centímetros del suelo, por lo que aparece la risotada ante un infantilismo enfermizo con el que se pretende alejarnos de la cruda y lacerante realidad.

Por otro lado, el secretario de Campaña del Partido Popular, Borja Semper, se fabrica un ambiente barato de carácter marino con una playa falsa, una vestimenta no muy adecuada pero acercada a un ambiente que es un retrato aderezado con unas cuantas sombrillas volando como si fuera un tsunami azul haciendo ver que están en cualquier costa del territorio español y no en un ambiente disparatado con el intento de acercar una realidad que se esconde desde la falsedad traduciendo la poca imaginación creativa que tienen los políticos, que huyendo de la cruda realidad no tienen otra opción que recurrir a situaciones rocambolescas.

Así, proponen cambiar la sociedad no desde la realidad palpitante sino esgrimiendo argumentos y numeritos que no tienen nada que ver con las escenas que representan sino que el simulacro que trasmiten no deja de acompañarnos como compañeros de viaje ante la falta de realismo que dé claridad y fuerza a unas actitudes políticas consecuentes.

Llegar al jaimitismo, considerar que son los únicos listos y que el resto somos meras comparsas de sus desatinos puede originarse que se desarrolle en el animo de muchos la gran carcajada universal, la cual no sería un simulacro más por ellos trasmitido, sino una pura realidad.

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