Opinión

El Valle de Taoro, fábrica de lluvias

El Valle de Taoro, fábrica de lluvias

El Valle de Taoro, fábrica de lluvias

En el valle del antiguo menceyato de Taoro, donde se ubican los municipios de La Orotava, Los Realejos y el Puerto de la Cruz, que han desarrollado el mayor número de galerías de agua los dos primeros en la isla de Tenerife, se llevaron a cabo a finales de los años de 1950 las primeras pruebas para fabricar lluvias con las nubes formadas por la evaporación de las aguas del océano Atlántico empujadas por los vientos alisios que soplaban desde de la cara norte de la isla.

Lo comprobamos cuando éramos alumnos del colegio salesiano de San Isidro en La Orotava y nos daba clase de Física el meteorólogo salmantino don Pedro Rodríguez García Prieto. Nunca se me olvidarán las explicaciones del que luego fuera el amigo profesor de Izaña. Cuando le escuchábamos a la hora de darnos sus explicaciones de hacer volar aviones por el valle soltando yoduro de plata para fabricar agua de lluvia no podíamos creerlo hasta que en mi caso personal conocí en el siglo XXI al historiador y observador de meteorología en Izaña, el amigo Fernando de Ory Ajamil, quien lamentablemente se ausentó de este mundo hace unos pocos años no sin antes donarme y dedicarme un libro editado en 2007 sobre la Historia y vida de una institución científica española, en la que pude conocer la labor profesional del amigo Pedro Rodríguez García Prieto afincado en el valle de La Orotava alternando sus trabajos en los observatorios de Izaña y de Santa Cruz de Tenerife durante casi 20 años, además del Centro Meteorológico del aeropuerto de Los Rodeos. Pude leer el libro de Fernando de Ory titulado Historia y vida de una institución científica española y en particular el capítulo III que trata del Observatorio Meteorológico de Izaña. De su inauguración a su renacimiento (1916-1960). Comprobé el trabajo de García Prieto a través de las diferentes tareas desempeñadas a lo largo de su vida profesional, así como las publicaciones de diversos trabajos sobre diferentes aspectos meteorológicos entre los que destaqué Estudio sobre la posibilidad de incrementar la lluvia en Tenerife, redactado en colaboración con Mr. Ludlam, del Imperial College de la Universidad de Londres.

En este mes de mayo de 2023, cerca de la festividad de San Isidro Labrador, patrono de las tierras agrícolas, de La Orotava en particular, se ha vuelto a hablar de la siembra de nubes para que llueva. Entonces me acordé de Zósimo Hernández, de Tadeo Casañas y del efecto del Garoe herreño en la lluvia horizontal. También del artículo del periodista vasco Ender Izaguirre, aparecido en El Mundo, que calificó a don Tadeo como el Pastor que ordeñaba las Nubes. Años antes lo había incluido en un audiovisual que titulé De Ventejís a Tajusara. Por su parte y en estos días el periódico El País, en su capítulo de Ciencia, dedicó una página a lo que estaba sucediendo en México en busca de soluciones artificiales de precipitaciones para combatir las sequías. Tal como señaló el periodista Miguel Ángel Criado, el método utilizado fue utilizado para atajar en 2021 un gran incendio agroforestal en la zona de Sierra Madre, tierra de trigos y manzanos. Aviones, militares y un ingeniero, Alejandro Trueba, fueron protagonistas de estas operaciones mexicanas de siembra de nubes. Como lo hicieron en Israel los científicos a partir de 1961, poco después de cuando don Pedro Rodríguez nos lo contó en el colegio salesiano de La Orotava; también lo trabajaron en Australia sin resultados positivos, ya que los técnicos australianos lo decían siempre y es que cuando dejan la siembra de nubes para cuando haya condiciones de sequía ya es demasiado tarde, tal como lo señalaron algunos de sus expertos. Como sucedió en España desde los años de la década de 1970. Actualmente parece que en nuestro país no hay ninguna investigación en camino aunque parece ser que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha autorizado la lucha para combatir el granizo en Madrid. En particular a la Cámara Agraria de la Comunidad de Madrid para luchar contra el pedrisco. Al parecer nadie ha pedido sembrar las nubes con yoduro de plata para que llueva. En Canarias solo conocemos el caso de la isla de El Hierro cuando el amigo Tadeo Casañas «ordeñó sus nubes celestiales» en lo alto de sus fincas de Ventejís para almacenar las aguas en los aljibes en Tiñor.

Recientemente el poliédrico economista hispano-canadiense David Lizoain, autor del libro El fin del primer mundo, abordó en El País un artículo que combinaba el clima con la política y de manera concreta el cambio climático y sus consecuencias. Destacó la combinación de las temperaturas con la creciente crisis del agua. Desde la biodiversidad española en Doñana hasta la sequía en Cataluña. También señaló el riesgo que se corre en algunas zonas de la España peninsular hasta el punto de volverse inhabitables y hostiles para la agricultura o inaccesibles para el turismo durante períodos más largos del año. Apostilló así mismo que el cambio climático discrimina en función de la clase social y de ahí la importancia de incluir el clima en las elecciones políticas.

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