Opinión

La astrofísica y La Orotava

La astrofísica y La Orotava

La astrofísica y La Orotava / IAC

Hay circunstancias en la vida de las personas que resultan inolvidables y además marcan. Eso fue lo que me sucedió en abril de 1983 cuando se firmó de manera solemne, en el Ayuntamiento de La Orotava, el convenio de colaboración entre el DTG de la República Federal de Alemania y el Instituto de Astrofísica de Canarias. Allí estaban para atestiguarlo el rector de la Universidad de La Laguna, el cónsul de la República Federal de Alemania, el ingeniero jefe del Icona y la corporación orotavense, de la que formaba parte, junto a otras personalidades. Por el IAC el director, Francisco Sánchez Martínez, miraba todo eufórico al otro Francisco Sánchez, alcalde del Ayuntamiento de La Orotava, quien sonreía satisfecho de lograr que en el municipio orotavense se rubricara tal acontecimiento científico.

A los pocos días charlé con el alcalde orotavense, mi hermano Francisco, de la importancia política del evento astrofísico. Comentamos también la utópica idea de conseguir la neutralidad para Canarias a través de esta nueva astronomía que moderadamente se denomina «astrofísica». Francia, la República Federal de Alemania, Bélgica y Gran Bretaña habían iniciado desde 1964, en nuestras cumbres orotavenses, el camino del estudio de la física de los astros y estaban dispuestos a relanzar a toda costa este extraordinario emplazamiento que significa una isla en el Atlántico con cota superior a los 2000 metros. Me remordió la conciencia de no haber profundizado en el mundo de la astronomía, y eso que mi padre, en las noches abiertas del valle de la Orotava, me enseñaba las constelaciones que aprendiera en su vida profesional como piloto de la marina mercante. De todas formas no dudé un instante en solicitar, a la hora de redactar el programa electoral de nuestro grupo político (ATI), para las elecciones en 1983 al Cabildo Insular, la inclusión de un punto que contemplase la Promoción del Instituto de Astrofísica de Canarias. En este sentido me siento orgulloso de saber que nuestro folleto electoral discurrió, de mesa en mesa, por los despachos nacionales e internacionales del mundo de la astrofísica, llevado de la mano de un hombre nacido a orillas del Tajo, catedrático de Astrofísica, Francisco Sánchez Martínez, que con 22 años y recién casado se vino con su esposa a Tenerife, a iniciar uno de los trabajos más interesantes de su vida profesional: la puesta en marcha del Instituto de Astrofísica de Canarias, y que afortunadamente hoy es una realidad. Tenerife y La Palma, La Orotava y Garafía pueden sentirse orgullosas a causa de la astrofísica, a través de unas instalaciones de vital importancia para el estudio de los astros, aunque Izaña se haya especializado en las observaciones del sol y el Roque de los Muchachos en la de las estrellas.

Francisco Sánchez Martínez, cuando llegó a Tenerife se ubicó en el municipio de La Orotava, alternando Izaña con la Villa. Así pasó cinco años e incluso le nació una niña villera y eso no lo olvida especialmente cuando analiza la posición que el Ayuntamiento de La Orotava adoptó desde un principio con el mundialmente conocido Observatorio del Teide, emplazado en Izaña. Todo fue apoyo incondicional. No podía ser menos para el hombre y el Instituto que promocionó «el cielo de La Orotava, el cielo de Tenerife, el cielo de Canarias». Como antes lo hicieran otros naturalistas como el barón alemán Alejandro de Humboldt después de ascender al volcán Teide a finales de la primavera de 1799, cuando paró en Tenerife camino de las Américas; como el astrónomo inglés Piazzi Smith, que en 1856 ascendió a nuestras cumbres, o como lo hiciera el francés Jean Mascart, que en 1910 permaneció en la montaña de Guajara para observar el cometa Halley.

Por entonces el director del IAC nos invitó a conocer el funcionamiento del Instituto y de hecho acudimos a La Laguna ansiosos de constatar la realidad astrofísica. La inauguración de los observatorios de Izaña y del Roque de los Muchachos traía de cabeza al equipo de Francisco Sánchez Martínez. La visita de los reyes de España y la llegada de otros jefes de Estado le obligaban a revisar constantemente sus esquemas de trabajo. No obstante el personal continuaba con sus diseños y con la fabricación de nuevos equipos técnicos en sus talleres de electrónica y mecánica. Algunos científicos estudiaban e interpretaban los datos de las observaciones. Otros preparaban el traslado a la nueva sede del Instituto, flamante edificio ubicado junto al lagunero Camino de la Hornera. En la reunión con el alcalde del ayuntamiento villero, Isaac Valencia, hubo un ofrecimiento para todo aquello que redundase en beneficio del IAC. Todos reconocimos y alabamos las cualidades de nuestro cielo, también coincidimos con el apoyo que el Cabildo de Tenerife y la Universidad de La Laguna habían prestado a la puesta en marcha de este orgullo científico de Tenerife que se llama Instituto de Astrofísica. Como bien acaba de señalar a la prensa el catedrático de Astrofísica y fundador del IAC, Francisco Sánchez Martínez: «Para poner en valor el cielo de Canarias había que tener visión y narices»”