Las granjas de cabras sobreviven al volcán Tajogaite

La asociación de criadores de cabra de raza Palmera recibió la solidaridad de otras entidades agrícolas e instituciones para lograr salvaguardar esta especie que continúa en peligro

Granja de cabras con el Tajogaite

Granja de cabras con el Tajogaite / El Día

Las consecuencias de la erupción volcánica para las granjas ganaderas de la Isla se siguen notando hasta la actualidad, teniendo que luchar también con el incremento de los insumos para los animales, pero consiguiendo sobrevivir gracias al esfuerzo de los ganaderos y las muestras de solidaridad que han recibido en todo momento.

De esta manera, a través de un artículo de la asociación de criadores de cabras de raza Palmera para el último número de la revista Tierras Caprino, se ponen de relieve distintos episodios que los han llevado hasta este momento, consiguiendo salvaguardar las peculiaridades de una especie que, a pesar de contar con numerosas explotaciones y de la que existe un aprovechamiento comercial a través de sus subproductos y carnes, aún está considerada en peligro de extinción al no superar su censo el número de individuos que precisa Feagas.

Y es que los ganaderos caprinos también recuerdan la fecha del 19 de septiembre de 2021, como la técnica de campo de la asociación de criadores, Beatriz Sicilia, quien hace hincapié en la «incertidumbre y la preocupación de ese día».

Desde el primer momento se desalojaron granjas de cabras que estaban en riego, reconociendo Sicilia que «fueron días muy complicados y dolorosos para la asociación y sus socios», ya que varios de los ganaderos tuvieron que ser desplazados.

Situaciones como que una de las ganaderías perdió la mitad de su rebaño por las coladas, y la otra mitad se vio afectada con lesiones por quemaduras, son recordadas aún por todo el sector, mientras que el resto de ganaderías pudieron ser completamente evacuadas y se pudieron instalar en otros lugares de la Isla. En estos lugares, donde se encontraban los animales desplazados, se podía acceder, por lo que el trabajo del día a día y las tareas de la asociación pudieron realizarse de forma rutinaria.

Así se intentó trabajar en la normalidad que había antes del volcán, y se prosiguieron actividades clave en la conservación de esta raza amenazada como el programa de mejora, el control lechero, la calificación morfológica y la inscripción de nuevos ejemplares en el Libro Genealógico. Todas estas actividades se realizaron de forma normal en las granjas reubicadas.

Por su parte, Eva Muñoz Mejías, secretaria de la asociación, tras analizar los datos de antes, durante y después de la erupción, pudo comprobar que esta circunstancia provocó una pérdida de producción en las ganaderías que se encontraban en la zona de acción del volcán. Para la Asociación, a pesar de que nunca se detuvo el trabajo, esta nueva situación supuso mayores dificultades y horas de trabajo para poder afrontar todas las labores y actividades para poder sacar el trabajo adelante sin ninguna merma. 

En este tiempo, las ganaderías colaboradoras de la raza han pasado de 57 en 2020 a 55 en 2022, y la producción media del total de la raza en kilogramos de 473,52 en 2020 a 412,05 en 2022.

Un año y medio después del suceso, las ganaderías de la asociación que se vieron afectadas se encuentran hoy reubicadas. Aquellas que formaban parte de zonas de exclusión y de coladas, han podido regresar y retomar su día a día normal.

A nivel del trabajo de campo, el cambio más significativo ha sido el de los desplazamientos, ya que hay carreteras que hoy no existen o se encuentran cortadas, por lo que los trayectos son más largos. Desde la Asociación señalan que están «muy orgullosos de ver la fuerza de nuestros ganaderos y ganaderas, trabajando cada día y cuidando a sus animales, haciendo lo posible para seguir adelante». 

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