CD Tenerife

Cordero y el CD Tenerife, tal para cual

La del ejecutivo cartagenero es una de las figuras más relevantes en la historia reciente del representativ

Desde que se separaron, el club blanquiazul y él llevan trayectorias similares

Rueda de prensa de despedida de Juan Carlos Cordero.

Rueda de prensa de despedida de Juan Carlos Cordero. / Andrés Gutiérrez

Manoj Daswani

Manoj Daswani

Huérfana de alicientes para el CD Tenerife, la recta final de la temporada sí presenta partidos que en otras circunstancias y condiciones clasificatorias serían una auténtica golosina.

Cuando en julio del año pasado se conoció el calendario de Segunda, el duelo que viene a continuación en La Romareda (domingo, 15:15 horas)se vislumbraba cargado de dinamita. Iba a ser el del reencuentro con Juan Carlos Cordero en su nueva casa; y vistos los resultados de la primera vuelta, podía darse que los dos históricos equipos blanquiazules se vieran las caras con el ascenso en litigio. Nada más lejos de la realidad, ambos comparecerán en la ciudad de La Pilarica más cerca del infierno que del cielo.

Al Zaragoza de Cordero le ha ocurrido lo mismo que al Tenerife. Empezaron los dos de manera fulgurante, paladearon el liderato en las jornadas inaugurales, encandilaron a sus respectivas parroquias, ahora tienen futbolistas en nómina de mucho caché pero escaso protagonismo (Bakis o Ángel), compartían el sueño del ansiado cambio de categoría pero, aunque a diferentes velocidades, ambos han ido enterrándose en la clasificación para producir más hastío que ilusión en sus correspondientes graderíos.

Cordero arribó a La Romareda con el ánimo y la intención de cambiar la historia y enderezar la nave zaragocista. Demasiados años consecutivos sin optar siquiera al ascenso merecían un giro y el ejecutivo cartagenero fue el elegido por la nueva propiedad maña al menos para intentarlo. El extinerfeñista acababa de abandonar Tenerife por motivos que se había hartado a explicar. Hacía meses que la noticia de su presunto adiós estaba en todos los mentideros insulares, pero el ya nuevo máximo accionista se empeñó en desmentirla. «Cordero va a seguir», reiteró ni se sabe cuántas veces. No fue así.

Su versión

«Para la Isla y para el club solo puedo tener palabras de agradecimiento. El trato conmigo siempre fue fabuloso, de mucho respeto y mucha educación. En el Tenerife solo me faltó lograr el ascenso, y estuvimos a punto. Todo lo demás fue fantástico: el clima, la atmósfera... Deseo que ojalá pronto puedan subir, que estaré muy contento de que lo logren. Del club, del entorno y los medios solo puedo hablar bien», decía Cordero a principios de temporada en la primera entrevista tras su desvinculación, que concedió a EL DÍA.

La historia de su salida halla su origen en el conocido como Pacto de Roma, que se vertebró cuando los accionistas de referencia fueron a El Vaticano para visitar al Papa. «Tras el partido de la primera jornada, Miguel Concepción me transmitió que iba a entrar un grupo inversor y se iba a producir un cambio. Me trasladaron que iba a haber un cambio de modelo y entendí que, si él se marchaba, lo mejor era que yo también lo hiciera», relató entonces.

Fue a renglón seguido cuando José Miguel Garrido [máximo accionista del Tenerife] se reunió con él para trasladarle su planteamiento y proyectos. «Igualmente le dije que lo mejor para la salud deportiva del equipo era que me fuera. No iba a ser positivo que hubiese dos direcciones deportivas que mandasen mensajes distintos», apunta. Las palabras de Cordero cobran ahora una dimensión entonces tal vez desconocida. Remarcaba con sus declaraciones el actual director deportivo del Zaragoza que en el Tenerife quien realmente iba a mandar y a tomar las decisiones era Garrido, no la dirección deportiva.En este sentido, el tiempo le ha dado la razón.

Cordero es una de las figuras más relevantes del Tenerife de los últimos tiempos. Suya es la autoría del proyecto que casi devuelve a la institución a Primera División en junio de 2022, cuando un aciago partido de vuelta contra el Girona en la final de la promoción dejó al tinerfeñismo con la miel en los labios. El ex del Cádiz había aterrizado bajo mandato de Concepción, que desde hacía años tenía su fichaje entre ceja y ceja. Finalmente, su contratación pudo producirse una vez que Cordero resolvió sus diferencias judiciales con el equipo gaditano, que le adeudaba una cifra gigantesca.

Su historia en la Isla

La primera encomienda grande que le hizo el consejo de administración fue tutelar el proyecto deportivo 2020/21, pero ya entonces su plan comenzó con sobresaltos. Quería Cordero a Julio Velázquez como entrenador (al que recientemente llevó al banquillo local de La Romareda), pero la directiva no lo veía claro y finalmente se opuso a que fuese el elegido. Cuando todo estaba listo en un hotel de Madrid para rubricar los contratos, el presidente mandó a parar y el representativo pasó al plan B:Fran Fernández. No funcionó.

El técnico andaluz no llegó a encajar en ningún momento en la estructura blanquiazul y sus primeros resultados fueron ruinosos, aun con el recuerdo muy reciente de la buena huella que había dejado Baraja, que prefirió no renovar. Para aquel entonces, el club ya había suscrito los primeros fichajes de la era Cordero. No fueron aquellos los más brillantes ni productivos de su etapa en el club blanquiazul: Carlos Pomares, Emmanuelle Apeh, Nono, Jacobo González, Otar Kakabadze, Bruno Wilson, Valentín Vada, Fran Sol, Ramón Folch, Gio Zarfino y Joselu.

Fran Fernández fue destituido en noviembre y Cordero apostó por Luis Miguel Ramis. Según recuerda, aquella fue su mejor elección. «Si tengo que quedarme con un solo fichaje, diría que el del entrenador. Porque fue la base de todo», revela. En la ventana invernal llegaron más nombres propios, alguno de los cuales aún permanece en nómina blanquiazul. Es Sergio González, que llegó a préstamo y acabó quedándose. También fueron reclutados en aquel momento Jon Ander Serantes, Mauro Dos Santos y Germán Valera. El movimiento nuclear de la etapa de Cordero se produce a principios del verano de 2021, cuando se refuerza la figura de Ramis y se le ofrece la renovación por dos años.

El tándem que conformaban ambos profesionales empezó a trabajar en un proyecto de futuro con fichajes que elevasen el nivel competitivo. Fue el comienzo de la edificación del Tenerife actual. Llegaron Rubén Díez, Juan Soriano, Míchel Herrero, Jeremy Mellot, Enric Gallego, Álex Corredera, José León, Víctor Mollejo, Pablo Larrea o Elady Zorrilla. En enero, se sumaron solo dos más: Andrés Martín y Mario González.

El equipo de Ramis dio un rendimiento pluscuamperfecto, se ubicó en lugares de privilegio y hasta se permitió soñar con el ascenso directo. El proyecto alcanza su culmen con una brillante e inolvidable eliminatoria contra LasPalmas, eterno rival. Era el cuadro amarillo al que todos daban por favorito, pero el representativo le ganó hasta por dos veces. La última, mágica, en Gran Canaria, dio paso a una celebración extraordinaria en el aeropuerto de Los Rodeos. Faltaba un paso más. Y no se llegó a completar.

El club se dio una última oportunidad. El final de Concepción estaba cerca y nadie sabía que el de Cordero y Ramis, también. El arquitecto del plantel intentó mejorar su obra y trajo a Nacho Martínez, Waldo Rubio, Iván Romero, Garcés, Andoni, Appiah, Mo Dauda, José Ángel Jurado, Javi Díaz y Aitor Buñuel. El Tenerife 2.0 no carburó y se despeñó en la clasificación. Lo demás, ya se sabe. El presidente cesante cocinó su propio relevo, vendió sus acciones y dio paso a un nuevo modelo de gestión donde el director deportivo nunca se sintió cómodo. Propuso su salida de forma amistosa, se la negaron y acabó comprando su propia libertad.