Carlos Gutiérrez, el acento canario del Huesca

El central lagunero Carlos Gutiérrez ha vuelto a la competición española, por la vía oscense, después de una etapa profesional en Japón

En sus inicios se formó en la cantera del Tenerife

Carlos Gutiérrez

Carlos Gutiérrez / SD Huesca

Julio Ruiz

Julio Ruiz

De Nagasaki a Huesca y este sábado a su casa, Tenerife, con motivo del partido de la trigésima primera jornada de Segunda División. Carlos Gutiérrez (La Laguna, 4/11/91) ha redirigido su carrera hacia España después de pasar dos años y medio en Japón. Liberado de todo compromiso contractual, tras quedar desligado del Nagasaki, el central fue anunciado el 27 de enero como fichaje del Huesca. El suyo es el acento canario del adversario del Tenerife.

Su condición de veterano, todavía con mucho que decir en los terrenos de juego, le ha permitido asumir sin la menor pega un papel muy concreto dentro de la plantilla que lidera Antonio Hidalgo. Por ahora ha entrado en todas las convocatorias posibles, seis, pero solo ha intervenido en la competición dos ratos como suplente, ante el Mirandés y el Espanyol. «Este es un equipo joven y hace falta gente que tire de experiencia en los momentos más complicados», apunta dispuesto a «ayudar y sumar» desde el lugar que sea, «en entrenamientos o en el campo».

Lo de jugar contra el equipo de su tierra no es nuevo para él. De hecho, el blanquiazul es el rival que más veces ha tenido enfrente a lo largo de su carrera profesional en España, una con el Leganés de Asier Garitano y seis con el club en el que más tiempo ha estado, el Numancia –jugó 103 partidos con los sorianos–.

Para Carlos, todo empezó en el Juventud Laguna. De ahí pasó a la base del Tenerife. «Cuando me llamaron del club, mi padre me dio libertad para elegir y acepté la oferta», recuerda. «A todo chico le hace ilusión jugar en ese equipo por lo que significa», reconoce trasladándose a una etapa de la que extrajo enseñanzas, incluso cuando le propusieron cambiar de equipo a préstamo. «Me lo tomé con naturalidad», asegura. Pero empezó a sentir una pérdida de confianza y terminó desligándose del representativo para firmar con el CD Laguna. «En los dos últimos años no estuve tan cómodo, porque empecé a jugar de lateral derecho siendo central. Además, me querían ceder al Cruz Santa y yo prefería volver al Laguna, con mis amigos. No me lo tomé mal. Al final, me fui al lugar en el que me sentía querido y de donde había salido. Además, estaba cerca de mi casa. Sí me dio más rabia cuando no se pusieron en contacto conmigo cuando estaba en Tercera y me estaban saliendo bien las cosas, y fue Las Palmas la que me llamó», repasa Carlos, que a esa edad se veía más trabajando en el ámbito sanitario, como enfermero, que ganándose la vida gracias al deporte.

Ahí se cruzó en su camino Manuel Rodríguez, más conocido como Tonono. El responsable de captación de la UDLas Palmas le brindó la oportunidad de dar un paso más. «Me dijo que estaba a tiempo de ser profesional y me ofreció sumarme a la plantilla de Las Palmas Atlético. Ni se me pasaba por la cabeza salir de Tenerife, pero acepté», rememora.

Su techo en la casa amarilla estuvo en la temporada 13/14, en la que debutó en Segunda B en una plantilla entrenada por Víctor Afonso y con jugadores como David Simón, Ayoze Placeres, Roque Mesa o Tyronne. Le faltó tener minutos con el primer equipo, pero pudo madurar con las cesiones al Leganés –preparado por Asier Garitano en la Segunda División 14/15– y al Burgos –15/16, en Segunda B–. Tras estos dos préstamos, quedó desligado de la Unión Deportiva. Ya estaba preparado para abrirse camino en el fútbol profesional. Fue entonces cuando se unió al Numancia, club con el que llegó a disputar un playoff de ascenso aPrimera, con Jagoba Arrasate al frente (17/18), y sufrió un descenso a Segunda Ben 2020. El último partido de esa nefasta campaña fue contra el Tenerife, en Los Pajaritos (1-2).

Esa mala experiencia, la inesperada pérdida de la categoría, le animó a dar un giro a su carrera. En cuestión de meses, cambió Soria por Japón. «Llegué a ese país con 28 años, y lo hice porque quise. Otros compañeros no tienen la oportunidad de elegir y casi se ven obligados a decantarse por un destino como ese. En cambio, a mí me sedujo la oferta que me plantearon. Me apetecía cambiar después de muchos años en el mismo contexto, fue una motivación para mí. Y no me arrepiento de haber salido a Japón, no miro atrás. Tampoco se puede saber si me hubiera ido mejor en España», reflexiona sobre su aventura en los clubes Avispa Fukuoka, Tochigi, Machida Zelvia y Nagasaki. Por momentos, el regreso a España siempre estuvo entre sus previsiones, pero tampoco le apetecía forzar la ruptura con la conexión asiática. «La verdad es que estaba bien en Japón y quería seguir allí, pero el último año fue complicado y se dieron muchos condicionantes para que volviera a casa, así que no tuve que pensarlo mucho», señala refiriéndose a la puerta que le abrió el Huesca, con el que se comprometió hasta el final de la presente temporada, con opción a otra.