Luismi Cruz ilumina al Tenerife

El atacante gaditano fuerza el penalti que aprovecha Enric Gallego para anotar el 1-0 y firma un golazo en el triunfo del equipo blanquiazul ante el Mirandés, en el Heliodoro Rodríguez López (2-1)

Julio Ruiz

Julio Ruiz

Ya son dos triunfos seguidos en el Heliodoro, tres jornadas consecutivas sumando, siete puntos de nueve y 40 en total. No es que, dentro del contexto general de la temporada, la situación sea ideal. Pero, sin volver a encender todavía la calculadora para hacer cálculos, algo es algo, teniendo en cuenta la irregularidad mostrada por el Tenerife desde que fue líder en la décima jornada. El paso dado ante el Mirandés (2-1) tuvo a Luismi Cruz como protagonista. Hacía tiempo que un jugador no destacaba tanto por encima del resto. El extremo fue diferencial, sobre todo en un primer tiempo en el que forzó un penalti que aprovechó Enric Gallego para reencontrarse con el gol –no marcaba desde el 8 de octubre– y adelantar a su equipo, y en el que amplió la ventaja al colar el balón por la escuadra con un espectacular remate. En menos de 10 minutos, el atacante cedido por el Sevilla acomodó un triunfo que tampoco cayó con la facilidad esperada del lado tinerfeño. Porque el Mirandés se encontró con una pena máxima en el comienzo de la segunda mitad y, con más voluntad que acierto, apretó en la búsqueda del empate apurando un duelo que se alargó con 9 minutos de tiempo añadido.

En ese rato de más, se palpó en el estadio el temor de que se produjera un final desgraciado, como en otras tantas ocasiones, un segundo gol visitante conquistado a la desesperada, como cuando el portero Ramón Juan subió a rematar un córner en el minuto 99 o cuando el mismo jugador colgó una falta lejana al área. En ambos casos, su colega Juan Soriano se impuso mandando por alto.

Con el pitido final del árbitro, los blanquiazules respiraron aliviados. Habían pasado de realizar una primera mitad muy completa, probablemente de las mejores de la temporada, a activar el modo sufridor en la segunda, en una fase más igualada y abierta, y peligrosamente fuera de control. En cualquier caso, fue un Tenerife mejor que el de los dos partidos anteriores, resueltos con el 1-0 al Eldense y el 1-1 en el campo del Alcorcón.

La tarde comenzó con una pitada del público a Garitano cuando su nombre sonó por la megafonía del estadio. Una muestra de descontento cocinado a fuego lento semanas atrás, y con la única cura de resultados urgentes como el conseguido ante el Mirandés. Con trece jornadas por delante para que se consuma el calendario, el técnico aún está a tiempo de cumplir el objetivo que planteó cuando fue presentado como entrenador del Tenerife: llegar a Semana Santa con opciones de alcanzar los puestos de promoción. De momento, las matemáticas no dicen lo contrario, aunque el margen de error no sea demasiado amplio.

El toque de atención al técnico dio paso a un inicio de partido en el que el Mirandés amagó con desarrollar una propuesta valiente. De hecho, el primer remate fue suyo, de Gabri, atrapado por Soriano. Pero los de Alessio Lisci, exigidos tras una serie de tres derrotas seguidas, no pasaron de ese aviso. Al Tenerife no le costó mucho que se empezara a jugar a lo que le convenía. Y tampoco necesitó desgastarse o arriesgar en exceso en la presión. Le bastó con una correcta lectura de cada momento y una adecuada ubicación en el campo para ganar la batalla posicional y empezar a recuperar balones en el terreno contrario. La paciencia, la insistencia y la inspiración de Luismi hicieron el resto. El gaditano debió sentir que era uno de esos días en los que todo le iba a salir bien. Pleno de confianza, él solo se encargó de desbloquear una oposición defensiva que, dicho de paso, también tenía sus fisuras. Si no, el Mirandés no sería uno de los equipos más goleados.

En el minuto 3, Cruz ya dejó su sello con una maniobra en el área con la que trató de conectar con Gallego. Al rato (14’), estrelló una volea en un defensa cuando el balón se dirigía a la portería. A esas alturas, el Tenerife ya había domado el partido y a un rival que se limitaba a buscar la espalda de los laterales con algún centro largo.

Bajo esa dinámica, Luismi controló fuera del área y, empujado por una sensación de superioridad, condujo el balón hacia el interior sin miedo a la oposición de tres defensas. Seguramente, lo hizo a propósito sabiendo que iba a poder salir beneficiado. De ese cruce de caminos sacó un penalti por derribo. El lanzamiento fue para el especialista. Enric no engañó a Ramón Juan, pero sí ajustó lo suficiente el disparo al palo (21’).

El 1-0 animó a un Tenerife necesitado de confianza. Y perseveró con la idea de no quedarse corto. La reacción del Mirandés fue nula y las llegadas de los blanquiazules fueron goteando poco a poco, primero con un envenenado pase de Mellot y, a continuación, con el golazo de Luismi; un medido golpeo desde la frontal del área con el que coló el balón por la escuadra (29’).

Con el 2-0 antes de la media hora, el partido ya había cogido el camino de terminar, al fin, en un triunfo cómodo y convincente de los blanquiazules. Pero siendo el Tenerife, no iba a ser tan fácil. Y así fue. El viaje tuvo su primer bache a modo de lesión. Aitor Sanz se vio obligado a que pedir el cambio en el minuto 36. Garitano subió a Sergio González al medio y apuntaló la defensa con Sipcic. De ahí al descanso, nada de nada.

Para tratar de meter a su equipo en el partido, Alessio Lisci movió piezas en la pausa. Quitó Tomeo y a Grabri y puso a Lachuer y La Gumina. Sin margen para que se notaran los efectos, el Mirandés se vio lanzando un penalti en el minuto 47 para recortar diferencias. Gallego le había hecho falta a Pablo Ramón cuando se disponía a rematar, tras un centro mal defendido por los locales. Carlos Martín ejecutó y optó con acierto por el tiro centrado. Soriano se lanzó a un lado (47’). El 2-1 llevó el partido a un plano diferente, inesperado visto lo visto. El Tenerife ya no era tan ganador y el Mirandés podía pensar en sumar en el Heliodoro.

Sin entrar en un intercambio de golpes, el duelo sí dejó de tener un dominador claro. El equipo jabato tenía más el balón pero carecía de profundidad, y los blanquiazules permanecían al acecho para recuperar y sorprender al contragolpe, principalmente cuando accedieron al terreno Waldo y Ángel por Rahmani y Enric. El ariete barcelonés rozó el tercer tanto, con un rebote, antes de su sustitución (58’). Los siguientes en intentarlo fueron Luismi (70’) y Waldo (78’), en su caso, con un mano a mano ganado por Ramón Juan tras un pase de Ángel. Soriano puso la réplica (88’) en una clara oportunidad de Lautaro con apariencia de estar en fuera juego. Luego afinó su puntería Teto. YWaldo tuvo tiempo para volver a poner a prueba a Ramón Juan. El 2-1 dejaba el resultado en el aire, sujeto a un último arreón del Mirandés con un par de balones colgados al área, sin consecuencias gracias a Juan Soriano.

A trompicones, como cualquier equipo, el Tenerife va montando una miniracha. Toca cuidarla.