El Tenerife pierde con un penalti de VAR

El equipo blanquiazul cae en la visita al Andorra, la penúltima de la temporada. El equipo local anota el único gol gracias a un penalti no señalado inicialmente por el árbitro principal.

Jacobo y Mellot.

Jacobo y Mellot. / LaLiga

Julio Ruiz

Julio Ruiz

Definitivamente, la 22/23 no será una temporada para enmarcar por la trayectoria descrita por el Tenerife a domicilio. A falta de una sola salida, a Zaragoza en la última jornada de Liga, el equipo solo ha ganado dos partidos lejos del Heliodoro, en Burgos y Cartagena. En el penúltimo intento tampoco hubo suerte.Ese fue un factor que tuvo su influencia en la derrota ante el Andorra. Cuando el encuentro iba camino del empate sin goles, en el minuto 87, el VARintervino para castigar a los tinerfeños con un penalti. Moreno Aragón no había señalado nada después de que Héctor Hevel cayera en el área, en su carrera con Kike Salas.En la repetición se pudo apreciar que el central había rozado el talón del atacante y el árbitro dirigió el brazo al punto de los once metros. Carlos Martínez engañó a Juan Soriano y marcó el único gol del partido, con muy poco margen para la reacción de los blanquiazules.

Hasta ahí, el partido se había desarrollado bajo los parámetros previstos. Sobre todo durante la primera media hora. Aunque ni unos ni otros tenían nada especial por lo que competir, no abandonaron su identidad. No es que Andorra y Tenerife sean polos opuestos y renuncien a jugar de otra manera, porque, dado el caso, cualquier equipo se amolda a la situación que sea. Pero, de entrada, sí se quedó claro que buscan la victoria por vías diferentes, tal como pasó en el encuentro de la primera vuelta, el delHeliodoro (1-1).

Ya se sabe. Eder Sarabia practica un fútbol más elaborado. El suyo es el equipo de Segunda División que más tiempo tiene el balón. Toca y toca, con paciencia, esperando encontrar una fisura por la que adentrarse en el terreno contrario, en este caso, con la profundidad de sus extremos, los exjugadores del Tenerife Jacobo González y Germán Valera. Los dos tuvieron la oposición de laterales diestros. Ramis no pudo contar con sus dos especialistas, ni con el sancionado Nacho Martínez y ni con el lesionado Risa Durmisi, de manera que puso a Aitor Buñuel en su lugar –con Valera– y a Mellot a pierna cambiada –con Jacobo–. Eso en cuanto al Andorra. Ninguna sorpresa con su planteamiento, y tampoco con la del técnico blanquiazul. Como punto de partida, defensa en bloque en cancha propia, con orden y disciplina, procurando desesperar a su rival. Eso sí, el Tenerife no se conformó con eso. Poco a poco fue asomando en el área tricolor, aplicando un juego más práctico y directo que el del conjunto local. Al principio le costó enlazar con Waldo y Gallego –los más participativos en ataque–, pero acabó generando ocasiones y mereciendo algún gol. En teoría, el plan fue ese. Aguantar en el inicio, suponiendo que el Andorra iba a salir a dominar, e ir madurando el resto, de manera artesanal, sin encajar goles y sabiendo que, tarde o temprano, algo acabaría pasando en el área andorrana.

En general, ese empeño del Tenerife de protegerse superó la prueba con algunos matices –hasta la acción del penalti–, porque el conjunto local supo cómo hacerle daño. El canal de acceso estuvo en los dos costados, con la profundidad y la velocidad de Jacobo y Valera, y con sus centros al área.

Los primeros remates fueron locales. Iván Gil abrió la cuenta con un chut pegado al palo desde la frontal del área (3’). Los de Sarabia habían entrado mejor al partido ante un Tenerife bien plantado, pero sin más. Al rato lo intentó Aguado (7’)y Valera estuvo a punto de cazar un buen centro de Jacobo (8’). Esa tendencia llegó a su momento cumbre con un disparo al palo de Iván Gil, ganándole el duelo a Teto y tras una acción de Petxa por el costado derecho (15’). Siendo conservador, el Tenerife se estaba mostrando demasiado permeable. El 1-0 se veía venir, aunque no se produjo en ese tramo.

De repente, como si hubiera quedado programado de esa manera, el Tenerife dio un primer zarpazo e incomodó a un Andorra que se desenvolvía a su gusto con el estilo que más le interesa. Waldo puso la directa, con velocidad y recorte, y firmó un primer remate, taponado por la defensa. A continuación fue Mellot el aventurero, percutiendo por el mismo lugar.

Ya era otra cosa. No un monólogo del Andorra. Sin necesitar tanto, el Tenerife también había dado muestras de que tenía argumentos ofensivos para marcar. Un aviso para el rival, que siguió a lo suyo, pero sin la misma seguridad.

Ocasiones

A partir de ahí, las ocasiones fueron cayendo en las dos áreas. La frecuencia no fue muy alta, pero sí sirvió para darle un poco de vida al partido. Buñuel irrumpió para cabecear a las manos de Marc Vidal (24’); en su turno, Mellot impidió que el ensayo de Jacobo cogiera camino (25’); el lateral francés puso de manifiesto su vocación ofensiva para colarse en el área y forzar un córner (27’); Larrea culminó con un remate desde el borde del área una jugada de estrategia (35’); Carlos Martínez orientó mal, de cabeza, un centro lateral (40’)... En resumen, de camino al descanso, el encuentro se fue abriendo, con buenas intenciones pero sin la pegada suficiente ni de andorranos ni de isleños.

Tras el intermedio, el partido siguió avanzando sin el encasillamiento del principio. Es más, fue el Tenerife el que se acercó antes al gol. En realidad, lo llegó a anotar, pero en una jugada que quedó anulada por falta de Waldo sobre Valle en su intento de anticiparse para batir al portero, después recibir el balón procedente de Larrea.

Los de Ramis aprovecharon ese tramo para insistir. En particular, con una triangulación entre Corredera y Mellot, con un centro del gerundense al área que rozó Teto con la frente sin poner en aprietos al guardameta andorrano (61’).

También tuvo su protagonismo el portero visitante. Tras esa fase de empuje tinerfeño, el Andorra pasó a llevar la iniciativa, pero se encontró con un par de acciones salvadoras de Soriano, la primera tras un remate a la media vuelta de Carlos, y la segunda, sobre todo esta, en un tiro raso de Valera, dentro del área, que el sevillano sacó con el pie; las dos en el 64’.

A esas alturas, Ramis ya había revitalizado la alineación con la entrada en el campo de José Ángel Jurado, Mo Dauda e Iván Romero por Larrea, Borja Garcés y Teto.

La voluntad de esprintar hacia el triunfo por parte de los dos equipos tuvo el efecto contrario. El volumen de llegadas al área fue disminuyendo a medida que el cronómetro se acercaba al 90’. Tanto, que el único remate del Tenerife en la media hora final fue desde su propio campo, en un intento de Gallego de sorprender a Vidal.La producción del Andorra tampoco dio para gran cosa. Sin nada en juego ni la presión de tener la obligación de ganar, los equipos fueron apagando un partido al que tenía reservado un giro inesperado, el penalti cometido en el minuto 87 y lanzado en el 89, tras la intervención del VAR y la rectificación del árbitro principal, que no había visto la falta de Salas.

No hubo mucho más en un encuentro sin historia, un partido que no hace sino confirmar que la versión visitante del Tenerife no ha estado a la altura de lo que se esperaba al principio, la de un aspirante al ascenso que se ha tenido que conformar con rellenar el calendario de Liga sin alicientes.

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