Urgencias para empezar

El Tenerife necesita la victoria en Málaga para ahuyentar problemas clasificatorios y revertir sus paupérrimos dígitos a domicilio | El rival comparece en situación semejante y con solo cuatro triunfos en su casillero

Luis Miguel Ramis, durante una comparecencia ante los medios.

Luis Miguel Ramis, durante una comparecencia ante los medios. / E. D.

Manoj Daswani

Manoj Daswani

Tenerife y Málaga inician 2023 con urgencias en la mochila y una situación que no imaginaron ni en sus peores pesadillas cuando la temporada comenzó, en ambos casos con ilusión a raudales y altos índices de exigencia. En el caso de los canarios por sus excelentes registros del curso pasado y en el caso de los boquerones por los fichajes de alcurnia incorporados en la ventana estival, los nombres de los dos planteles que hoy se enfrentan (La Rosaleda, 17:30 horas) aparecían en muchas quinielas entre los aspirantes al ascenso.

Media liga después, las 21 jornadas ya consumidas han puesto a cada uno en su lugar y, por deméritos propios, ambos comparecen al comienzo del nuevo año más abajo que arriba. Así que las urgencias son compartidas. En el cuadro andaluz, la intención es seguir en la misma trayectoria con la que cerraron el año pasado, a punto de ver la luz al final del túnel después de sumar una sola derrota en sus últimos cinco envites ligueros. Hay señales de recuperación en el conjunto de Pepe Mel, más solvente al calor de La Rosaleda (solo tres derrotas como local) que cuando sale de Málaga (siete derrotas en su versión visitante).

En cuanto al Tenerife, todo serían tinieblas si no fuera por el proverbial optimismo de Ramis, que también ve motivos para la esperanza en la línea competitiva de los suyos en diciembre, donde fueron capaces de vencer al Alavés, estuvieron a punto de hacerlo en Villarreal, no lo lograron contra el Andorra y emborronaron todo frente al Pontevedra en la Copa, resultado que todavía escuece.

Llegados a este punto, no hay otro propósito para hoy que la victoria, imprescindible para ambos planteles. No solo para llegar a tiempo a acariciar la zona noble, mensaje ambicioso que repite el entrenador cada vez que puede; sino también para evitar problemas a las primeras de cambio y meterse en líos clasificatorios que multiplicarían la presión y el hastío a partes iguales.

El contexto en el que se disputa el partido es especial para el representativo. No solo por las complicaciones que supone volver a competir después de un largo paréntesis; también porque el club anda envuelto en cambios a todos los niveles y en una remodelación necesaria en el mercado para mejorar sus prestaciones y ahuyentar el mal pálpito que dejaron algunos partidos de la primera vuelta (el de Ibiza, Gran Canaria o el último de Copa, sin ir más lejos) que han enterrado al Tenerife en una posición de severa dificultad, con solo la mitad de los puntos de los 50 necesarios para abrochar la permanencia. Dicho de otro modo, seguir anclados al mismo raquítico promedio sería vivir imantados a las angustias, sensación que nadie quiere.

Por si fuera poco, existe en el club la imperiosa necesidad de volver a ilusionar, objetivo número uno para el nuevo presidente. Y llenar el Heliodoro hasta los topes –como se quiere a corto plazo en las jornadas que vienen– es imposible solo a base de promociones, llamadas a la ilusión o regalo de entradas. Para rebosar el graderío como lo hicieron hace solo dos días los Reyes Magos hace falta ganar. Hoy, es imprescindible.

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