CD Tenerife

Crisis de confianza en el Tenerife tras el empate ante el Zaragoza

El equipo blanquiazul se deja otros dos puntos en casa y se aleja de su versión más convincente

Manoj Daswani

Manoj Daswani

El Tenerife, un mar de dudas. El equipo blanquiazul vive su momento más complicado de la temporada y se ha atascado. Así lo acreditan los números (cuatro puntos de los últimos 18 posibles) y también las sensaciones, que este sábado fueron infelices ante un peleón Zaragoza, que gozó de oportunidades para irse con un botín mayor. El cuadro maño se confirma como el gran empatador de Segunda (¡17 igualadas!) y el representativo ve alejarse a sus competidores por el ascenso.

Ramis introdujo un cambio en la pareja de centrales -entró Sergio González por Carlos Ruiz- y apostó por su dueto favorito de mediocentros para la sala de máquinas. La novedad fue Sam, listo para aproximarse a su nivel óptimo; y los damnificados, Bermejo y Mollejo, que se quedaron en el banquillo.

El equipo blanquiazul no empezó con buenas sensaciones y, desde su perfil más frágil, merodeó sus dominios con frecuencia el Real Zaragoza. De hecho, la primera ocasión clara de los maños la desbarató Juan Soriano al primer minuto de juego. El equipo de JIM no tardó en quebrar el empate inicial con una acción donde Valentín Vada aprovechó justamente un rechace del portero andaluz para enviar el balón a la red.

Se veía al Tenerife con dudas, falto de confianza, pero su hombre más resolutivo se encargó de fijar las tablas sin demasiada demora. Sam Shashoua, titular 11 partidos después, aprovechó un buen balón que venía de la banda izquierda para rematar con potencia y desatar el delirio. Con una celebración por todo lo alto, no solo festejó su acierto; también su regreso al mejor nivel.

No era la mejor versión de los locales y Ramis lo detectó, así que no tardó mucho en introducir un cambio para mejorar las prestaciones blanquiazules en la reanudación. Así, Elady abandonó el rectángulo de juego y le reemplazó Bermejo, que buscó dar mayor mordiente a los suyos en los segundos 45 minutos.

El cuadro isleño acrecentó su dominio, gobernó la pelota y se presentó con cierta frecuencia en territorio visitante. Pero se le apagó la persiana en los últimos tres cuartos de campo. Apenas inquietó al meta Álvarez, al tiempo que el Zaragoza vivía sin agobios e incluso se atrevía a intimidar a Sorano. como hizo Sabin, que se quedó a solas con el portero blanquiazul y falló (70') en la opción más clara para los suyos. Solo unos instantes después, el propio arquero tuvo que salir de su área para hacer una falta a Ángel que evitó males mayores y le costó tarjeta. El VAR llamó a Gálvez Roscón para que le enseñara roja, pero el colegiado principal mantuvo su decisión: amarilla. Para entonces, el técnico local no lo veía claro y ya había hecho nuevos cambios. Entraron Shaq Moore, de modo que Mellot pasó a la izquierda; y también Mollejo, otra vez con el rol de revulsivo.

Pero ni las permutas trajeron el efecto deseado ni el Tenerife hizo méritos para más. Indicios de fatiga mental y física en el conjunto blanquiazul. Los únicos brotes verdes estuvieron en la vuelta de Shashoua y el empuje de la grada, que gritó "¡sí se puede!" en busca de una victoria que no llegó. Ni se mereció. De hecho, Nano perdonó el 1-2 en el último suspiro.

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