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El extraño caso de Gustavo Maia: de ser fichado por Bartomeu por 4,5 millones a la segunda de Brasil

El delantero, que tenía contrato hasta 2025, se desvincula del Barcelona tras jugar sólo ocho partidos con el filial

Gustavo Maia, cuando fue fichado por el Barça en 2020.

Gustavo Maia, cuando fue fichado por el Barça en 2020. / FC BARCELONA

Francisco Cabezas

Anda el Barcelona haciendo encaje de bolillos por inscribir a sus futbolistas, asfixiado como está por los límites del 'fair play' financiero de LaLiga. Mientras tanto, trata de soltar lastre mientras continúa pagando los excesos financieros de la etapa al frente de su gobierno de Josep Maria Bartomeu. El caso del delantero brasileño Gustavo Maia -a quien el club le ha rescindido su contrato para que éste continúe su carrera en el Vila Nova de la segunda división de Brasil- sirve como metáfora de aquel tiempo en que se prometían los 1.000 millones de euros de ingresos y la caja de caudales parecía no tener fin.

Gustavo Maia, por quien el Barcelona pagó al Sao Paulo 4,5 millones de euros en agosto de 2020 cuánto éste tenía 19 años, deja el club tras tres temporadas sin haber debutado con el primer equipo y después de jugar apenas ocho partidos con el filial (283 minutos). No marcó ningún gol.

Fue aquel verano de 2020 el mismo en que la directiva de Bartomeu realizó aquel trueque con la Juventus, investigado después por la Fiscalía de Italia, por el que intercambió a Arthur Melo por Miralem Pjanic. Fue la misma temporada en que se pagaron cerca de 31 millones de euros por Trincao, ya en el Sporting de Portugal, y otros 21 millones por Sergiño Dest, aún en las filas del Barcelona pese a no contar para Xavi, pero con escaso mercado tras su decepcionante cesión al Milan.

De Henrique y Keirrison a Matheus

Aunque el caso de Gustavo Maia muestra ciertos paralelismos con los de otros brasileños como Henrique (ocho millones de euros de traspaso) y Keirrison (14 millones), quienes tampoco llegaron a estrenarse con el primer equipo. O también por el centrocampista Matheus Fernandes, fichado el mismo verano que Maia. A Matheus no llegaron ni a presentarle en el Camp Nou pese a que costó 7,7 millones de euros. El Barcelona acabó desprendiéndose de él de mala manera, y el club fue condenado a pagarle 8,5 millones por despido improcedente.

Maia, a quien los técnicos de las categorías inferiores ya descubrieron sus limitaciones a los pocos días de llegar a Barcelona, debía responder al perfil de delantero menudo y ratonil con alta capacidad para el desborde y la finalización. Bartomeu, por entonces, estaba convencido de que llegaría la oportunidad de devolver la jugada al Real Madrid, quien acabó arrebatando al club azulgrana a Vinicius y Rodrygo pese a que el Barça tenía acuerdos con ambos.

Sin embargo, Gustavo Maia fue otra cosa. Ante su nula adaptación al Barça Atlètic, en el club decidieron cederle. Primero al Internacional de Porto Alegre, hasta diciembre de 2022. Después, ya en el último día del mercado invernal de este 2023 al filial del Valencia, entrenado por Miguel Ángel Angulo y de la Segunda RFEF. Sólo fue titular en seis de los 17 partidos que jugó el Valencia Mestalla hasta el final de temporada. No hubo manera de que la entidad valencianista ejerciera la opción de compra incluida en el contrato de cesión.

Ante la perspectiva de que Maia no iba a tener participación alguna en el Barça Atlètic de Rafa Márquez, el Barcelona ha preferido desprenderse definitivamente de él. En el recuerdo quedará que la directiva de Bartomeu no tuvo inconveniente alguno en desembolsar un millón de euros por asegurarse la prioridad en la contratación de Maia, a lo que luego añadió 3,5 millones por el 70% de los derechos del futbolista.

La herencia de aquel tiempo de locura monetaria pesa aún demasiado en un Barcelona que trata de recomponerse en plena economía de guerra y con demasiadas cicatrices, deportivas y morales.