De cómo comportarse en pandemia

El MUNA revive el impacto del confinamiento en el medio natural con ‘Etología en la quietud’, que podrá visitarse hasta el 30 de septiembre en Santa Cruz de Tenerife

Patricia Ginovés

Patricia Ginovés

El MUNA revive el impacto de la pandemia y, en concreto, del confinamiento en el medio natural con ‘Etología en la quietud’. El visitante encuentra una parada en mitad de la muestra permanente del museo y entra en el salón de una de las millones de casas que, a comienzos de 2020, albergó la mayor parte de la vida de las familias. A través de una televisión, el público descubrirá qué ocurrió en el medio natural.

¿Qué cambios experimentó el medio natural por el cese de la actividad humana durante el periodo de confinamiento? Esta es la pregunta que se planteó el equipo del Museo de Naturaleza y Arqueología (MUNA) de Santa Cruz de Tenerife para dar forma a Etología en la quietud, una instalación ambientada en aquellas semanas de encierro en el año 2020 y que ahora invita al visitante a reflexionar sobre el impacto de la presencia humana en el planeta.

Con el objetivo de plasmar los momentos y sensaciones vividas durante el confinamiento, Etología en la quietud se presenta como un auténtico salón de una casa el 20 de abril de 2020, en pleno encierro. La estancia, un entorno casi teatral, permite al público protagonizar un viaje inmersivo para que, quizás, se despierten las emociones vividas durante aquellos meses. Una vez más, la única ventana a la realidad, tal y como ocurrió en aquella época, será la pantalla de una televisión, donde se proyectan vídeos e imágenes de cómo vivieron los animales y, en general, los organismos vivos, sin el impacto humano durante ese tiempo.

Este espacio se podrá visitar hasta el 30 de septiembre y permite al visitante conocer los comportamientos atípicos que se experimentaron durante el confinamiento en ciertas poblaciones animales, con especial incidencia en los enclaves urbanos. Durante aquellas semanas, la fauna colonizó las calles ante la ausencia de actividad humana y la baja contaminación. Se vieron jabalíes en las calles de Barcelona o cisnes y medusas en los canales de Venecia. Además, en ese momento de encierro la primavera brotaba con absoluta libertad y la flora pudo vivir un esplendor histórico. Por todo ello, Etología en la quietud no solo muestra detalles curiosos de esa época, sino que además invita a la reflexión sobre la necesaria mejora en la coexistencia de los humanos y la naturaleza para lograr la sostenibilidad, salud y bienestar en el planeta.

La directora del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife, Fátima Hernández Martín, destaca la importancia que tuvo este periodo para el medio natural y recuerda que «se han observado curiosas actividades» en poblaciones de mamíferos, que mostraron «arriesgadas acciones exploratorias, nuevas vocalizaciones en pequeños pajarillos o extraños modos de vigilancia en carnívoros». Todo ello se debió a aquel «estado de pausa» debido a la reducción de la acción del ser humano. «Estudiar la fauna y flora que nos rodea ante este cambio, con especial incidencia en los enclaves urbanos», añade.

El consejero de Cultura del Cabildo de Tenerife, José Carlos Acha, recuerda que «los museos no son únicamente lugares en los que se puede guardar y entender la historia, sino que también invitan a entender el mundo actual, nuestro entorno». Por eso destaca la importancia de iniciativas como esta en el MUNA, que no solo muestra lo que sucedió durante las semanas de confinamiento, sino que además ahonda en «las consecuencias que tuvo el encierro en el mundo de la naturaleza».

El consejero habla de la importancia de que esta muestra se encuentre ubicada en mitad de la colección permanente del museo dependiente de la Corporación insular, «y eso lo hace al mismo tiempo divertido porque supone un parón entre todo el discurso del museo». En este sentido, indica que los museos deben contar con su «recorrido permanente, con objetos de la colección que puedan interpretarse y contextualizarse» pero que también deben compaginarse con estas «muestras temporales que se dedican además a atraer a nuevos públicos». «En los museos, como en la cultura en general, hay que hacer partícipe al visitante de lo que sucede dentro de estas paredes, para que salga de este espacio con más ganas de aprender, de volver, de ver más», resume el consejero.

En cuanto a Etología en la quietud, José Carlos Acha está convencido de que «mucha gente mirará ahora los entornos urbanos de otra manera» y celebra que, tras el paso por esta exposición, reflexionarán sobre diferentes temas. Todas las personas que se dediquen a visitar la colección permanente del museo tendrán que pasar por esta instalación temporal que «ayuda a entender el mundo actual», afirma Acha, a quien no le pasa inadvertido que «a todos los objetos de este espacio se le puede dar una lectura diferente a la inicialmente propuesta y por eso es tan interesante introducir propuestas como esta, que buscan dotar a objetos como una televisión o una sala de estar de vida para poder contextualizarlo y estudiarlo a nivel sociológico e incluso lúdico». De este modo, invita al visitante a interactuar con este nuevo espacio que hace regresar al presente aquellos meses que ya parecen parte del pasado.