Opinión | El recorte

Una DANA de concordia

Isabel Díaz Ayuso junto a su pareja, Alberto González.

Isabel Díaz Ayuso junto a su pareja, Alberto González. / EP

Tal y como anunció el profeta Sánchez, en su famoso sermón sobre el perdón de los pecados, vamos hacia un periodo de concordia sin precedentes. Un vendaval de cordialidad y entendimiento. Lo exhala Isabel Díaz Ayuso pidiendo la cabeza de la pareja de Pedro Sánchez por sus relaciones con empresas favorecidas por el Gobierno que preside su marido. Lo aventan los socialistas, exigiendo la dimisión inmediata de la misma Díaz Ayuso por los trapicheos fiscales de su pareja investigada. Lo sopla Ábalos con cada respiración agitada, apenas contenida por una mascarilla. Lo grita a los cuatro vientos el exiliado Puigdemont anunciando que se va a presentar a la presidencia del futuro estado catalán. Lo expresan los dos grandes bloques en la verdulería parlamentaria de las Cortes. Pura concordia.

Como guinda de este gigantesco pastel de azúcar, el Rey Mohamed VI de Marruecos, tan frecuentemente visitado por nuestro presidente, ha ordenado a su ejército realizar unas maniobras militares en aguas nada casualmente próximas a Canarias. Un despliegue inusual de la Marina Real que reafirma la soberanía de Marruecos sobre esas aguas del Sáhara. Una chulada más del rey del país tapón, el de los hechos consumados y del perejil.

Después del volantazo que supuso el histórico cambio de posición del Gobierno de España sobre el Sáhara, plegándose a las tesis de Marruecos... Después de tanta cena cordial, incluyendo aquella tan famosa con la bandera española puesta del revés, como muestra del fino humor alauita y del colosal despiste de los trescientos responsables de protocolo que suelen viajar en el Falcon con el presidente español... Después de tanta genuflexión y tanto besamanos, no se sabe si por aquello de los teléfonos hackeados o por los trenes que va a comprar don Mohamed… Después de tanta concordia, ahora resulta que Marruecos también nos sale rana y saca a pasear sus barcos de guerra por una charca que considera propia.

Y es que el clima de concordia se ha extendido de tal forma que el mundo entero parece afectado por la conjunción planetaria del buen rollo presidencial. Putin está ahora mismo sufriendo una hiperglucemia después del atentado que le ha matado sin su permiso a más de un centenar de ciudadanos en Moscú, que encima no eran opositores a su dictadura. Israel y Palestina, con Irán y Libia, más las organizaciones terroristas islámicas, quieren convertir Oriente Medio en una bomba. Las elecciones en Estados Unidos anuncian un nuevo presidente tan zumbado que abrirá una nueva crisis con una Europa que detesta. El teatrillo de unas elecciones amañadas en Venezuela, que solo defiende Zapatero, porque el cliente es el que manda, promete aún más miseria en un país del que ya han huido casi ocho millones de despavoridos antidemócratas. El Sahel africano es un polvorín. Francia, potencia nuclear europea, le ha enseñado a Putin la punta de sus misiles de largo alcance… Guerras, amenazas, pobreza, atentados, inestabilidad…

Sí, don Pedro. La actualidad misma es un dulce océano de miel donde el barco de la concordia española, hecho con papiroflexia de los papeles de la Ley de Amnistía, navega que jode.

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