Entrevista | Enric Gallego Futbolista del CD Tenerife

Enric Gallego o cómo llegar a la élite pasando los 30: "Cuando vienes de abajo, aprendes pronto a valorar las cosas"

El delantero tiene una historia que contar. La de un niño de Buen Pastor que quería ser futbolista profesional. «Me llegó tarde, pero llegó. Valió la pena el esfuerzo».

Enric Gallego.

Enric Gallego. / Andrés Gutiérrez

Julio Ruiz

Julio Ruiz

La de Enric Gallego no ha sido una carrera convencional. Debutó en una categoría profesional, en Segunda, con casi 32 años. Cuatro meses después dio el salto a Primera y en la temporada posterior vivió la experiencia de participar en una competición europea. Antes de todo eso, había recorrido campos de Tercera y de Segunda B marcando goles. Pero también llegó a ser albañil, instalador de aparatos de aire acondicionado, camionero... Desde el verano de 2021 forma parte del Tenerife, club con el que tiene contrato hasta junio de 2025. Apartamos el foco de la vorágine de la actualidad para conocer mejor a la persona.

¿Cómo fueron sus inicios?

Como los de cualquier niño. Empecé en el equipo de mi barrio, Buen Pastor (Barcelona). Recuerdo que un día me llevó mi hermano a jugar. Así surgió todo. Comencé en la banda izquierda, pero con el paso de los años acabé delantero. Estuve un par de años en la Gramanet, en la categoría infantil, luego fui cadete en el Badalona y, a continuación, volví a mi barrio, ya en edad juvenil.

¿De familia futbolera?

Una familia humilde. Siempre nos gustó el deporte. Mi padre y mi hermano siempre jugaron al fútbol, y mi madre y mi hermana, a baloncesto. Yo seguí el camino de los chicos.

¿No le atraía el baloncesto?

No. Iba a ver los partidos porque estaba mi hermana. Pero siempre estuve ligado al fútbol.

¿De qué equipo era?

Del Barça.

¿Se veía llegando lejos?

Solo recuerdo que me gustaba. Primero jugaba en la calle, pero, como todo niño, sí quería dedicarse a esto. Recuerdo que cuando me preguntaban en el colegio qué quería ser de mayor, decía que quería ser futbolista. Lo llegué a lograr con mucho esfuerzo, pero en muchos momentos, aunque siempre tuve ilusión al máximo, vi lejos esto de ser profesional.

¿Era de meter muchos goles?

Sí que era de meter goles. Cuando estuve en la Gramanet, en aquellos dos años, quedé Pichichi. Tampoco iba en plan abusador, de hacer diez en cada partido, pero sí que iba metiendo mis golitos.

¿Qué pasó después de esa etapa de iniciación al fútbol?

Dejé de jugar un año y algo en la época de juveniles. Estaba en el equipo de mi barrio, con los amigos. Hubo alguna que otra pelea y la Federación nos quitó de la Liga. En ese tiempo seguí jugando, pero en la calle, con los amigos.

¿Tuvo que buscar trabajo?

Vengo de una familia humilde. Mis padres estaban separados. Mi madre trabajaba 12 horas diarias, como mínimo, para llevar un sueldo a casa. Y pensé que tenía que ayudar. Hacía lo que surgía: fui albañil, ayudando a una persona de confianza que se dedicaba a hacer reformas; también instalé aparatos de aire acondicionado... Aparte de eso, con 16 o 18 años iba con mi hermano a una fábrica, cuando podía. Ahí también me ganaba un dinerillo. Iba tocando todos los palos para intentar llevar dinero a casa. Los estudios tampoco eran mi fuerte. Había que espabilarse.

¿Cuál fue el trabajo más estable que tuvo en ese tiempo?

A los 20 años me saqué el carnet para conducir camiones y estuve trabajando en el puerto de Barcelona, porque el primo de mi mujer tenía en ese entonces una empresa de transportes. Le pedí trabajo y estuve dos años con él.

¿Qué aprendió?

Mi función en el primer año era más de paquetería, pero en el segundo sí hice trayectos más largos. Tuve que ir dos veces a Francia. Hacía noche por ahí, en medio de la ruta. Cuando vienes de abajo, aprendes pronto a valorar las cosas. Con ese trabajo tuve un buen sueldo. Con el camión se ganaba dinero. Pero siempre lo compaginaba con los entrenamientos y el fútbol. Ya había vuelto a jugar.

¿Le costó compaginarlo?

Trabajaba todo el día con el camión y entrenábamos a las ocho o a las nueve de la noche. Iba directamente a entrenar. Más de una vez tuve que ir con el camión, porque no me daba tiempo a dejarlo en la empresa. Recuerdo que tuve un par de sustos al volante. Volviendo de Francia, por el cansancio. Como no puedes pasar de 100 kilómetros por hora, el camino se hacía monótono y te echabas alguna cabezada sin querer. Un par de veces me vi en el arcén. Me pitó un autocar. Ahí ya tenía un contrato avanzado con el Espanyol y fui a hablar con mi jefe para explicarle lo que me estaba pasando. Le pedí no hacer viajes tan largos.

Estuvo solo una temporada en el Espanyol. ¿Lo asumió como una oportunidad perdida?

Llegué con mucha ilusión. En un año pasé de estar en Primera Regional a verme en Segunda B. Con todos los respetos, no es lo mismo hacer una pretemporada con el Alzamora que irte a Finlandia con el Espanyol. Era todo diferente, ya a nivel profesional. Entrenaba por la mañana y no en horario nocturno. Y sí me supo a poco. Fue una temporada en la que, en general, había muy buenos jugadores, pero descendimos a Tercera. No salieron las cosas.

Pero no dejó el fútbol.

No. A la temporada siguiente, el Espanyol me cedió al Cornellá. Y en la posterior, firmé con ellos en propiedad. Andrés Manzano, el director general del club, tenía una empresa de bicicletas en Barcelona y a los jugadores nos daba la opción de trabajar en ella. Como a mí no se me caen los anillos, le dije: pues sí, venga. Por la mañana iba a trabajar y por la tarde entrenábamos. Hacíamos eso. Fue una etapa durilla porque tenía que madrugar mucho. Pero me sirvió para aprender y valorar las cosas. Como iba con dos o tres compañeros del equipo, era más ameno.

¿Qué influencia tuvo en su carrera Sergio García, exdelantero del Espanyol e internacional con la selección absoluta?

Mucha. He tenido muy buena relación con él desde pequeño. Estando en el Espanyol, me daba sus dos carnets y su parking para poder ir a los partidos. He sido un seguidor suyo en todas sus etapas. He disfrutado y he aprendido mucho con él. Fue un futbolista top dePrimera División, fue campeón de la Eurocopa con España... Siempre fue un referente para mí.

Comparten representante...

Sí. Fue por él. Cuando llegué a Tercera División, vinieron a verme él y Mágico (Díaz). Desde ahí hasta hoy, él es mi representante.

En la temporada 17/18 marcó 18 goles con el Cornellá y, a partir de enero, 11 con el Extremadura. ¿Fue el salto definitivo?

Sí, fue una temporada especial.La verdad es que todo empezó muy bien. Había renovado con el Cornellá después de hablar con Andrés. Coincidimos de vacaciones en Punta Cana y allí lo dejamos listo. Le comenté lo que quería y lo cerramos rápido. En el mercado de invierno fui al Extremadura y subimos a Segunda.

En enero de 2019 debutó en Primera División, de la mano del Huesca, en 2019 se estrenó en Europa con el Getafe... Le llegó el premio un poco tarde.

Está claro, llegó tarde, pero llegó. Valió la pena todo el trabajo y el esfuerzo de tantos años. Hay muchos jugadores que también le ponen ese mismo esfuerzo y no tienen la suerte de llegar. En mi caso, pude vivir toda estas experiencias y disfrutarlas. De hecho, las sigo disfrutando a día de hoy.

¿El secreto estuvo en tener paciencia, en perseverar?

Tampoco me obsesionaba. Tuve compañeros que sí se marcaban esos retos de meter tantos goles en una temporada para poder recibir ofertas. Yo iba a Cornellá, entrenaba con la máxima ilusión y salía a disfrutar en cada partido, a competir y a dejármelo todo en el campo. De esta manera, las cosas me salieron bastante bien. Pero tampoco pensaba en el más allá, sino en el momento.

¿Qué lugar ocupa el Tenerife en su carrera deportiva?

Está siendo una etapa muy importante. Desde que llegué al club y a la Isla, he tenido el cariño de todos y la confianza de los entrenadores y los compañeros. En el global, estos casi tres años han sido positivos. En la primera temporada nos quedamos a las puertas del ascenso a Primera... En general, me quedo satisfecho. Uno siempre quiere más, sé que debo ser ambicioso y autoexigente, pero si me paro a pensar, estoy contento con mi rendimiento.

¿Y la vida en Tenerife?

Nos adaptamos muy bien. Pero me ha pasado lo mismo en cada lugar. Lo importante es estar a gusto con tu familia; da igual el sitio. Almendralejo fue muy especial, Huesca, Madrid, Pamplona... Y aquí nos ha ido todo bien. El clima es calidad de vida y eso ayuda.

¿Ha cambiado mucho el oficio de delantero en estos años?

Está claro que en el fútbol actual, el delantero es el primer defensa. Pero siempre he sido un jugador de trabajar para el equipo, de dejarme todo por el colectivo sin dejar de aportar en la parte ofensiva, con goles. Siempre tengo en la cabeza la idea de dejarme todo en el campo, en cada balón, para defender y para atacar.

¿Cómo se siente en esos partidos en los que no tiene ni una opción clara de remate?

Al final, el delantero siempre quiere aparecer. Cuando no tienes ocasiones, te vas mosqueado. Siempre soy autocrítico y me fijo si he hecho bien mi trabajo; por ejemplo, creando espacios o haciendo los desmarques. Hay mil cosas. Si te tiras un partido entero defendiendo y no tienes casi oportunidades, por muy bien que hayas defendido... Siempre quieres tener un remate a portería, una opción de tiro... Pero hay que adaptarse a lo que pide el partido.

¿Cómo lleva el asunto de las malas rachas de los goleadores?¿Cómo las gestiona?

Las rachas van y vienen. He tenido algunas muy buenas, de marcar goles cada semanas o cada dos, y otras en las que, por más que lo intentas o quieres, no hay manera; o no tienes ocasiones o las que tienes no van para dentro. Con trabajo, dedicación, esfuerzo e insistencia, aparecen las rachas. Ya tengo mi experiencia en eso.

¿Qué análisis hace de la temporada del Tenerife?

Todo empezó muy bien, pero las cosas no están saliendo como queríamos. Esta es la Segunda División. Cualquier partido cuesta mucho. Cada año es diferente y en este nos han tocado las dos caras, la de estar arriba y la de ver que vas bajando. Siendo realistas, hay que sumar unos cuantos puntos para estar tranquilos, porque estamos en una zona en la que ni para delante ni para detrás. Hay que asegurar la permanencia, acabar la Liga, desconectar, descansar y volver con ganas e ilusión, a ver si las cosas no salen mejor que ahora.