Una primavera apagada en la cima de Tenerife: el invierno sofocante y la sequía debilitan la floración en el Teide

La eclosión de las plantas, muchas endémicas, se resiente por culpa del calentamiento y la escasez de lluvia y nieve de los últimos años en la Isla

Daniel Millet

Daniel Millet

El perfume de la retama y la explosión de color de la flora endémica convierten al Parque Nacional del Teide, con la llegada del mes mayo, en un espectáculo para los sentidos único en el mundo. Pero este año va a ser diferente. Tanto que la primavera del espacio protegido más visitado de Europa es un fiel reflejo a simple vista de las consecuencias del calentamiento global, que se ha cebado este año con Tenerife.

 José Luis Martín Esquivel, coordinador del área de Conservación del Parque Nacional del Teide, lo ratifica: «La floración, que se inicia a comienzos de mayo y alcanza su pico a finales de mes, ha comenzado este año con muy poca fuerza. Hay pocas retamas en flor y los tajinastes apenas superan el metro cuando algunos ejemplares llegan incluso a alcanzar los tres metros».

Las causas de esta baja intensidad primaveral están en el clima, según el doctor en Biología. «Todo se debe a que venimos del que ha sido posiblemente el invierno más cálido del último siglo y a una pertinaz sequía que arrastramos desde el año 2017. Estas circunstancias condicionan la evolución de la flora del Parque Nacional», remarca Martín Esquivel.

Un turista saca una foto de un tajinaste en el Parque Nacional del Teide.

Un turista saca una foto de un tajinaste en el Parque Nacional del Teide. / Arturo Jiménez

La flora es precisamente una de las señas de identidad del Teide. De hecho, la riqueza y exclusividad florística de este paraje volcánico único en el planeta fue determinante para que fuera declarado Parque Nacional en 1954 y Patrimonio de la Humanidad en 2007. De las 194 especies inventariadas, 31 son endemismos canarios y 32 son endemismos tinerfeños, lo que supone un 32% de endemicidad. Es decir, son especies que no se hallan en ningún otro lugar del mundo.

El fenómeno provocado por el excesivo calor y la falta de lluvias y nevadas –la última gran nevada fue en 2016– modifica lo que en ecología se conoce como vernalización, el proceso que las plantas necesitan para iniciar su proceso de floración. Lo detalla Pedro Millán, director insular de Medio Natural, mientras patea precisamente por el Parque Nacional.

«La vernalización se altera cuando, por ejemplo, la temperatura es superior a la que la planta soporta y su reacción para compensar la falta de energía es reprimir la floración», precisa el ambientalista, geógrafo y, montañero.

«Al fin y al cabo la floración es un esfuerzo energético que no siempre vale la pena, especialmente cuando no hay agua como es el caso de este año. La gente del campo se refiere a este proceso cuando dice que la planta se enhierba, o sea, apuesta por las hojas –más clorofila, más captación de energía– en vez de por las flores», añade Millán.

Este decaimiento se nota prácticamente en casi todas las especies: en las flores amarillas de los codesos, en los pétalos blancos de la margarita del Teide, en los tonos azulados de la tonática o en los tajinastes

Este decaimiento se nota prácticamente en casi todas las especies: en las flores amarillas de las hierbas pajoneras, en los pétalos blancos de la margarita del Teide, en los tonos azulados de la tonática o el rosalillo de la cumbre o en la reina de las flores del Teide, que es indiscutiblemente el tajinaste, tanto el rojo como el azul, ambos presentes en todo el espacio aunque el mayoritario con diferencia es el rojo.

Las heladas tardías, las temperaturas más elevadas de lo normal y la sequía son especialmente malas para el tajinaste, una flor que se localiza en las bases pedregosas de las laderas, especialmente en tres puntos: el acceso al Teide por Vilaflor, el mirador de El Tabonal Negro (cerca de la zona de aparcamiento para ascender al pico) y el conocido como Valle de los Tajinastes, a 500 metros tras el final de la recta que pasa por el Parador.

El Echium wildpretii o también conocido como sangre del Teide, pues solo se da en el Parque Nacional y algunos puntos de la corona forestal, recibió este nombre científico en honor al suizo Hermann Wildpret, personaje muy importante en Tenerife ya que como botánico mayor del Jardín Botánico de La Orotava amplió la diversidad del mismo, además de ser el promotor de otros muchos parques y jardines de la Isla.

Tajinastes en el Parque Nacional del Teide.

Tajinastes en el Parque Nacional del Teide. / Arturo Jiménez

Se trata de un arbusto que desarrolla una roseta de hojas muy densa, con forma de lanza, más largas las de la base que las superiores, de tonos plateados. Las flores son de color rojo coral, motivo de su nombre, y se disponen de forma puntiaguda. Todos los años se pueden localizar ejemplares que superan los 3 metros de altura. Este 2024, sin embargo, va a ser muy complicado.

«La anomalía de 2,3 grados por encima de la media ya se nota cuando la floración no ha hecho más que comenzar», asegura Pedro Millán, que coincide con José Luis Martín Esquivel en que sí se están viendo muchas flores violetas del alhelí del Teide, una especie muy común en todo el espacio que parece haber resistido mejor a las condiciones adversas del clima. 

No solo es la subida de los termómetros. «En un invierno normal en el Teide se acumulan 200 litros y estamos a 65,1, según la estación meteorológica de Izaña. Este año vamos a tener problemas con el agua», resalta Pedro Millán.

Flores del alhelí con el Teide al fondo.

Flores del alhelí con el Teide al fondo. / Arturo Jiménez

Lo que ocurre este año con la pobreza botánica en el Parque Nacional del Teide responde en realidad a otra lógica, además de a las comentadas alteraciones de la vernalización. «El calentamiento global se está dejando sentir sobre todo en las cumbres, debido a que sufren una mayor insolación. Aquí está el ejemplo del Teide, que carece de la protección del mar de nubes. De ahí que la floración esté siendo pírrica en comparación con otros años de normalidad climática».

A la subida inédita de los termómetros y la falta de agua se suma otro factor que afectó al Parque Nacional del Teide, aunque de manera muy limitada: las mil hectáreas afectadas por el incendio del pasado verano en la Corona Forestal que llegó a penetrar en el espacio protegido. Por ello, según comenta Pedro Millán, el Arca de Noé de las especies protegidas del Teide ha sido ampliado para repoblar las zonas afectadas por las llamas.

Es el vivero del Jardín Botánico de El Portillo, donde se estudian y se reproducen muchas de las plantas únicas en el mundo que habitan la cima de la Isla. El vivero ha ganado 200 metros cuadrados de superficie en una zona anexa a las instalaciones. El proyecto que desarrollan el Cabildo de Tenerife y Fundación Cepsa ha permitido duplicar la producción de la flora endémica.