Las colonias de gatos, un quebradero de cabeza para los municipios de Tenerife

Ayuntamientos de la Isla empiezan a aplicar la «gestión ética» de las comunidades de felinos

Gatos de una colonia del municipio de Arona.

Gatos de una colonia del municipio de Arona. / E. D.

Daniel Millet

Daniel Millet

Las colonias incontroladas de gatos se han convertido en un quebradero de cabeza para los municipios de Tenerife. La gran capacidad de reproducción y su carácter huidizo complican las labores de control de estas comunidades asilvestradas, cada vez más abundantes en los núcleos poblacionales. Los ayuntamientos se enfrentan a un dilema: evitar que los grupos se multipliquen al mismo tiempo que garantizar su subsistencia.

San Juan de la Rambla es el último municipio de la Isla que adopta medidas. La concejala de Bienestar Animal del Ayuntamiento ramblero, Yanira Mesa, pone en marcha un programa de «gestión ética», cuyo objeto es alcanzar «el nivel máximo de protección y bienestar de los animales y favorecer la responsabilidad y concienciación de la ciudadanía en defensa y preservación de las citadas colonias, atendiendo a la Ley 7/2023 de protección de los derechos y el bienestar de los animales».

Con el asesoramiento del Colegio de Veterinarios de la provincia, el programa se desarrolla bajo el método CER (captura, esterilización y retorno), que consigue controlar las colonias –reduciendo los posibles problemas que surgen en relación a la presencia de gatos urbanos no controlados–, disminuir la superpoblación, reducir el número de ingresos en centros de acogida y favorecer la colaboración de los colectivos de alimentadores.

El procedimiento seguirá los siguientes pasos: identificación y registro de las diferentes colonias en un censo, evaluación detallada obteniendo datos sobre ubicación, extensión, número de integrantes y grados de socialización; la estabilización de la colonia priorizando la concienciación y divulgación ciudadana, el acondicionamiento del lugar, la captura para su evaluación sanitaria, desparasitación, esterilización, identificación, marcaje y la devolución al entorno. A la par, se pone en marcha un programa de adopción de animales socializados y un programa de mantenimiento de la colonia incluyendo alimentación, higienización, control de nuevos ejemplares e informes periódicos sobre el estado.

Días antes, otro municipio había anunciado medidas similares. El Ayuntamiento de Arona ha iniciado un estudio sobre «las poblaciones de gatos abandonados» cuyo objetivo será tener información «fiable y rigurosa» acerca de la magnitud de las colonias «para poder dimensionar adecuadamente futuras actuaciones sobre las poblaciones de gatos abandonados del municipio». El Ayuntamiento aronero también apuesta por el sistema CER con «el objetivo final de ir reduciendo paulatinamente el número de gatos abandonados en las vías y espacios públicos». Arona cataloga estas colonias felinas como «un problema de salud pública» y asegura que va a actuar ante «las molestias que pudiera generar la presencia de gatos abandonados deambulando por los espacios públicos del municipio».

A principios de mes, Buenavista del Norte ya lanzó su apuesta por la «gestión ética» de las colonias felinas por el método CER. Su plan es parecido: controlar las poblaciones de gatos y sus puntos de alimentación, garantizar las condiciones sanitarias y concienciar a los vecinos para que se involucren.