Arona saca en procesión al Cristo de la Salud para combatir la sequía

La venerada talla del siglo XVII recorre las calles de la localidad en rogativa, una tradición con más de un siglo

Almudena Cruz

Almudena Cruz

Los vecinos del municipio de Arona volvieron este domingo a recurrir, como desde hace casi un siglo, a su querido Cristo de la Salud para pedir lluvia para un campo que arrastra las consecuencias de una grave sequía que hace tres días obligó al Cabildo de Tenerife a decretar la situación de emergencia hídrica.

Casualidad, o no, la de este domingo fue una jornada lluviosa en buena parte de la geografía tinerfeña. En esta localidad sureña también cayeron algunas precipitaciones que, aunque leves, fueron recibidas como un auténtico bálsamo después de que las reservas de agua se hayan desplomado en más de un 30 por ciento durante el último año en Tenerife. El campo necesita agua y mira de nuevo hacia el cielo como lo hizo ya hace décadas, concretamente en la de los veinte del pasado siglo, cuando la tradicional rogativa aronera empezó a celebrarse.

En Canarias, la tradición de las rogativas es larga. Los isleños, que durante mucho tiempo vivieron de los cultivos de un campo fértil pero en ocasiones severo, han recurrido históricamente a sus santos patronos y a sus advocaciones marianas cuando el desespero cundía entre la población. 

Si no llueve, no hay cosechas, y las épocas de escasez y de hambre llegaron incluso a vaciar casi por completo islas enteras porque sus habitantes, desesperados, decidieron buscar su futuro en otros horizontes geográficos. 

En el Archipiélago también se ha confiado mucho en los poderes divinos para atajar otra de sus grandes amenazas: la furia de las erupciones. En Lanzarote, por ejemplo, su patrona, la Virgen de los Dolores, es conocida popularmente como la Virgen de los Volcanes porque, según cuenta la tradición, consiguió detener el magma ardiente a solo unos metros de donde hoy se levanta su templo. También se recuerdan procesiones de este tipo con la llegada de plagas, como la de langosta de finales de 1958, que arrasó cultivos poniendo en peligro la supervivencia de familias enteras. Lo mismo pasaba con las epidemias y las emergencias sanitarias.

En Arona, esta rogativa se celebra de forma estable todos los primeros domingos de marzo desde la década de los ochenta. Aunque ahora se haya convertido en una costumbre anual en la que fieles y vecinos aprovechan también para rogar por su salud y de la de sus familiares y recordar a los difuntos, en sus orígenes se realizaba únicamente cuando la sequía impedía la siembra en una zona donde el cereal era un cultivo de secano y por tanto totalmente expuesto a los rigores meteorológicos. 

Tal y como destacó la alcaldesa del municipio, Fátima Lemes, esta rogativa es una tradición que aúna «la fe, la cultura y el patrimonio». La edil celebró la participación alcanzada en esta edición, con más de 200 vecinos en cada una de sus paradas, y agradeció la implicación mostrada también por los distintos grupos folclóricos que agasajaron al Santísimo Cristo de la Salud con folías y malagueñas. En total, su recorrido partió desde la Parroquia de San Antonio Abad, llegó al cementerio municipal, y pasó por las calles Domínguez Alfonso, la avenida de la Constitución, La Mejora, la calle del Sitio y el camino Llano del Rey.

Junto al cementerio, una agrupación folclórica, acompañada de un cuerpo de baile, interpretó folías y malagueñas con coplas especialmente preparadas para la ocasión. «Al Cristo de la Salud yo le canto esta folía para que cuide de nuestra tierra querida», rezó una. «Canto esta folía desde el fondo de mi alma al Cristo de la Salud. Te venimos en rogativa, tráenos la lluvia y la vida», pidieron con otra.

La parada junto al cementerio sirvió, además, para que todos los presentes rogaran por sus difuntos. El sacerdote don Arnobio bendijo a los presentes y recordó que el agua es un bien escaso en todo el planeta. «Roguemos al Cristo de la Salud, también, por nuestra salud personal y por esa lluvia que tanto necesita nuestro mundo, no solo nuestro pueblo o nuestra región».

La talla del Cristo de la Salud fue devuelta a la parroquia sobre un camión en el que estuvo acompañada por varios fieles.

Es necesario recordar que este es uno de los tres cristos más venerados en Tenerife. Junto al Cristo de La Laguna y el Cristo de Tacoronte, la imagen aronera es objeto de gran devoción. Por ese motivo, los vecinos de la zona recurren a sus favores cuando la carencia de lluvias pone en jaque a la agricultura en un municipio ya de por sí muy vinculado tradicionalmente con el campo. Además, el Cristo de la Salud ostenta el título de alcalde perpetuo de Arona y es la advocación de Cristo más venerada en todo el sur de Tenerife.

La imagen es una talla de madera policromada del barroco que pertenece a la escuela canaria y que fue realizada por el escultor güimarero Lázaro González de Ocampo. Según se recoge en la documentación local, fue realizada durante la segunda mitad del siglo XVII. Originalmente, esta escultura se encontraba en el Convento de San José de La Orotava pero fue posteriormente adquirida por la Parroquia de San Antonio Abad. Fue definitivamente trasladada hasta Arona en el año 1806 y, desde entonces, es una de las imágenes más queridas por sus vecinos.

Los aroneros confirmaron su fervor al acompañar a su Cristo por las calles de la localidad para, de nuevo y como hace décadas, pedirle la tan necesaria lluvia para el campo tinerfeño.