Entrevista | Juan Antonio García Abreu ALCALDE DE LA VICTORIA

Juan Antonio García Abreu: «El incendio descubrió la cara más solidaria de la población y el esfuerzo altruista del voluntariado»

Juan Antonio García Abreu

Juan Antonio García Abreu / El Día

El terrible incendio que asoló la isla de Tenerife este verano afectó de lleno al municipio de La Victoria. Los barrios de La Vera, Los Arroyos y La Resbala tuvieron que ser evacuados. En torno a 700 personas inicialmente. A partir de la decisión del Gobierno de Canarias de ampliar el perímetro, el número de evacuados ascendió a 2000. El pabellón de deportes, el centro de día y la residencia fueron los refugios establecidos dentro del propio plan municipal de emergencias. El alcalde de La Victoria es Juan Antonio García Abreu.

¿Cómo vive un alcalde una tragedia como esta?

La situación fue bastante tensa. El hecho de haber vivido en el año 2020 como hospital de campaña del incendio urbano del incendio de Santa Úrsula, en el que recibimos a los evacuados del municipio colindante, nos ponía ya en antecedentes prácticos de lo que se debe hacer en este tipo de incendios. En el municipio, existe un plan de emergencias que nos daba las pautas de los pasos a dar a la hora de evacuar, qué vías hay que utilizar y fijar a cada uno de los responsables las competencias que le corresponden para que haya una estructura clara y un orden a la hora de tomar decisiones e informar a la ciudadanía.

Dos mil evacuados no es una cifra fácil de manejar…

En realidad casi fueron 2.700 evacuados. Uno de los municipios con mayor número de desalojados de los 13 afectados por el incendio. Gracias al documento del plan de emergencia trasladamos con agilidad al pabellón de deportes y al centro de día-residencia de mayores. También es cierto que, de ese número, muchos se fueron a casa de familiares y otros a segundas residencias. En un primer momento estábamos hablando de sobre 700 y a lo largo de los días fueron reduciéndose notablemente.

¿Cómo se recuperan La Victoria y sus ciudadanos de este golpe?

Sin duda ha sido un golpe durísimo, esta situación no la habíamos vivido antes, y para mi ha sido la situación política más complicada que he tenido que vivir. El municipio vivió en 1995 un gran incendio, pero nada comparado con las dimensiones de este en agosto. Para nosotros es muy impactante porque La Victoria está entrelazada con nuestro monte. Forma parte de nuestro día a día, hay mucha gente que pasa muchas horas en la palte alta, donde tienen terrenos, animales, agricultura… Todo esto nos ha llevado a vivirlo con mucha tristeza pero, ahora, viendo que han llegado algunas lluvias y van a permitir empezar a ver el pino canario reverdeciendo, volvemos a recuperar la esperanza.

¿Cuántas hectareas se quemaron en el municipio?

Grafcan marca 1025, hay otros datos que hablan de 823. Hay una cierta discrepancia entre números oficiales y los que aporta Grafcan pero en el incendio de 1995 se quemaron 700 hectáreas… Estamos cada cierto tiempo viendo que nuestro pulmón verde se nos quema. Hay que buscar soluciones para que estas situaciones que vamos a ver de manera cada vez más frecuente con el cambio climático puedan atajarse y podamos operar para intentar reducir el número de hectáreas.

¿Qué tipo de acciones se establecen para el conocimiento, por parte de la población, de cómo actuar en cada momento?

Son medidas que se fijan por parte del responsable del incendio, en función del nivel y las competencias. Lo que sí existe es una obligación de coordinación para fijar líneas conjuntas de actuación. En este último caso se nos planteó el cierre de todas las pistas forestales. No hay dentro del plan de emergencias más allá de documentos de evacuación, los lugares de encuentro, los riesgos que puede sufrir la población, cómo deben atender a medios oficiales para evitar incertidumbre y estar atentos a las indicaciones marcadas por el órgano competente. Sin ir más lejos, durante el incendio del 95 la normativa permitía que se pudiese subir en una segunda línea de actuación para poder refrescar, la actual normativa no nos lo permite, así es que lo que nos compete es informar y tranquilizar a la población.

Esa labor de tranquilizar a la población no debe de ser fácil, sobre todo cuando no saben por qué se toman ciertas decisiones, no ven los helicópteros, no saben si están actuando…

Efectivamente. Lo llevamos muy mal porque nosotros demandábamos a las instituciones la presencia de los helicópteros por dos razones: primero para refrescar zonas que quizás hubiesen impedido el avance del fuego. Veíamos cómo teniendo la balsa en San Antonio, los helicópteros pasaban a otros municipios, esta situación generaba cierta irritación entre los ciudadanos. Así es que la segunda razón es que es necesario que los vecinos vean las actuaciones e informar a los alcaldes para tranquilizar a la población con datos, que supieran que había medios atendiendo La Victoria. Al final, cuando hay una comunidad reunida y evacuada, el nerviosismo se convierte en nerviosismo generalizado, así es que había que tratar de explicar lo que iba sucediendo para que el ciudadano entendiese que no se le estaba ocultando nada.

Y, con todo, al final el incendio se apagó, no hubo víctimas…

Y por eso tengo que reiterar nuestro agradecimiento profundo por todas las gentes que trabajaron día sobre día para reducir y controlar el incendio. Y también a la parte del voluntariado, que tuvo una gran la sensibilidad, incluso los vecinos que se volcaron para ayudar al prójimo. Es la parte buena que nos queda de todo esto, la sociedad venía a la zona de evacuación para mostrar la solidaridad y ayudar a vecinos y vecinas. Son cosas que creo que hacen grande a nuestro pueblo, cuando se movilizan enfermeros y médicos, se trane mantas, agua y comida, se cuida de mascotas… Es lo mejor que se puede decir cuando uno intenta sacar algo positivo de este drama natural.