El perfil | Media vida en la casa de los tinerfeños

Cuatro presidentes y un protocolo

Harold Rivero, Jefe de Protocolo del Cabildo de Tenerife, recuerda desde la óptica de su profesión los mandatos de Adán Martín, Ricado Melchior, Carlos Alonso y Pedro Martín

Harold Rivero, en el Palacio Insular del Cabildo hace unos días.

Harold Rivero, en el Palacio Insular del Cabildo hace unos días. / Carsten W. Lauritsen

Harold Rivero Pérez ha trabajado en el protocolo insular, como funcionario y posteriormente Jefe del área durante el mandato de cuatro de los 31 presidentes del Cabildo de Tenerife: Adán Martín (1987-1999), Ricardo Melchior (1999-2013), Carlos Alonso (2013-2019) y el actual, Pedro Martín (2019-). Este venezolano de nacimiento, que se siente tacorontero, glosa tres décadas de experiencia y multitud de anécdotas.

Harold Rivero lleva media vida dedicado profesionalmente al protocolo en el Cabildo de Tenerife. Ha trabajado desde 1992 con cuatro de los hasta ahora 31 presidentes insulares: Adán Martín, Ricardo Melchior, Carlos Alonso, los tres de Coalición Canaria, y el actual, el socialista Pedro Martín. Desgrana situaciones y anécdotas desde su experiencia en velar por el cumplimiento de las reglas y el ritual protocolario en la casa de todos los tinerfeños. Detalla las claves de su trabajo: «Arte, creatividad, con la historia como eje, pero, sobre todo, en mi caso pasión porque las cosas hay que hacerlas con pasión».

Rivero considera que el Cabildo de Tenerife «es tal vez la institución con mas actividad protocolaria de Canarias», pues a los actos que organiza une su colaboración con otros tanto en el ámbito público –incluidos los 31 Ayuntamientos de la Isla– como en el privado. La Corporación insular incluye en su estructura nueve áreas con sus respectivas ramificaciones. Protocolo debe atenderlas todas más las empresas dependientes o los organismos autónomos.

Actos solemnes

Rivero valora como los dos actos más solemnes e importantes desde el punto de vista protocolario la entrega de distinciones a personas o entidades y la toma de posesión de un nuevo presidente –y los otros 30 consejeros electos– en un pleno constitutivo como el que tendrá lugar dentro de unos días tras las elecciones del pasado 28 de mayo.

Harold aclara que «no es lo mismo protocolo que educación». Añade al respecto que «el protocolo a seguir forma parte del comportamiento de las personas». Recuerda el viejo dicho de «donde fueres haz lo que vieres». Como ejemplo, señala, «si no sabes qué hacer, espera y cuando dos personas hagan lo mismo repítelo tú también».

El Jefe de Protocolo del Cabildo de Tenerife da algunas pautas sobre su profesión: «Si existe algún fallo o improvisación la clave es que no se note. A los de protocolo no se nos debe ver; otra cosa es escondernos. Eso sería eludir responsabilidades porque hay que saber actuar y tener la mente siempre entrenada y en ejercicio como quien va al gimnasio». Sentencia Rivero: «Todo está tasado y no se puede jugar con la improvisación, pero siempre puede fallar algo. Desde un micrófono que no funciona a un accidente de tráfico que impide llegar a tiempo a un invitado. Hay que tener plan A, B y hasta C ».

Incide en que otro pilar es la parte técnica: «Las pautas tienen que estar muy marcadas. Un acto comienza desde el mismo momento en que te dicen que se va a celebrar, no cinco minutos antes de que empiece». En una sola frase: «Preparación larga, ejecución corta». Un acto de media hora puede haber llevado una preparación de meses.

Valora que «de la idea inicial que nos da el anfitrión u organizador hay que interpretar la filosofía y convertirla en algo tangible, que se pueda ver y tocar para que quienes se encuentren en el espacio físico del acto o lo sigan vía online puedan vivirlo y tengan la sensación de algo que pasa a formar parte de la historia del Cabildo de Tenerife y en algunos casos a la de la sociedad tinerfeña como un homenaje, una entrega de distinciones o dar el nombre de una instalación a una persona». Recuerda varios actos «inolvidables» durante más de tres décadas: «La inauguración del Auditorio de Tenerife (26 de septiembre de 2003 con presencia del entonces Príncipe Felipe) cuando tuvimos un despliegue muy potente». También «las visitas reales a la Isla o la conmemoración del centenario del Cabildo en 2013».

Subraya Harold que «cada acto es distinto aunque se repitan de un año para otro. Hay que iniciarlos desde cero, como si fueran nuevos. La prueba es la próxima toma de posesión «en la que ya trabajamos. Cada cuatro años se hace, esta será la octava mía, y nunca es igual».

Más de treinta años de oficio dan para muchas anécdotas. Relata esta: «En una entrega de distinciones apareció la señora de uno de los homenajeados y la ubicamos, pero al rato llegó otra y dijo también que era la esposa, además la de verdad según ella porque no se habían separado. Ahí hay que tener habilidad y buscar una solución sobre la marcha. Pusimos a los hijos en medio, las dos en primera fila».

Otra que se puede contar: «Una persona está sentada en un acto, llega otra y me dice que si la pongo al lado, donde le correspondía, se marcha. Menos mal que hay tácticas que dan la experiencia como tener asientos comodines y se solucionó». Resume: «Si dudo sería un desastre. Hay que actuar rápido y que no se note. Reaccionar que no improvisar». La considera una de sus mejores cualidades.

Respecto a los eventos detalla la importancia «del antes, el durante y el después porque hay que agradecer a todos, al equipo o al servicio de limpieza que haya ido bien». En cuanto al pleno de constitución, previsto para dentro de unos días, considera que «siempre hay que imaginar un posible escenario y a los protagonistas del acto para completar los preparativos porque hay que tener claro qué deben hacer, cuándo y cómo». Explica que «muy de la mano de la Secretaría General del Pleno. Todo está muy reglado con la ventaja de saber quién es el presidente –el que encabeza la lista más votada–, lo que nos permite tener un evento más lucido que en los ayuntamientos».

Rivero insiste en la idea de que «no somos acomodadores de lujo, hay mucho más que hacer que colocar a la gente en sus sitios». Añade: «Los jefes de protocolo somos como directores de orquesta. Eloy Díaz de la Barreda, que ocupó el cargo aquí, venía del teatro y decía que el protocolo era una puesta en escena. Con guión, tramoyistas, escenario y actuaciones. Sin menoscabo a quienes no son actores».

Referentes

Nombra Harold como referente a Manuel Martínez Fresno, que ocupaba la jefatura cuando él empezó: «Me dio la primera oportunidad, fuimos de la mano y aprendí mucho». También menciona a José Arturo Navarro Riaño, durante muchos años en el Parlamento de Canarias, o a Manuel Pío, igual en el Ayuntamiento de Santa Cruz.

Fuera de las islas, el catalán Felio Vilarrubias, «el maestro de todos», jefe en la Diputación de Barcelona y la Fundación Príncipe de Asturias además de promotor de los cursos de especialista de la Universidad de Oviedo. «Todos aprendemos de todos en esta profesión», valora. Subraya la mejora general de la formación en protocolo en los últimos años cuando no hace mucho apenas había algunos cursos en la ULL.

Otro dato es que el protocolo tiene que ser siempre exquisito con los símbolos para saberlos gestionar, cuándo colocarlos y cómo utilizarlos. Matiza: «No se debe confundir la imagen corporativa con la heráldica o la vexilologia –estudio de las banderas–. No son adornos».

Respecto a los cuatro presidentes de estos años es diplomático. Comenta que «cada uno tiene su manera de hacer las cosas. Proponen la idea y le damos forma».

Subraya: «Protocolo, además del conjunto de normas que rigen los actos públicos y privados, es esfuerzo conocimiento, trabajo y buena compañía». En este último caso, la de la auxiliar administrativa Beatriz Bermúdez –el equipo lo completan varios ordenanzas–, apenas nueve meses junto a Harold. Beatriz no tenía experiencia previa en este campo y su balance es «muy positivo, he aprendido mucho». No es para menos dada la experiencia de quien ha visto pasar en 31 años a cuatro presidentes de Cabildo de Tenerife con un único protocolo. De eso sabe Harold.

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Harold Rivero Pérez (Caracas, 1962). Funcionario del Cabildo de Tenerife desde 1991, cuando se incorporó al Museo de la Naturaleza y el Hombre, en el departamento insular de Protocolo desde el año siguiente y Jefe del área a partir del inicio del actual mandato, en 2019. Se siente de Tacoronte, donde reside, aunque naciera en Venezuela, Su currículo daría para llenar varias páginas, pero basta mencionar que es Especialista en Protocolo y Ceremonial de Estado e Internacional por la Universidad de Oviedo y la Escuela Diplomática de Madrid. Ha organizado y colaborado en cientos de actos porque «el Cabildo está presente prácticamente en todo el que se celebre en la Isla», señala. Critica el intrusismo como uno de los problemas en su profesión. Reflexiona: «Tenemos que ser psicólogos porque jugamos con el ego de las personas». Y valora: «Hay que tener en cuenta para este trabajo factores como la discapacidad, la igualdad o los símbolos porque un acto nunca es igual a otro». El protocolo se basa explica, en la tradición inveterada (guía para colocar en orden por encima de la vanidad) y consuetudinaria (costumbre repetida que se convierte en norma). Una frase final: «Dicen que el protocolo es algo vetusto hasta que les hace falta». | J.D.M.

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