ciencia | La contaminación que oculta la nieve en la cima de la Isla

Investigadores hallan por primera vez microplásticos en el Teide

Un equipo de la Universidad de La Laguna descubre partículas contaminantes en la nieve del Parque Nacional tinerfeño

El Parque Nacional del Teide tras la nevada que dejó la tormenta Filomena en enero de 2021. | | MARÍA PISACA

El Parque Nacional del Teide tras la nevada que dejó la tormenta Filomena en enero de 2021. | | MARÍA PISACA / Daniel Millet

Daniel Millet

Daniel Millet

Las nevadas en el Teide dejan microplásticos por todo el Parque Nacional que pueden llegar a las aguas subterráneas o quedar regados por la Isla como consecuencia de las escorrentías, con sus consecuentes perjuicios en el suelo y los recursos hídricos. Es la principal conclusión de una investigación de la Universidad de La Laguna (ULL) que acaba de confirmar por primera vez la presencia de estas partículas contaminantes en el parque nacional más visitado de Europa, con más de tres millones de personas al año.

El estudio, recién publicado por la revista científica internacional Science of The Total Environment (Ciencia de todo el medioambiente), sugiere que estos microplásticos hallados en la nieve proceden de diferentes regiones del mundo –podrían recorrer incluso miles de kilómetros, transportados en la atmósfera por el viento– o de la actividad humana de los visitantes que acuden al Teide, cuyo punto más alto se encuentra a 3.715 metros de altitud según la última medición. Los análisis hallaron 1.784 partículas en 63 muestras de nieve recogidas por los investigadores.

Titulado Microplásticos en la nieve de un parque nacional de alta montaña: El Teide, Tenerife (Islas Canarias, España), el artículo especifica que se han descubierto los microplásticos gracias a la recogida de muestras en el Parque Nacional durante tres periodos del año 2021: durante la tormenta Filomena, ocurrida entre el 7 y el 8 de enero, con muestras en zonas de mucha actividad humana; en otra tormenta que tuvo lugar el 4 de febrero en zonas alejadas de la actividad humana y en un tercer sondeo realizado el 12 de febrero en las partes más altas del volcán. Fueron especialmente concluyentes las obtenidas en el segundo sondeo.

Un total de 63 muestras

Los investigadores de los departamentos de la ULL de Química, Medicina y Biología, así como del Instituto de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias, dirigidos por el catedrático de Química Analítica del centro lagunero Javier Hernández Borges, recogieron las 63 muestras en áreas accesibles a la población, en zonas vírgenes y en áreas que se encuentran solo al alcance de las personas que realizan actividades de alta montaña en el Parque Nacional del Teide. El 62,7% son partículas con predominio de celulosa, tanto natural –algodón y lino– como semisintética; el 20,9% proceden de fibras sintéticas de poliéster, el 6,3% son de fibra sintética acrílica y un 1,1% de nylon, también sintético.

Las microfibras de procedencia natural de la celulosa no suponen un problema ambiental pues se degradan fácilmente en el medioambiente, no así las fibras semisintéticas y sintéticas, que están consideradas como microplásticos, dado que son artificiales y tardan mucho más en degradarse.

Los estudios científicos llevados a cabo hasta la fecha han demostrado que los microplásticos están presentes en todo el medio natural e incluso en la biota (conjunto de organismos vivos) y pueden ser transportados a largas distancias. Muchos de esos trabajos sugieren que la presencia de estos materiales contaminantes en los suelos puede ser muy superior a la encontrada en los océanos, si bien todavía son pocas las publicaciones al respecto. En el caso del ser humano, estudios recientes demuestran la existencia de microplásticos en las heces, orina, sangre e incluso la placenta, lo que demuestra que los microplásticos han entrado en la cadena alimentaria y pueden tener consecuencias sobre la salud.

Estas investigaciones se han centrado en ambientes marinos y terrestres. La novedad que introduce este estudio de la Universidad de La Laguna es que se ha realizado en un espacio de alta montaña y a base de muestras de nieve. Es, de hecho, el primero de este tipo que se realiza en España. Hay pocos estudios similares realizados en base a la recogida de nieve y hielo. Los existentes se hicieron en los Alpes italianos, el norte de Irán, el Everest (el pico más alto del mundo con 8.848 metros), la Antártida, los glaciares de la meseta tibetana y los Andes ecuatorianos.

Otra de las conclusiones es que las muestras recogidas en áreas prístinas del Teide, en comparación con las de los casos mencionados, arrojan concentraciones «ligeramente superiores» de microplásticos que las descritas en la Antártida, Irán y el Everest, y más bajas que las encontradas en los Alpes italianos o los Andes ecuatorianos. Al equipo le ha llamado la atención, según el catedrático de la ULL Javier Hernández Borges, los parecidos de los perfiles encontrados entre el Teide y el Everest.

Proceden de tejidos

La mayor parte de los elementos contaminantes encontrados en la nieve del Teide «podrían liberarse de los tejidos». El equipo de la ULL matiza que los análisis muestran «importantes cantidades» de estos residuos, entre los que predominan las microfibras azules y negras. «De los resultados de este estudio se podría inferir que el Parque Nacional del Teide actúa como receptor de microplásticos, tanto de fuentes locales como de larga distancia», detallan los investigadores, que añaden: «Además de la deposición húmeda de microplásticos de la atmósfera, las actividades humanas al aire libre en la nieve (trekking, trineos, etc.) parece que están introduciendo cantidades importantes de partículas en el Teide, coincidiendo con resultados previos reportados en otros regiones del mundo. Sin embargo, se deben desarrollar más estudios para confirmar aún más este problema».

«Una vez que la nieve se derrite, los microplásticos podrían moverse hacia el suelo y potencialmente llegar a las aguas subterráneas o a otras partes del territorio con un caudal de escorrentía, con sus consecuentes efectos fisicoquímicos y biológicos en el suelo y los recursos hídricos», añaden los expertos en las conclusiones.

Nuevas investigaciones

El artículo publicado en Science of The Total Environment aboga por realizar nuevas investigaciones para profundizar en este tipo de contaminación que acaba de descubrirse en el Teide. «Se deben realizar investigaciones futuras para ampliar el conocimiento sobre la contaminación por microplásticos en el Parque Nacional del Teide, que es Patrimonio de la Humanidad, con una alta biodiversidad y, por lo tanto, importantes implicaciones biológicas», apunta, para concluir que dichos estudios futuros pueden involucrar a otros expertos que «ayuden a identificar el grado de contaminación en estas áreas y a tomar nuevas acciones para mejorar la conservación» del Parque Nacional del Teide.

El artículo está firmado por seis investigadores de la ULL: Javier Hernández Borges, Cristina Villanova Solano y Javier González Sálamo, del departamento de Química, Unidad Departamental de Química Analítica, de la Facultad de Ciencias; Cintia Hernández Sánchez, del Instituto de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias; Francisco Javier Díaz Peña, del departamento de Biología Animal, Edafología y Geología; y Miguel González Pleiter, del departamento de Biología.

Un gran problema global

Una de las mayores amenazas para el medioambiente es la contaminación por materiales plásticos, cuyo consumo y posterior abandono es un importante problema global. Dentro de estos desechos plásticos, cada vez cobran más importancia los llamados microplásticos (inferiores a 5 milímetros), que son utilizados en diferentes procesos industriales, se pueden generar a partir de la fragmentación de plásticos de mayor tamaño o macroplásticos y cuyo peligro está relacionado con su capacidad de integrarse en la cadena trófica, con un alto potencial para dañar la biota. Esto explica una de las investigadoras que acaba de confirmar la existencia de mocroplásticos en el Teide por primera vez, Cintia Hernández Sánchez, en su trabajo de fin de grado.

Es tal la preocupación que este estudio sobre el Teide no es el primero que se hace en Canarias sobre estas microfibras contaminantes. Es más, el mismo equipo que firma el artículo en Science of The Total Environment desarrolla en este momento otro sobre la presencia de microplásticos en el suelo del Parque Nacional del Teide y en excrementos de conejos que habitan este espacio. El coordinador, Javier Hernández Borges, adelanta que han encontrado concentraciones muy a tener en cuenta.

Otro de los proyectos se denomina DeepPlas. Está financiado por la Agencia Canaria de Investigación y lo realiza un grupo colaborativo de investigadores del Archipiélago –denominado OpenPlas– formado por científicos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, la Universidad de La Laguna y el Instituto Español de Oceanografía (IEO). Esta investigación también reciente, cuyos primeros resultados se conocieron a principios de este mes, asegura que gran parte de los microplásticos que se encuentran en los fondos marinos de Canarias proceden del Mediterráneo. Los más pequeños son incapaces de luchar contra la fuerza de las corrientes dominantes que conectan el Mediterráneo con el Atlántico, y, una vez allí, quedan «cautivos» en ellas, moviéndose por el océano y contaminando la columna de agua de todo aquel lugar que encuentre a su paso.

Otros proyectos canarios

Las conclusiones de este proyecto coinciden con la presentación de los resultados de otro, denominado Implamac, que lidera también el grupo de Química Analítica Aplicada de la Universidad de La Laguna dirigido por el científico Javier Hernández Borges. Busca evaluar el impacto de estos contaminantes en toda la Macaronesia: Canarias, Cabo Verde, Azores y Madeira. Entre los resultados más relevantes destaca la identificación y confirmación de puntos calientes de llegada masiva de microplásticos a las Islas, como Playa Grande en Tenerife o Arenas Blancas en El Hierro. O la comprobación de que Madeira cuenta con las concentraciones más bajas de microplásticos de los archipiélagos macaronésicos.

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