El presidente de Canarias se enfrenta a las preguntas de los niños

Niños de seis a doce años piden mejor atención a los menores migrantes o más parques y canchas

P.F.

«Somos personas privilegiadas, pero hay otros niños que no lo son». Un proyecto de convivencia en un centro educativo del norte de Tenerife culminó con el planteamiento de alumnos de Enseñanza Primaria al presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, de sus inquietudes y preocupaciones en materia de inmigración, la guerra de Ucrania o las carencias de otros menores menos afortunados en el Archipiélago u otras partes del mundo. Desde la conciencia de que son privilegiados, se preocupan por aquellos que, por circunstancias muy diversas, no lo pueden ser.

Niños de primero a sexto de Primaria, de entre seis y doce años, del colegio Nuestra Señora de La Concepción, de La Orotava, tuvieron ocasión de realizarle también numerosas preguntas a Clavijo sobre cómo es su trabajo, cómo llegó a la Presidencia, que es lo que más le preocupa o de su trayectoria personal.

Los más pequeños elaboraron dibujos y los mayores, cartas con sus deseos y reclamaciones. Los primeros en salir ante el micrófono fueron Ánder, que consideró que «todos los niños tienen derecho a tener un hogar», y Jimena, que planteó que todos «deberían tener un nombre», no un simple número como ocurre con los que llegan en cayucos o mueren en el mar.

Óscar defendió que el conjunto de los menores deberían tener acceso a la Educación y Martina pidió que todos los pequeños tendrían que «poder jugar y tener amigos».

Daniela mostró su deseo de que «paren las guerras, porque muchos niños y niñas están muriendo», mientras Ismael señaló que todos los menores tienen derecho a disfrutar de una «familia feliz» y «a vivir».

Sofía recordó que hay guerras que impiden garantizar los derechos de los pequeños, como ir al parque, jugar a la pelota o acudir al colegio. «Nosotros tenemos suerte; no sufrimos guerras, asesinatos, etc.», apuntó. Óliver fue más directo a las necesidades de las islas, pues le pidió a Clavijo «que haya más sitio para jugar y practicar deporte, como parques y canchas deportivas que estén abiertas por las tardes y los fines de semana».

Gabriel pidió a la Administración regional que «haga algo» para que todos los niños «tengan a alguien que nos proteja, ir al colegio a aprender, ir a jugar, que nos respeten, etc.», y también a los que tienen otra etnia.

María estimó que «tenemos derecho a tener un nombre; no puede ser que los niños y niñas que llegan en pateras tengan una pulsera con números, como si fueran cabras, ¿o a usted le gustaría que le llamaran 100?». Comentó que hay menores que no pueden ir a aprender, «porque sus padres los ponen a trabajar». Además, consideró inaceptable que «niños o niñas como yo vayan al colegio, si es que van, o a dormir con el estómago vacío».

Héctor se mostró preocupado ante la vulnerabilidad que, en ocasiones, padecen algunos pequeños, por lo que pidió mayor vigilancia para garantizar los derechos de la Infancia, «para que todos, sin distinción de nacionalidad, raza o religión, podamos gozar de las atenciones y libertades necesarias para llevar una vida feliz y placentera, a fin de desarrollarnos en una sociedad que nos permita vivir emocionalmente saludables, bien alimentados, protegidos ante cualquier explotación y educados de manera que actuemos en pro de la solidaridad y respeto a los demás ciudadanos».

Roxana se acordó de aquellos que no pueden disfrutar de una familia, por ejemplo, como consecuencia de la violencia de género.

Uno de los alumnos preguntó a Clavijo qué fue lo que más le costó para llegar a ocupar el cargo en la actualidad. El presidente respondió que «lo más difícil es dar respuesta, como hoy les damos respuesta a ustedes, a niños y niñas que no entienden en ocasiones por qué las cosas que deben ser lógicas y claras, como es que se respeten sus derechos, tener un proyecto de vida, una educación, un futuro, una alimentación sana, poder jugar, tener amigos y amigas, por qué, en ocasiones, las administraciones son tan frías y no son capaces de respetar sus derechos, que deben ser obvios; esa es una de las cosas que cuesta más».

Otra menor le lanzó: «¿Te gusta tu trabajo?». La respuesta del presidente fue: «Sí, me gusta». «Creo que, hagamos lo que hagamos, tenemos que ser felices con lo que hacemos», indicó Clavijo, quien matizó que, «como todos los trabajos, hay momentos duros, difíciles, que te vas a casa triste, porque no has podido resolver las cosas bien, o no estás orgulloso de cómo has actuado, porque sabes que lo podías haber hecho mejor, pero hay momentos como éste, que son muy bonitos y felices, que te alegran todo el día; como todo en la vida, tiene partes difíciles y complicadas, pero otras muy agradables».   

Una alumna lo cuestionó sobre qué era lo que más le gustaba de ser presidente. La respuesta fue «saber que, aunque sea de manera humilde, todas las personas que formamos parte del Gobierno de Canarias podemos poner un granito de arena para que las cosas vayan mejor; sabemos que no podemos cambiarlo todo, que no tenemos la capacidad de resolver todos los problemas, como la guerra de Ucrania o las hambrunas en África o de niños y niñas que no tienen futuro, por lo que deben meterse en una patera días y días con frío y con miedo, pero sí podemos intentar que, cuando lleguen aquí los atendamos con dignidad».

Otra niña quiso saber si desde pequeño soñó con ser presidente. Clavijo respondió con un rotundo «no». «De pequeño quería ser piloto, pero después vas estudiando, haces unas pruebas, te das cuenta que, a lo mejor, no es eso lo que te gusta, y lo que sí hice fue estudiar y formarme lo mejor que pude, y todos los días estudio un poquito e intento aprender algo».

Una de las menores le planteó cómo se siente al tener «el peso en tus hombros de gobernar Canarias». «Esa es difícil...», bromeó el presidente. «Yo lo llevo en una mochila e intento compartir el peso; afortunadamente, el Gobierno de Canarias es un equipo que compartimos esa tarea; hay decisiones que te toca tomarlas a ti, pero otras le toca tomarlas al viceconsejero», por ejemplo, apuntó. Y aclaró que, además, en la administración regional hay «muchísimos hombres y mujeres, que son nuestros trabajadores públicos, que, poquito a poco, también ponen su granito». Incidió en que «yo intento equivocarme lo menos posible».

Otra cuestión consistió en qué va a hacer Clavijo con los menores inmigrantes para que tengan una buena estancia en el Archipiélago. Respondió que, a través de las ong, como Cruz Roja o distintos centros, «tenemos más de 66 abiertos por toda Canarias, que los cuidadores y cuidadoras los puedan tratar con mucho cariño y respeto; piensen que llegan sin saber hablar español, por lo que lo primero que tenemos que hacer es darles de comer, abrigo, cariño; muchos vienen solos, no están sus padres, con lo que buscan ese cariño y ese confort». También se les «enseña a hablar español, hay que escolarizarlos y vigilar su educación y formación, no sólo en contenidos, sino también en valores, que vayan bien para que tengan un futuro», según el máximo responsable del Ejecutivo. Apuntó a los alumnos que «ahora mismo estamos desbordados, ya que tenemos más de 5.000 y nos está costando mucho poder garantizar ese cariño y ese amor que necesitan, y le estamos diciendo al Estado que cambie la Ley, porque Canarias sola no puede asumir el 90% de los menores que vienen desde África». Dijo que «es tal el volumen que no podemos garantizar esos derechos que ustedes hoy aquí nos están pidiendo», para que «puedan estar, si no igual, casi en igualdad de condiciones que ustedes».