Opinión

Omar Batista Martín

Los riesgos de un gobierno compartido

Arnaldo Otegi y Pello Otxandiano se abrazan durante un acto de campañde EH Bildu.

Arnaldo Otegi y Pello Otxandiano se abrazan durante un acto de campañde EH Bildu. / EFE

Ser el socio menor de una coalición de gobierno siempre es un reto, en tanto en cuanto tu función es evitar el desarrollo de un escenario peor que el que tendrías si votaras en contra u optaras por la siempre menospreciada abstención.

La teoría nos dice, a través de las investigaciones de Spoon y Klüver, quienes analizaron 219 resultados electorales y de formación de gobierno de 28 países europeos entre 1972 y 2017, que el socio minoritario siempre se ve perjudicado, perdiendo de media alrededor un 17% de voto, mientras su socio mayoritario recupera alrededor de un 3% de los apoyos. Las organizaciones en la oposición, por contra, aumentan sus apoyos electorales, desgastando por tanto la labor de la siempre complicada coalición de gobierno.

En España es prematuro llegar a conclusiones sobre este asunto, en tanto en cuanto no es sino en las cuatro comunidades con mayor diversidad identitaria donde tradicionalmente ha habido una mayor tradición pactista, a las cuales podríamos que sumar Cantabria y Valencia, por cuestiones endógenas de su sub-sistema político, donde la presencia del Partido Regionalista de Cantabria y Més Compromís es determinante.

Sin embargo, en Canarias contamos con una grata experiencia en llegar a acuerdos entre socios, hasta el punto de que se llegó a desarrollar toda una serie de armas dentro de la normativa electoral a través de la Ley 5/1995 con la intención de aumentar las barreras electorales a nivel canario y en cada circunscripción insular, para así reducir la diversidad de opciones políticas y producir la estabilidad y paz que vivimos entre este cambio legislativo del 95 y el año 2007, asentando un modelo representado en acuerdos exclusivos entre Partido Popular, Coalición Canaria y Partido Socialista.

Nos referimos a 2007, porque aunque la realidad del sistema de partidos canario no se diversificó oficialmente hasta la entrada de Nueva Canarias en el Parlamento en las elecciones de 2011, ya en 2007 obtuvo 50.749 votos y lesionó de gravedad las posiciones de Coalición Canaria. En ese sentido, Nueva Canarias fue el primer partido extraparlamentario, seguido por los Verdes de Canarias, con 17.793 votos. Son datos que a todas luces sonrojan la calidad democrática de nuestro sistema político, más si cabe teniendo en cuenta que hay circunscripciones con menos población que todos esos votos válidos. No puedes quedarte fuera de la cámara con tantos votos.

En cualquier caso, volviendo con el asunto a colación, el llamémoslo "socio junior" de la coalición gobernante se ve siempre gravemente perjudicado, y aunque su poder pueda parecer poco desde fuera, y siempre seduzca entrar a gobernar, debe atenderse muy bien al contexto concreto al que se presta cada momento político y qué estrategia te estás planteando. A veces permanecer en la oposición puede ser una mejor estrategia que tocar el poder, cultural y social, tal como estamos viendo el progreso de EH Bildu en Euskadi.

Aparte de las cuestiones propias de cada momento, hay variables que siempre marcan la misma pauta, conviene entender si te estás asociando con una organización que puede atraer a tus votantes, así como comprender los riesgos que puede suponer para tu propio electorado aliarte con una organización muy alejada de tus valores.

Mezclarse, acordar y entenderse con los otros, con los adversarios, es la esencia de nuestro modelo de representación democrática, y siempre va a generar en tu pretendida pulcritud alguna muesca que haga ver tus costuras, colocando tu propuesta política en entredicho con la realidad, la real politik.

Cuando vean a Clavijo y piensen que lo está pasando mal, peor lo está pasando el Partido Popular en su Gobierno, teniendo que soportar cómo la insistente mayoría social se expresa día sí y día también a favor de dos cosas que no gustan nada al Partido Popular: diferenciar entre canarios y no canarios, y atribuir al Estado y su poder redistributivo y ordenador mayor importancia de la mínima necesaria.