Septiem: «No hay dos emergencias iguales y de todas ellas se aprende»

La jefa del Centro Coordinador de Salvamento Marítimo en Tenerife recuerda que a finales de año llegará un nuevo buque de 82 metros de eslora que incorporará un dron

Reportaje a Dolores Septiem, jefa de Salvamento Marítimo en Tenerife | 14/04/2023  | 14/04/2023 | Fotógrafo: María Pisaca Gámez

Reportaje a Dolores Septiem, jefa de Salvamento Marítimo en Tenerife | 14/04/2023 | 14/04/2023 | Fotógrafo: María Pisaca Gámez / María Pisaca

Este año se cumplen tres décadas desde la entrada en servicio de Salvamento Marítimo, un recurso que llegó a Canarias a finales de 1994. Desde el Archipiélago se controla la mayor zona de Búsqueda y Salvamento (SAR, Search and Rescue) de España, pues concentra dos terceras partes de su área marítima de actuación. La jefa del Centro Coordinador de Salvamento (CCS) de Tenerife, Dolores Septiem, ha conocido la evolución del organismo en las islas y ha sido testigo de los intensos despliegues durante las dos crisis migratorias que ha pasado la Comunidad Autónoma. El futuro pasa por la llegada a la región de un tercer gran buque, que incorpora la optimización de consumos energéticos, la propulsión con diésel y electricidad, así como un dron para recabar la mayor información posible en algunos servicios.

Tras más de 27 años de vinculación a Salvamento Marítimo en Canarias, manifiesta que «no hay dos emergencias iguales nunca y de todas se aprende». En 1995 empezó a trabajar como controladora y diez años más tarde accedió a la Jefatura del CCS de Tenerife. Ocupó la plaza en octubre de 2005, el mes en que llegó el primer cayuco, que inició la primera gran crisis migratoria hacia las islas.

Resalta la amplitud de la zona SAR de Canarias, con un millón de kilómetros cuadrados, asignados por la Organización Marítima Internacional (OMI), que suponen 125 veces la superficie de las ocho islas. La responsabilidad de las intervenciones de los profesionales de esta entidad llega a 1.000 kilómetros al sur del Archipiélago y 800 al oeste. Y esa circunstancia entraña una de las grandes dificultades en la labor de rescate y salvamento. Desde que se recibe una llamada para un servicio a gran distancia, «siempre supone un reto el poder darle respuesta», señala. Estima que «la incorporación del avión de Salvamento nos ha facilitado mucho la respuesta, al igual que las embarcaciones tipo Guardamar por su versatilidad, ya que tienen una gran velocidad y autonomía; sin olvidar que siempre se cuenta con los llamados buques de oportunidad». Se refiere a aquellas embarcaciones que en el sistema de geolocalización AIS aparecen cerca del accidente o del incidente y que, siempre y cuando no corran riesgos, tienen que acudir en ayuda de las personas que han pedido auxilio, como así se establece en la legislación.

En la actualidad, casi 300 profesionales trabajan en los diversos recursos del organismo en las Islas

Sigue en construcción el buque que se prevé que llegue a las islas a finales de este año. Tendrá 82 metros de eslora, contará con conexión eléctrica a puerto y será el primer barco de la flota de la entidad con hangar para drones. El presupuesto para disponer de este recurso es de 52,5 millones de euros. El avión no tripulado que equipará esta embarcación posee tres metros de largo, alcanza los 100 nudos de velocidad y posee una autonomía de cuatro horas y media.

La posibilidad de trabajar con drones se enmarca en el proyecto ISAR, que impulsa el Ministerio de Ciencia e Innovación. Esta herramienta supone uno de los hitos del organismo en su evolución para lograr una mayor eficacia. La información que capten estos aviones no tripulados también podrá ser utilizada por otras embarcaciones y centros de coordinación, con el objetivo de tomar mejores decisiones en las operaciones.

Dolores Septiem explica que un hito muy importante para el Archipiélago, casi a nivel mundial, se produjo en diciembre de 2006, cuando entró en vigor la declaración de las islas como Zona Marítima de Especial Sensibilidad (ZMES), para protegerlas de los riesgos de contaminación marina por parte de buques. Esta iniciativa conlleva medidas aplicadas por los dos centros de coordinación establecidos en Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas. Una de ellas consiste en un par de dispositivos de separación del tráfico, en los cuales se establecen carriles en sentido norte y en sentido al sur en los canales situados entre Tenerife y Gran Canaria, así como entre Gran Canaria y Fuerteventura y Lanzarote. El objetivo es evitar la aproximación de buques mercantes a las costas canarias si no van a atracar en las islas capitalinas y, si hubiera algún problema, que esté lo más lejos posible.

La segunda medida consiste en que la tripulación de los buques que transporten hidrocarburos de más de una determinada densidad tienen la obligación de comunicarse con Salvamento Marítimo cuando acceda y salga de los citados corredores. Recuerda Septiem que lograr ese objetivo requirió un «esfuerzo titánico» de todas las administraciones canarias y españolas, así como alcanzar consensos con colectivos ecologistas y navieras, por ejemplo. En estos 17 años han pasado por dichos carriles más de 80.000 buques. La jefa del CCS de Tenerife considera que esa cifra, si se compara con el Estrecho de Gibraltar, puede resultar pequeña, pero es muy elevada si se tienen en cuenta los riesgos que se han podido evitar.

La caída del helicóptero frente a Anaga con seis muertes, uno de los episodios más duros

Indica que las peores crisis siempre están relacionadas a las pérdidas humanas, que suponen «una situación frustrante». Con independencia del drama de los fallecimientos en la ruta migratoria hacia las islas, recuerda el caso del accidente del helicóptero Sikorsky S-61 frente a la costa de Anaga en julio de 2006, en el que seis personas fallecieron y una permanece desaparecida. La aeronave se dirigía de Tenerife a Gran Canaria. Para Septiem, la dureza del caso radica en que hubo que actuar en la búsqueda y recuperación de los cuerpos «de los propios compañeros».

En su opinión, otros momentos de gran desconsuelo ocurren cuando hay que comunicar a los familiares que la búsqueda de su ser querido va a llegar a su fin. Y, por el contrario, los momentos más satisfactorios se vinculan a la localización con vida de quienes se hallan en apuros en alta mar.

La actividad de Salvamento Marítimo en Canarias se inició con los dos centros de coordinación, un par de remolcadores, un helicóptero y tres embarcaciones de intervención rápida, así como otras lanchas gestionadas de forma conjunta con Cruz Roja. En la actualidad, los recursos incluyen los dos remolcadores, dos guardamares, diez salvamares, cinco embarcaciones de convenio con Cruz Roja, dos helicópteros, un avión y una base estratégica en la dársena de Los Llanos, en Tenerife, (de las seis que existen en todo el país) para operaciones especiales y lucha contra la contaminación. En total, este organismo cuenta en el Archipiélago con unos 300 trabajadores. Si a finales de 1994 había nueve personas en los centros de control, hoy ascienden a 21 y el servicio funciona las 24 horas.

Para Septiem, «nos tenemos que sentir orgullosos de la vocación de servicio público del personal de Salvamento Marítimo, más si cabe de los que están en primera línea de actuación».

El naufragio del Prestige frente a las costas de Galicia supuso un antes y un después en el despliegue de medios de Salvamento Marítimo. En Canarias ese incremento de recursos empezó a detectarse entre 2005 y 2006, coincidiendo con la importante llegada de migrantes.

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