Opinión | El recorte

Cosas inconsecuentes

Yolanda Díaz viajará a Palestina invitada por el Gobierno de ese país

Yolanda Díaz viajará a Palestina invitada por el Gobierno de ese país

La hiperactividad de la ministra de Exteriores, Yolanda Díaz, la ha llevado desde las venerables faldas mediáticas del Papa Francisco a una anunciada visita al matadero de Gaza, esa carnicería gestionada a partes siniestramente desiguales por Netanyahu y Hamás. El cabreo en Moncloa ya resulta difícil de disimular.

Los caminos de Sumar y la Sanchosfera se van alejando conforme se despliega la nueva estrategia del líder socialista que consiste en cerrar alianzas con los independentistas sin la mediación de su socio a la izquierda. La nueva geometría variable consiste en entregar el voto útil en Galicia al BNG, hacerse decisivo para el gobierno vasco que será del PNV o de Bildu en función de lo que decida Sánchez o gestionar el perdón de los pecados de los independentistas catalanes a cambio de sus votos. Yolanda Díaz, cada vez más apagada, necesita llamar la atención para enfrentarse a la última batalla con el gineceo de Podemos, que será en las campiñas electorales de las europeas.

Una de las últimas iniciativas del comunismo patrio ha sido presentar en el Congreso una propuesta, inspirada por Drago Canarias, en la que se propone un impuesto a la estancia de los turistas en las islas y poner freno a las viviendas vacacionales. Las Cortes pintan en estos temas lo mismo que un pulpo en un garaje, porque son asuntos propios del Parlamento canario. Pero es lo que pasa cuando quien quiere salvar Canarias no tiene ni un puñetero diputado en Canarias mismamente.

Plantear impuestos a las estancias turísticas y estar en contra del crecimiento del turismo es como el del que quiere ordeñar más leche de una vaca recortándole el pienso. Es una especie de oximorón que solo puede entenderse en el mundo onírico en el que habitan las izquierdas de tendencia totalitaria, acérrimas enemigas del comercio y del libre mercado. Las islas facturaron el año pasado 22.000 millones por la venta de servicios turísticos y recaudaron por ingresos fiscales al consumo la cifra récord de dos mil cien millones. Con las cosas que te dan de comer habría que tener cuidado al hacer experimentos.

La izquierda siempre humanitaria defiende abolir fronteras y el derecho de miles de migrantes a venir al primer mundo: el de los estados del bienestar creado con los impuestos que pagan las empresas y los trabajadores de esas sociedades de libre mercado en las que ellos no creen. Pero se posicionan en contra del aumento del número de turistas en las islas –no de habitantes– porque lo consideran insostenible. Pasan olímpicamente del pequeño detalle de que la devastación de las medianías ha sido causada por la creciente población residente y la autoconstrucción incontrolada. Y de que el turismo «depredador» solo ocupa el 4% de nuestro suelo. Se la refanfinfla, porque la verdad nunca debe estropear un buen titular. Y en el colmo de lo inverosímil, se alinean con las patronales hoteleras –que aplauden con las orejas– proponiendo que las familias canarias no puedan obtener rentas del alquiler vacacional. Y dicen que defienden a los más débiles. El que los entienda que los expropie.

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