Opinión | La cantina ilegal

Lírica y rock and roll

Actuación del Orfeón La Paz en el concurso de rondallas.

Actuación del Orfeón La Paz en el concurso de rondallas. / Andrés Gutiérrez

Qué pena me dio ayer al ver la prisa que llevaba Jose El Flaco cuando pasó por mi Cantina, justo antes de ir al concurso de rondallas. Pena, porque no tuvo tiempo de ahondar en el comentario que me hizo acerca del concurso que cada año se celebra en el auditorio. Me comentaba El Flaco que, si fuera por él, innovaría en dicho concurso con muchas ideas que tiene en su cabeza pero que, al parecer, en la modalidad genuina de nuestro carnaval, no lo tienen tan claro.

Conociendo el historial de José Antonio y lo que llegó a innovar al frente de la que fue su murga, Los Singuangos, marcando un antes y un después en el género murguero, yo le daría la oportunidad de probar con esas ideas que barrunta y que quizás doten al certamen de rondallas de mucha más aceptación de la que ya tiene. Volvemos a tropezarnos aquí con la manida discusión entre la tradición o la novedad; la tradición, representada por aquellos que apuestan por que los grupos líricos mantengan la esencia con la que nacieron a principios del siglo XX y la innovación, con los que argumentan que se puede seguir avanzando y hacer cosas distintas, como sucedió cuando aceptaron que una de las tres obras a interpretar pudiera ser un tema de libre ejecución en el que casi todo cabe.

A ver si vuelve a pasar por aquí y, acompañados de un buen plato de condumio del de mi viejita entra más en detalles y me explica hasta dónde llegarían sus ideas. Yo me decantaría por darle rienda suelta, a sabiendas de que él sabe de dónde vienen las rondallas y lo que nunca haría, sería convertir su concurso en un festival de lírica y rock and roll.