Opinión | En el camino de la Historia

Juan Jesús Ayala

La agresividad, una constante social

Al acercarnos al problema de la agresividad, según los estudiosos de la cuestión, estos nos informan que su origen es multilateral y responde a la interpretación de diferentes factores tanto biológicos, sociales como culturales, entre los más significativos. Problema que a lo largo de la historia continúa patente y no admite discusión alguna sobre su determinación y decisión, según se vaya en una dirección u otra, como funcionando asimismo los condicionantes políticos que dan la sensación son los predominantes en el escenario que desarrollan sus discursos.

Los marginados, bien sean países o grupos humanos, muchas veces y como una contraofensiva establecida lo hacen no con la palabra dúctil y maleable sino que aparece la agresividad como el verdadero protagonista y no solo en las tribunas donde pronuncian sus discursos, sino en las que surgen en las calles donde los gritos y las soflamas se intentan camuflar en actitudes que tienen el estigma de la agresividad más que otra cosa.

Por otro lado, significar, como curiosidad histórica, que existen pueblos antiviolentos, como en México, donde viven comunidades en las que no toma asiento el asesinato, ni existen policías ni jueces, que carecen de leyes y de principios. En Malasia también hay pueblos antiviolentos; entre los polinesios, los tahitianos, con fama de antiviolencia.

Etólogos de las más diversas tendencias se han ocupado de darle explicación a las conductas agresivas, tales como Lorenz, Freud, Skinner, Marcuse, Telma Veyes, From, o el neurobiólogo español Rodríguez Delgado que han basado sus conclusiones en el campo de la experimentación, bien estudiando el comportamiento de ciertos animales o sobre la especie humana. Y recientemente, un estudio internacional donde participan los investigadores Bru Cormand y Noélia Fernández Castillo, de la Universidad de Barcelona, que han identificado cuarenta genes relacionados con la conducta agresiva en humanos y ratones que podrían contribuir a perfilar futuras dianas para en cierta manera poner en evidencia determinadas conductas que están fuera de lugar y que tenerlas en cuenta seria conveniente para que los ritmos de la sociedad fueran mas acordes con respuestas a determinadas preguntas, ya sean dialécticas propiamente dichas o delictivas en todo grados.

El problema con el cual se han encontrado los estudiosos, aún enfocándolo desde distintas versiones sociológico-políticas, es que se debe adecuar una acertada definición de lo que puede o debe entenderse por agresividad, ya que es un vocablo, sobre todo actualmente, tan al uso y desde distintas posiciones que ya casi existe una degeneración semántica del mismo.

En situaciones de conflicto bélico como las que nos notifican los medios de comunicación, bien sea por poner dos ejemplos, como el existente entre palestinos e israelíes o la guerra que no cesa entre Ucrania y Rusia, habrá que hacerse la pregunta si los que mandan a pulsar los botones para enviar misiles, bien de un lado a otro y viceversa, que ni asoman la cara, son en realidad los mandamases de la guerra, no solo la establecida sino la que desde otros países poderosos alientan y en otros momentos la vituperan, ya que el negocio que tienen sobre la armas que producen gran capacidad mortífera y destructiva es suculento e inconmensurable; y, sin embargo, aparecen como santones y salvadores del planeta, que encima se regodean, de un lado y de otro, que no les van a temblar las manos al pulsar, si les diera por ahí, los botones nucleares con los que no se cansan de amenazar y que pudieran estar a punto el día menos pensado.

Ellos, tan acicalados, con ademanes de perdonavidas, con sus discursos grandilocuentes son en realidad los máximos ejecutores de una agresividad escondida que ni se cataloga como tal, que hay que estudiar y corregir y tener en cuenta, al ser los protagonistas de la devastación, demolición y ruina de países y de la aniquilación imparable de vidas humanas, a la vez que la camuflan a través de sus agotadores sermoneos sobre la paz perpetua kantiana.

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